Murió el Papa, muchos lloran y esperan

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

 

Un suceso ha sacudido a todos. No solamente a los católicos. Ni sólo a ellos, sino a otros cristianos y aun a los que siguen los caminos de otras Religiones. Todos podían prever que se estaba acercando muy rápidamente.

Me refiero a la Muerte del Papa JUAN PABLO II, al que muchos siguen llamando con su nombre de nacimiento y de bautismo: KAROL WOJTYLA. 

Mientras escribo estas páginas tengo ante mis ojos la fotografía del tranquilo cadáver del Papa que murió, extendido en una caja de madera en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.

Es impresionante. Es algo que sacude los sentimientos de los que lloran porque se trata de una gran personalidad espiritual, católica, social, universal. El Papa, ya muerto, va revestido con los acostumbrados ornamentos pontificales, de color rojo intenso y con su mitra propia de los Obispos. Él es también el Obispo de la Diócesis Romana. Está rodeado de gentes, cardenales, guardias suizos, diáconos. Y también ha sido reverenciado por diferentes autoridades italianas.

En estos momentos históricos e imperecederos, subrayados por el fallecimiento de un Papa, todos los que piensan, no sólo miran hacia el presente luctuoso, triste, sino que también vuelven sus ojos intelectuales hacia el pasado y también hacia el futuro que se presenta con muchas nubes, y a veces, se habla hasta de tempestades.

¿Cómo podemos expresar toda esta compleja realidad?

Para comenzar este análisis, quisiera empezar exponiendo lo que podríamos llamar el último TESTAMENTO DEL PAPA. Es algo que fue leído poco tiempo después de su muerte, que sucedió a las 21.37 del día 2 de Abril, que coincidía con un Sábado.

Dice así este último mensaje-testamento de Juan Pablo II:

“A la humanidad, que algunas veces parece descarriada y dominada por el poder del mal, del egoísmo y del miedo, el Señor Resucitado ofrece en regalo su amor que perdona, reconcilia y reabre el ánimo a la esperanza. Es un amor que convierte a los corazones y da la paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de comprender y de acoger la DIVINA MISERICORDIA!”

El Cardenal que comunicó la muerte del Papa, dijo estas palabras: “Juan Pablo II ha dicho AMÉN y se ha apagado”.

Juan Pablo II, así, pasaba a las páginas de la historia. Fue el primer Papa polaco. Y uno de los pocos que no nacieron en Italia. ¿Sería juzgada su vida como una historia de páginas brillantes? Vamos a recordar algo de lo que fue este hombre que, con su muerte larga, con su agonía impresionante, ha sacudido al mundo. 

Karol comenzó su vida humildemente, en un rincón de Polonia, una ciudad llamada Wadowice el 18 de Mayo de 1920. Por tanto, cuando murió estaba por cumplir los 85 años de vida. De jovencito sufrió mucho, porque su madre murió, unos pocos años después, su hermano mayor. Y también su padre, cuando él tenía 21 años. 

Fue un estudioso. Lo hizo en el campo universitario. Y curiosamente también estudió Teatro. En su juventud tuvo que enfrentarse a las fuerzas Nazis de Alemania. Y sufrió mucho por ello. Aunque esto no le impidió que entrara en un Seminario para ordenarse de Sacerdote. Así su vida fue creciendo: Sacerdote. Obispo. Cardenal. Y llegó a ser elegido Papa.

Fue un Papa excepcional, vigoroso, activo, alegre, juvenil, pero conservador. Centró su acción Apostólica en Jesús de Nazaret y en su Madre María Santísima. Fue un Papa Integrado en la Sociedad, muy unido a las Juventudes del Mundo, y en el mensaje atento y solidario hacia los pobres. Viajó muchísimo. Ha realizado 104 visitas a otras naciones, aunque estuvieran lejos del Estado Vaticano. Todo esto fue apoyado por su conocimiento de bastantes idiomas, aun idiomas extraños. Conocía, además del polaco, el italiano, el latín, el francés, el inglés, el español y el alemán. También se dice que conocía algo de japonés, el tagalo y varios dialectos africanos.

En el interior de la Iglesia Católica se puede afirmar de él que estuvo en todas partes, en todos los importantes hechos de la historia religiosa. Siempre activo. Dispuesto a viajar. No tenía quietud. Hasta que un día sufrió un atentado terrible que, por poco, le mata. Fue el joven Mehmet Ali Agca, quien en la misma plaza de San Pedro, le disparó unas balas muy de cerca. Pero, gracias a Dios, no murió. El Papa se repuso. Y siguió trabajando, incansable. Logró, con sus actitudes valientes, que cayera el Comunismo en su Patria y en otras Naciones. Y el mundo se fue transformando. La Democracia se extendió, y Europa se fue acercando a la Unión de todas las Naciones que la integran.

¿Lo consiguió todo él? Yo diría que él y las circunstancias, es decir, la Providencia de Dios.

Ahora muchos lloran ante su cadáver. Y con razón. Piensan en él. Piensan que murió un gran Papa. Pero muchos se preguntan, mirando hacia el próximo futuro: ¿Llegará uno que se parezca a Juan Pablo II?

No seamos pesimistas. Mantengamos la Fe. Alimentemos en nosotros una Gran ESPERANZA.