¿Se desvaloriza tu Cruz?

Autor: Ramón Aguiló SJ  

 

 

Jesús de Nazaret, varias veces cada año, los habitantes de este mundo tan dividido recuerdan que una Cruz puede simbolizar y expresar lo que es tu Personalidad y tu Mensaje. Los hombres de diferentes nacionalidades, culturas y aun religiones están acostumbrados a ver Cruces y, al verlas, piensan en Ti y en los que profesan tu Religión.

 

Pero no puedo ser optimista del todo. Porque a veces he notado que muchas interpretaciones de la omnipresente Cruz no expresan lo que Tú querías.

 

Para Ti, Jesús, la Cruz fue el terrible y torturante lugar en el que diste la Vida por la Salvación de todos y de todas, los que han existido en la tierra, los que ahora existen en ella y los que en ella van a vivir en los días futuros.

 

Yo quiero decirte lo que piensan muchas gentes, formadas por los que nos esforzamos en seguirte.

 

LO QUE PIENSAN LOS QUE QUIEREN SEGUIRTE. Este grupo de católicos recuerdan lo que Tú dijiste, las realidades que te rodearon durante tu vida terrena, los Apóstoles que Tú has escogido.

 

¿Qué significó para Ti la Cruz?

 

En los Escritos de tus Apóstoles, de los que estuvieron y convivieron contigo, y aun del mismo Pablo, que Te perseguía después de tu Muerte, Resurrección y Ascensión, la Cruz no debía ser solamente un símbolo para que los demás pudieran reconocerlos como seguidores de un grupo especial relacionado con un hombre que murió crucificado.

 

Tú nos has hablado muchas veces de la Cruz. Tú has escalado la Cruz para morir en ella y así conseguir el perdón de todos los pecados, aunque de los más graves, cometidos por la humanidad de todos los siglos. Tu Madre, María, estuvo llorando bajo la Cruz en que Tú estabas muriendo, torturado como nadie. Los Apóstoles sufrieron, y algunos se acobardaron, al saber que habías muerto entre unos dolores tan espantosos y entre dos delincuentes.

 

Juan, el Apóstol a quien Tú tanto amabas, es el que más informaciones nos ofrece sobre tu Personalidad y la Cruz.

 

Él recoge aquellas actitudes vergonzosas de un pueblo que Te conocía y que había experimentado las alegrías de tus milagros. Fue algo terrible. Los dirigentes del pueblo consiguieron que Te detuvieran las fuerzas del Imperio Romano, y, en los momentos más exaltados, han hecho que la multitud gritara, insistentemente, que Te crucificaran.

 

Y lo consiguieron. Eras inocente. Te proclamó inocente Pilato, el Procurador. Pero el griterío se impuso. Y fuiste condenado a MUERTE, UNA MUERTE DE CRUZ, TÚ EL HIJO DE DIOS HECHO HOMBRE.

 

Para Ti la Cruz no fue un símbolo. Fue una terrible realidad.

 

Muchas veces, durante tu vida, nos has comunicado el mensaje de la Cruz que todos debemos llevar a cuestas.  Son tantos, que solamente recordaré alguno. Tú nos has pedido repetidas veces que “Hemos de negarnos a nosotros mismos, y hemos de cargar nuestra Cruz” (lo dicen varios Evangelios). Y en otra ocasión nos dijiste: “El que no lleve su CRUZ Y VENGA EN POS DE MI, NO PUEDE SER DISCÍPULO MIO”.

 

San Pablo recuerda muchas veces estas tus enseñanzas.

 

PERO LA REALIDAD EN NUESTROS TIEMPOS PARECE ESTAR ALGO LEJOS DE ESTAS TUS ENSEÑANZAS. Se es pueden ver a muchos cristianos y especialmente mujeres que supongo que creen en Ti, que llevan sobre su cuello, una crucecita de oro, de plata y hasta de brillantes y diamantes, peeo en ella no está tu imagen. Son cruces sin tu Presencia.

 

Todo parece como si indicara que lo importante es llevar sobre el pecho un adorno caro, costoso, pero  pagano.

 

Otros casos que me han llevado a reflexiones serias son aquellos que suceden con motivo de las grandes fiestas que recuerdan tu Vida. 

 

Tú sabes muy bien, Jesús de Nazaret, que cada año los católicos de todo el mundo celebran las FIESTAS DE LA SEMANA SANTA. Ésta es una Semana que comienza con el DOMINGO DE RAMOS, PASA POR EL JUEVES, EN EL QUE SE RECUERDA LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA, Y EL VIERNES SANTO EN EL QUE TODOS, COMPUNJIDOS, REPRODUCIMOS LOS HECHOS DE TU DETENCIÓN, CONDENA Y CRUCIFIXIÓN, PARA TERMINAR EL DOMINGO DE PASCUA, CUANDO DEBERÍAMOS RECORDAR TU RESURRECCIÓN Y TU ASCENSIÓN AL PADRE.

 

Pero en muchas ocasiones, y mirando hacia muchas ciudades y pueblos, muchos tenemos la impresión de que estas celebraciones se han convertido en unas formas de diversión del pueblo.  Tú, Jesús, sabes perfectamente bien, a qué nos referimos.

 

UNA SUGERENCIA PARA TERMINAR. A muchos nos parece que cuando llegan estas y otras fiestas deberíamos pedirte perdón por nuestros pecados cometidos, por nuestras debilidades morales, por nuestras deficiencias en el cumplimiento de tus Verdades  y Sugerencias.

 

Hay un canto que lo dice con mucho sentimiento: PERDONA A TU PUEBLO, SEÑOR. PERDONA A TU PUEBLO. PERDÓNALE, SEÑOR