Hagamos la voluntad de Dios

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

 

Tu amadísimo Padre, que fue el Creador de todos los seres, visibles e invisible,  nos ha creado a todos los humanos  a imagen y semejanza suya.  

Hay algo misterioso en esta afirmación bíblica. Porque nosotros somos muy pequeños y somos mortales, aunque tenemos la certeza de nuestra resurrección para la eternidad y Dios, en cambio, se puede definir como LA EXISTENCIA ETERNA, INVARIABLE, LA EXISTENCIA QUE NO TIENE INICIO NI TIENE FIN, LA EXISTENCIA DE UN SER SIEMPRE RELIZ, QUE, AL MISMO TIEMPO, DA EL SER A UN HIJO QUE DESPUÉS SE HIZO HOMBRE Y A UN ESPÍRITU SANTO, QUE ES EL FRUTO DEL AMOR ENTRE LOS DOS, Y TAMBIÉN ES DIOS. Y NO SON 3 DIOSES, SINO 3 PERSONAS DISTINTAS Y 1 SOLO DIOS VERDADERO. Es lo que los Teólogos han definido como el MISTERIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.  

Nosotros, los que queremos seguirte con toda la sinceridad posible, hemos de procurar ser semejantes a ese SER INFINITO, QUE ES NUESTRO PADRE, y que TE ENVIÓ A TI PARA SALVARNOS.  

¿Cómo es posible esta imitación?  

PROCUREMOS SER SEMEJANTES A TI. A Ti, Jesús, Te vemos todos más cercano. Porque, aunque eres un Dios infinito, también eres un hombre como todos nosotros. Recordamos constantemente tu encarnación, tu humanización, tu nacimiento en Belén de Judá por la misteriosa maternidad de aquella Mujer Maravillosa, que Te engendró sin la intervención de ningún varón.  

Tú has sido el gran Heraldo del AMOR. Tú has afirmado que nos AMABAS mucho. Y nos has pedido que AMÁRAMOS A LOS DEMÁS COMO TÚ NOS HAS AMADO. Por tanto nos has pedido que seamos semejantes a Ti, muy especialmente en el Amor. Todos los que te seguimos deberíamos tener como lema y resumen de nuestra vida esta consigna: IMITAD EL AMOR DE CRISTO.  

Tu vida, Jesús, fue la culminación de una larga trayectoria histórica, porque desde el principio, después del pecado de los primeros seres humanos, ya se predijo que existiría un salvador. Y después vinieron los profetas que prepararon tu existencia, tu camino, y finalmente el gran Juan el Bautista, el más grande de los nacidos de mujer (como le llamaste Tú), quien dedicó su austera existencia a preparar tu Venida SALVADORA.  

Juan fue un profundo ejemplo de penitencia. Y fue una valiente voz que anunció tu Presencia. Era un Heraldo del Mesías prometido. Formado en el desierto, en la soledad, hizo vibrar de emoción a las masas humanas. Hasta que un día fue degollado por el capricho de una muchacha y los temores de un Rey.

 

¿CÓMO HEMOS DE IMITARTE?  Yo diría que en TODO lo que nos sea posible,  porque nosotros tenemos muchas limitaciones, que Tú, aunque eras hombre como nosotros, has podido superar.  

Hemos de imitarte en la bondad humanista que siempre has manifestado.  

Me emocionan muy especialmente aquellas palabras que pronunciaste  como un estallido de tu Corazón, cuando gritaste esta frase: VENID A MÍ TODO LOS QUE ESTÁIS CANSADOS Y AGOBIADOS. Y YO OS ALIVIARÉ.  

Y durante tu vida de MENSAJERO DE LA VERDAD, perdonaste e los que habían cometido los más terribles pecados, llamaste a personas que habían vivido una vida libertina, a algunos publicanos y pecadores, a malas mujeres, adúlteras. Todos ellos supieron escuchar tu Mensaje, que era el Mensaje de Dios.

 

UNA PARÁBOLA MARAVILLOSA. Tú, Jesucristo, has utilizado muchísimas veces el sistema de las Parábolas para comunicar tu Mensaje de la Verdad.  

Tus parábolas son muchas. Pero hay una que es como la Síntesis de lo que Tú nos enseñaste. ES LA PARÁBOLA DEL BUEN PASTOR.  

No la voy a repetir toda, íntegra, ahora. Solamente expongo los rasgos más expresivos. El Buen Pastor pastoreaba a sus ovejas. Eran unas cien. Y cuando regresaron al redil, las contó. Faltaba una. Entonces el Pastor dejó tranquilas a todas las ovejas, y se fue a buscar a la oveja perdida. Y, cuando la encontró sintió una exuberante alegría, que fue derrochando ante todos los amigos y familiares.  

En el mundo actual hay muchas OVEJAS PERDIDAS. Tú, Jesús, lo sabes. Y todos Te suplicamos que ahora aquellos que realizan, desde posiciones importantes, o desde situaciones humildes, el oficio de PASTORES, sepan imitarte a Ti, y procuren también ser parecidos, al BUEN PASTOR de la Parábola, al BUEN PASTOR QUE ERES TÚ.  

Que sean hombres capaces de trabajar. Que nunca se den por vencidos. Que nunca den por perdidas a las personas que se alejan de Ti y de tus exigencias espirituales. Que nunca se nieguen a perdonar en tu Nombre, a los más grandes y empedernidos pecadores.  

Esta es LA VOLUNTAD DE DIOS, que TE ENVIÓ A TI A LA HUMANIDAD PARA SALVARNOS A TODOS.