Seguimos a un Jesús valiente

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

 

Jesús de Nazaret, a muchos nos entusiasma tu gran Valentía. Tú no fuiste, ni eres, ni serás un COBARDE. Tú naciste en un lugar pobrísimo, un pesebre, colocado en una cueva. Tú, de pequeño, fuiste perseguido. Un Rey Te quiso asesinar. Y, en brazos de tu Madre, la Virgen María, Te viste forzado a huir a un pueblo lejano de Egipto.  

Yo creo que no ha habido muchos niños que hayan sufrido tanto.  

Pero lo más terrible es que Tú eras, eres y serás siempre el HIJO DE DIOS, DIOS HECHO HOMBRE. Parece imposible que un Dios haya podido sufrir tanto. Pero tu VALENTÍA lo superó todo. Y yo pienso que tu Vida de Niño se puede calificada con la Vida de un verdadero Mártir.  

Sin embargo, tu valentía se manifestó no solamente en tu Niñez, sino muy especialmente en el tiempo de lo que los comentaristas llaman TU VIDA PÚBLICA, que fue muy breve.  

VALIENTE DURANTE TU VIDA. Se acumulan los recuerdos de tus actos en los que se mezclan la persecución y tu Serenidad. Uno de éstos se halla en el Evangelio según San Lucas (Capítulo 4).  

San Lucas recuerda que Tú, Jesús, después de haber sido tentado por el Diablo en el desierto, fuiste a Nazaret, en donde Te habías criado, y, según tu costumbre, entraste en la sinagoga en un  sábado, día dedicado a Yahvé,  y te pusiste de pie para hacer la lectura bíblica.  

Te entregaron un Libro, que era el de Isaías. Tú lo desenrollaste y Te salió el pasaje donde estaba escrita la profecía de la llegada de un Ser Extraordinario que tenía el Espíritu del Señor. Era  evidentemente una profecía sobre el Mesías, el Enviado de Dios.  

Tú enrollaste el Libro, lo devolviste al ministro, y Te sentaste. Y afirmaste con VALENTÍA que la ESCRITURA que acababan de oír, se estaba cumpliendo allí, en Nazaret y en aquel momento. Tu comentario gustó a todos y seguramente mostraron su agrado con aplausos o por lo menos con comentarios en voz baja. Todo les había parecido elocuente y atinado.  

Pero, enseguida se produjo una reacción contraria, porque afirmaste que ningún profeta es bien recibido en su patria.  Y entonces tu discurso se volvió duro y muy realista. Y dijiste unas palabras que produjeron una reacción de odio y de rechazo de tu Persona. Recordaste a las Viudas. Existían en tiempo de Elías. Y describiste una Viuda de Sarepta de Sidón, que recibió la ayuda de las circunstancias, cuando había una gran sequía y una seria hambruna. Y además sacaste el caso de un Leproso llamado Naamán, el de Siria.  

Los dos eran extranjeros. No eran Israelitas. Pero los dos fueron asistidos por la Providencia de Dios. Todos los de la Sinagoga se llenaron de ira. Y se pusieron de pie, te empujaron y te arrojaron fuera de la ciudad, y te colocaron en una colina escarpada del monte sobre el que estaba edificada su ciudad, para poderte despeñar, y matar.  

Tú, Jesús, te mantuviste sereno y tranquilo. Valiente, PASASTE POR EN MEDIO DE ELLOS, Y TE MARCHASTE.  

Éste es un caso de tu Valentía. Podríamos recordar otros. Muy especialmente los días de tus persecuciones y de tu Pasión. Pero sería muy larga esta Carta, Jesús.  

VALIENTE EN TUS ENSEÑANZAS. Cuando proclamaste las llamadas BIENAVENTURANZAS, según el mismo LUCAS (capítulo 6), también has gritado unas enseñanzas en las que dejas muy mal a los Ricos, que son los más poderosos. Después de llamar BIENAVENTURAS  a los Pobres, a los que pasan hambre, a los que lloran, a los que son odiados, afirmas de los Ricos cosas que no les pueden agradar. No los has adulado jamás.  

Dijiste: ¡AY DE VOSOTROS, LOS RICOS!, porque habéis recibido vuestro consuelo. ¡AY DE VOSOTROS, LOS QUE AHORA ESTÁIS HARTOS!, porque tendréis hambre. ¡AY DE LOS QUE REÍS AHORA!, porque tendréis aflicción y llanto. ¡AY CUANDO TODOS LOS HOMBRES HABLEN BIEN DE VOSOTROS!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas.  

Y así podría recordar otras muchas enseñanzas que salieron de tu boca y de tu Corazón de Dios y de Hombre. Y muchas realidades históricas.  

Todos los que Te seguimos, Jesús, hemos de ser valientes. Como lo fueron, los que murieron violentamente en tu IGLESIA CATÓLICA, la que tiene como fundamento a Pedro.
Ha habido Mártires en todos los siglos y en todos los países. La historia de tu Iglesia es UN VERDADERO MARTIROLOGIO.

 

DANOS FUERZA PARA QUE NOSOTROS SEAMOS VALIENTES. Debo terminar, Jesús. No es fácil seguirte siempre, todos los días, con todo lo que esto nos exige. Yo te pido y Te suplico, Jesús, que nos des fuerza. “NO PERMITAS QUE ME APARTE DE TÍ”.  

Y yo te digo en nombre de todos los cristianos. QUE TODOS SEAMOS VALIENTES, COMO LO FUISTE TÚ. Una canción con ritmo feliz y cristocéntrica nos dice: “YO TE DIGO QUE SI TÚ SUFRES VERÁS LA GLORIA DE DIOS”. Es una llamada a la valentía de aceptar el SUFRIMIENTO, para llegar a nuestro destino.