Capitán del barco

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

 

Tú, Jesús de Nazaret, tuviste en tu vida terrena, una gran presencia de las aguas, de las olas y de los encantos del Mar. Es verdad, que el Mar que Tú visitabas no tenía las características de un Océano. Porque éstos son inmensos. Y tu Mar muchos lo llamaban y lo llaman todavía Lago.

También, como verás, Tú eres tratado como el Capitán de un Barco, que sería la Iglesia Católica, la tuya, que viaja a través del Mar enorme del Universo y de la Historia.

Y todo esto, que tiene una trasfondo de belleza, ha dado origen, ha creado verdaderas Poesías y Melodías, presentes en la reuniones de algunas comunidades que Te siguen, Te recuerdan, Te aman y tienen el firme propósito de vivir según el Gran Mensaje de Salvación que Tú has proclamado para todos. Entre todas estas maravillosas realidades se encuentra aquella que Te presenta como CAPITÁN DEL BARCO. El Barco sería tu Iglesia. Y esta Iglesia no es un edificio estable. No es algo cristalizado, que permanece, sino que es UN ENTE VIAGERO, que tiene que superar todas las tormentas imaginables, semejantes a las que producen los mares, hasta los maremotos. Aunque también hay épocas de bonanza y de paz.

EL MAR EN TU VIDA. A mi me ha llamado siempre la atención, ya desde pequeño, el ver que tus Apóstoles fueron elegidos por Ti entre los Pescadores, a quienes se puede calificar como Trabajadores del Mar. Pero, además, Tú los has definido muy sencillamente, como PESCADORES DE HOMBRES. ¿Recuerdas la escena?

Lo dice muy escuetamente Marcos (Capítulo 1): “[Jesús] Bordeando el MAR DE GALILEA, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el Mar, pues eran PESCADORES. Jesús les dijo ´ VENID CONMIGO Y OS HARÉ LLEGAR A SER PESCADORES DE HOMBRES `. Al instante, dejando las redes, le siguieron.

Caminando un poco más adelante, [Jesús] vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan: Estaban también en la BARCA ARREGLANDO LAS REDES. Y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la BARCA con los jornaleros, SE FUERON TRAS ÉL”

Esta descripción tan sencilla de Marcos nos recuerda que los grandes Apóstoles del grupo de los doce, fueron PESCADORES. Y que además el durísimo trabajo en el Mar puede expresar lo que Tú, Jesús, esperas de los Apóstoles y de sus Sucesores, los dirigentes de tu Iglesia. Quieres decirnos con toda claridad y sin dejar la puerta abierta a las posibles dudas, que los que aspiran y aspiramos a ser sencillos Apóstoles de tu Personalidad divina y de tu Mensaje salvador, Evangélico, aunque sean personas laicas que trabajan como apóstoles laicos, deben esforzarse y prepararse, porque lo que les espera no es una diversión, ni un entretenimiento, sino una dura labor, que a veces llega hasta el agotamiento.

LAS TEMPESTADES DE LA HISTORIA. En tu Vida, Jesús, te has enfrentado varias veces a las encrespadas olas del mar. Recordemos lo que escribió también Marcos, el más sencillo de todos los Escritores del Mensaje Evangélico:

“Al atardecer [Jesús] les dice: Pasemos a la otra ORILLA. Despiden a la gente y Le llevan en la BARCA, COMO ESTABA. E iban otras Barcas con ÉL. En esto, se levantó una FUERTE BORRASCA, y las olas irrumpían en la Barca, de suerte que ya se anegaba LA BARCA. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y Le dicen: MAESTRO, ¿NO TE IMPORTA QUE PEREZCANOS. Él, habiéndose despertado, INCREPÓ AL VIENTO Y DIJO AL MAR ¡CALLA, ENMUDECE! El Viento se CALMÓ y SOBREVINO UNA GRAN BONANZA”

Estos hechos históricos pueden reflejar lo que sucedió y sigue sucediendo en nuestro agitado planeta, la Tierra. Por desgracia, el Universo humano se convierte a veces en un Maremoto, contra todo aquello que significa Espíritu y Vida, Santidad y Cristianismo. Todos los seres humanos han experimentado estas realidades que a veces parecen muy tristes, pero pueden convertirse en fuentes de Santificación.

La Historia de la Iglesia está cubierta de Sangre Roja e hirviente, la Sangre de los Mártires que dieron su vida terrena y su tranquilidad para servirte a Ti y para seguir tus enseñanzas. Tú conoces perfectamente cómo terminaron su vida aquellos que has elegido como Apóstoles tuyos, incluyendo al gran Hombre que fue llamado PABLO. Es una historia de SANGRE.

En nuestros tiempos, como Te insinuaba antes, también corren oleadas sangrientas de los seres humanos. Muchos de ellos son Mártires, es decir, Testigos de su Fe. Otros son hombres y mujeres y niños, a veces recién nacidos, que mueren, cuando los seres pobres y hambrientos organizan viajes clandestinos, en pateras, que muchísimas veces se hunden en el Mar. Como ves, Jesús, las oleadas de sangre parecen imparables.

EL ENCANTO DE NUESTRO VIAJE. Pero Tú no te asustas. Como en la barca dormías tranquilamente, aunque el MAR ESTABA AGITADO, ahora también pareces dormir, pero en realidad está despierto y activo.

Esto es lo que ha expresado una Poesía Cantada, que yo he escuchado en una Parroquia que está junto al Mar. Dice así: “Yo se de un Barco que va por alta Mar / Y en ese barco es JESÚS EL CAPITÁN. / Los Marineros que en ese Barco van / son hombres redimidos por ESE CAPITÁN”

“Las Tempestades que puedan azotar / son siempre dominadas por ese CAPITÁN” (Se repite).

“Y los REMEROS que van domando el MAR NAVEGAN INVENCIBLES CON ESE CAPITÁN”… “YA LLEGA AL PUERTO MI BARCO POR EL MAR / CARGADO DE ALEGRÍA CON ESE CAPITÁN. 

Ya ves, Jesús, qué hermosa Poesía, qué canto tan evangélico. Tu Presencia, como Capitán del Barco de la Iglesia, da seguridad a todos y a todas los que sufren los dolores de la persecución.