Amar a los demás siempre

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Jesús de Nazaret. Tú nos has ido repitiendo constantemente que tu maravillosa Ley del Amor es la solución de todos los problemas, es la síntesis de todas las leyes, es la ayuda segura para cumplir todos los preceptos que nos obligan a no dañar a los que nos rodean.  

Nos has dicho que hemos de amar SIEMPRE. No solamente a los que nos aman, a nuestros familiares y amigos más íntimos, a los que siguen nuestras mismas ideas, sino también a los que están contra nosotros, a los que discrepan de lo que pensamos, a los que buscan crear un mundo diferente del que nosotros quisiéramos. A los que están en la oposición y nos tratan con crueldad. A lo9s que nos insultan, nos persiguen, nos tratan con insolencia y nos desprecian.  

Ésta es una Ley muy hermosa, pero MUY DURA, MUY EXIGENTE.  

TÚ HAS PRACTICADO ESTA LEY.  Toda  tu vida desde que naciste en la Cueva de unos Pastores hasta tu Ascensión al Cielo, Triunfante y Glorioso, nos has dejado unos indiscutibles modelos de los que nos has enseñado.  

Tú fuiste el PRIMERO DE TODOS en el cumplimiento de esta norma del Amor SIEMPRE.  Tú naciste pobremente, siendo como eras y sigues siendo, el Hijo de Dios. Tú, desde pequeñito, tuviste que huir a Egipto, en brazos de tu mamá, porque un Rey Mundano quería asesinarte.  

Cuando fuiste mayor Tú, Jesús, trataste con benevolencia y amor a los pecadores y a las pecadoras que  Te habían ofendido y habían ofendido a tu Padre Dios. Te encontraste varias veces con personas que estaban manchadas con los más feos y reprobables pecados que Tú, Jesús, recuerdas perfectamente.  

Hasta has llamado para que fueran APÓSTOLES TUYOS a algunos hombres que tenían mala fama en el pueblo que los rodeaba y del que formaban parte.  

Pero lo que más nos impresiona a todos los que conocemos tu Vida es tus actitud PACIENTE, en los amargos días de tu PASIÓN.  

Estabas sujeto a los brutales actos de los que gobernaban tu pueblo, a los soldados que les obedecían, a los que improvisaban hechos crueles para demostrarte su poder.  

Tú, en todos estos casos, mostrabas una capacidad, tu gran VIRTUD DE LA PACIENCIA HERÓICA. Tú, que eras un reflejo humano de la belleza del Dios Infinito, ofreciste pacientemente tu rostro y tu cuerpo, a las brutalidades de los terribles verdugos, que creían actuar en nombre de sus superiores y de las Leyes.  

VALIENTE EN TU PASIÓN. Tú, Jesús, has manifestado las exigencias de la Ley del AMOR que Tú nos has propuesto, permitiendo que tus hermosos ojos, quedaran manchados con tu propia sangre que se derramaba a causa de las heridas que otros te causaban.  

Después quiero expresarte mi emoción, porque has tenido la fuerza de sufrir unos azotes, que han abierto grietas en tu hermoso Cuerpo de HIJO DEL HOMBRE.  

Tuviste la heroica paciencia de soportar, silenciosamente, callado, la horrorosa flagelación, que Te daban unos hombres incultos, duros, inhumanos.  

Se burlaban de Ti y Tú callabas. Aquellos tiranos sabían que algunos Te aclamaban como Rey de Israel, y Tú mismo, en algún momento muy especial, afirmaste que eras REY (aunque un Rey muy especial), quisieron coronarte. Y entonces idearon la CORONA DE ESPINAS. Y Tú, Jesús, pacientemente, soportaste el dolor insoportable de tu rostro que derramaba sangre, manchando tu cuerpo, y hasta el suelo del lugar donde eras sometido a las torturas más horribles y a las burlas de unos seres que parecían no tener corazón.  

Después fuiste condenado a Muerte, UNA MUERTE INJUSTA, como reconoció públicamente el que se lavó las manos ante el pueblo que gritaba: CRUCIFÍCALE, CRUCIFÍCALE. Caminaste por la senda del Calvario, con la Cruz a cuestas. Y fuiste crucificado entre dos delincuentes, como si Tú, Jesús, hubieras sido uno de ellos, un DELINCUENTE. ¡Qué barbaridad!  

Y Tú, Jesús, has dicho bondadosamente: PADRE, PERDÓNALES. PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN. Te referías a los torturadores de tu personalidad y de tu cuerpo.  

Has muerto en la Cruz, pensando dulcemente en tu Madre, María, que estaba allí presente. Dando la certeza a uno de tus acompañantes, delincuente él, que estaría contigo en el Paraíso de Dios.  

Y así has muerto. Parece que toda tu vida terrena puede resumirse en una frase. Es una llamada al AMOR HACIA TODOS, AMIGOS Y ENEMIGOS, AMOR A LOS QUE NOS PERSIGUEN, AMOR SIEMPRE, AMOR QUE PUEDE PARECER INJUSTO, AMOR SIN DUDAR, SIN CEDER JAMÁS A LAS TENTACIONES DEL ODIO Y DE LA VENGANZA.  

NOS QUIERES A TODOS SEMEJANTES A TI. Esta es la gran enseñanza de tu mensaje, Jesús. AMAOS, COMO YO OS HE AMADO.