Un mundo de ciegos

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

 

Jesús de Nazaret, deseo expresarte mis sentimientos de tristeza, cuando, caminando por nuestras calles, me encuentro con alguna persona ciega. Hay ciegos de los dos sexos. A veces van caminando detrás de un perrito que parece su guía. Otras veces están, de pie, en una esquina vendiendo papeletas de un sorteo que sirve para que ellos, los ciegos y las ciegas, tengan con qué vivir, con qué alimentarse y en donde descansar.  

Otras veces veo a los ciegos dentro de una pequeños kioscos en donde se venden unas papeletas para un sortea especial.  

Tú, Jesús, has encontrado en tu vida a muchos ciegos. Y a algunos de ellos los has curado, para que pudieran ver como los demás y contemplar este universo tan hermoso que pasa ignorado, por aquellos que no pueden percibir la luz, las formas ni los colores.  

LOS CIEGOS EN TU VIDA. En los Libros sagrados aparece muchas veces alusiones a los ciegos. Y siempre se presente la ceguera como una desgracia.  

Pero, durante los años de tu vida pública, Jesús, la ceguera de los seres humanos ha sido una humana ocasión para demostrar tu poder milagroso, y para comunicar tus ideas salvadoras a los hombres que quieran ver, que quieran contemplar la belleza de la verdad.  

Hay un episodio, lleno de humanismo, comunicador de tu bondad, en una manifestación de tu amistad y de tu admiración con JUAN, EL PRECURSOR, cuando él estaba ya en la cárcel por orden del Rey Herodes.  

Lo narra muy bien tu Apóstol y Escritor, Mateo (Capítulo 11). Juan, encarcelado, había oído hablar de tus obras. Y entonces Te envió a algunos de sus seguidores para preguntarte si eras Tú, Jesús, el que debía venir o si era otro el que sería el MESÍAS esperado. Y tú les diste una respuesta, muy breve, muy escueta, que contenía el gran mensaje de tu Presencia Mesiánica en el mundo.  “Contad a Juan lo que oís y lo que veis. LOS CIEGOS VEN, y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva. Y ¡dichoso aquel que no halle escándalo en mí!”  

En estas palabras tuyas, Jesús, parece que Te refieres a la Ceguera Física. Es decir, Tú podrías indicar que el Mesías ha realizado ya algunos milagros curando la ceguera de unos ciegos. Pero también pueden tomarse como una forma de decir que los hombres y las mujeres que caminaban por el mundo como CIEGOS, sin saber exactamente cuál era su destino y cuál era el camino para llegar a él, ahora, con tu presencia, podían caminar con seguridad, porque Tú, el Enviado de Dios, les habías dicho y les decías cada día la VERDAD.  

Tu presencia, por tanto, estaba destinada a curar la CEGUERA de los que vivían en las tinieblas y no podían conocer la verdad con todos sus aspectos, ni podían seguir el camino de la Salvación. Así se podría afirmar que Tú, Jesús, curaste la que se podría llamar CEGUERA MORAL, ESPIRITUAL, TRANSCENDENTE.  

Pero en varios sitios de los Evangelios encontramos lo que hemos de llamar necesariamente MILAGRO DE LA CURACIÓN DE LA CEGUERA FÍSICA. En San Juan Evangelista (Capítulo 9) encontramos una larga narración de la Curación de un Ciego de nacimiento. En esta ocasión Tú Te presentante como LUZ DEL MUNDO. Y para demostrarlo curaste a un desgraciado ciego que jamás había podido ver.

 TÚ IRRADIAS LUZ. Jesucristo, Tú varias veces has abierto los ojos de unos ciegos a la Luz, para que pudieran ver y contemplar las realidades de este mundo. Y de una forma muy sencilla, que expresaba tu voluntad de realizar algo milagroso, superior a las fuerzas y a las técnicas de los médicos y de los hombres en general, has hecho lo que debía comunicar la felicidad temporal a unos pobres desgraciados.  

Los que Tú has curado de cualquier enfermedad, de cualquier limitación, se iban felices. Y Tú también Te sentías feliz. Y realizabas los milagros en cualquier día de la semana, y decías lo que los enfermos curados podrían hacer, aunque fuera algo prohibido por las Leyes de los Judíos.  

¿Qué milagros realizas, Jesús, en nuestros tiempos tan ajetreados, tan pecaminosos?  

Yo creo que Tú sigues comunicando luz, mucha luz. Tu personalidad irradia la VERDAD sobre este mundo de MENTIRAS. Tu mensaje sigue siendo ahora el MENSAJE SALVADOR, en este mundo tan calamitoso, tan ateo, tan pecador.  

Basta ir por las calles y mirar un poco. Y entonces puedes ver que se cometen pecados graves a la vista de los que pasan, de los que se dirigen a su trabajo o regresan de él, de los que van de compras, de los que se dirigen a su Colegio o regresan de él.  

Lo primero que yo quisiera hacer, juntamente con mis amigos y hermanos que me escuchan y leen mis mensajes, es pedirte perdón. Señor, perdona nuestras culpas, como nosotros perdonamos a lo que nos han ofendido. Y después Te pedimos que nos ilumines también a nosotros. Jesús, Tu ERES LA LUZ. Que no caminemos en las perpetuas tinieblas del mal.  

HAY UNA POESÍA. La realicé. Y cada vez que la leo me impulsa a llorar. Tiene como título esta frase: ESE OSCURO RINCÓN.  

Y de todos sus versos, entresaco los siguientes: “Me comía el color negro / de mis días. / Yo estaba triste, solo / en la tiniebla / Y allí en aquel rincón / alguna LUZ ERA ALZADA. / ¿ERAS TÚ QUIEN LA MOVÍA / Y ME LLAMABA? / Era una canción de Amor / y una dulce Voz que PERDONABA”  

Estoy cierto, Jesús. El mundo parece un enorme Rincón. Pero, mientras estés Tú, ese Rincón, por tu Luz y por tu Amor, puede transformarse en ALEGRÍA y en SEGURIDAD UNIVERSAL.