Fieles testigos de nuestro programa

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

 

Las multitudes de los pueblos y de las naciones están acostumbradas a recibir cada día, a cada hora, nuevas ideas, viejos o nuevos programas, ideales más o menos alcanzables, discursos elocuentes de políticos, dirigentes o miembros de la oposición, de dirigentes de sus respectivas iglesias o religiones. 

Muchos tenemos la impresión de que muchas de esas cosas que son verdaderas avalanchas, como ríos que se han desbocado, como tormentas que se han organizado debidamente para que alcancen sus objetivos, en realidad se quedan en pequeñas cositas que hacen reír, como unos juguetes de niños que se utilizan algunas veces al día para distraerse.

Todos los que quisiéramos que los que nos rodean escuchen nuestras palabras, contemplando nuestras obras, nuestras conductas, recibieran nuestro mensaje y lo realizaran eficazmente en sus propias vidas, deberíamos pensar, analizar, practicar el camino más apto para conseguirlo.

¿CUÁL ES ESTE CAMINO? Muchas veces la respuesta más sencilla podría ser: El Camino mejor para que su influencia sea aceptada, sería que Usted practicara lo que enseña, y no se quede desarmado, como un capitán del Ejército, que quisiera demostrar cómo se utiliza un fusil, o un cañón, sin tener en sus manos un fusil de veras y un cañón muy grande.

Hay que ser eficaz. Y para ser eficaz hay que practicar lo que se enseña a los demás, lo que se muestra como un gran ideal, para cambiar nuestra sociedad, nuestra patria, nuestra familia.

Supongamos un concreto familiar. El papá y la mamá enseñan a sus hijos e hijas que hay que ser buenos, que hay que comportarse bien, que hay que dar siempre muy buenos ejemplos, que no hay que cometer abusos de ninguna clase. Pero, de hecho, aquel padre o aquella madre de vez en cuando, sin que se enteren sus hijos, se emborrachan, o tienen una amante o un querido, o se pelean duramente con los compañeros de trabajo para ocupar un puesto más elevado, que tenga más influencia y que reciba un mejor salario.

¿Qué dirían Ustedes de este papá o de esta mamá?

¿Los alabarían? O dirían sencillamente: ME PARECEN UNA BARBARIDAD. NO ESTÁ BIEN LO QUE HACEN. NO ESTÁ BIEN CÓMO VIVEN. NO PUEDEN SER UN BUEN EJEMPLO PARA SUS HIJOS.

Algo parecido podríamos afirmar de los Políticos, de los dirigentes sociales, hasta de los miembros de la Iglesia Católica o de cualquier otra Religión.

En resumen: USTED, DIRIGENTE, VIVA SENCILLAMENTE COMO EXPLICA A LOS DEMÁS. COMIENCE PRACTICANDO LO QUE QUIERE COMUNICAR COMO MEJOR.

EL CASO DE LOS POLÍTICOS EN CONCRETO. Todo esto que hemos recordado y pensado, se puede aplicar a muchos dirigentes del campo concreto de la Política. Y es que los Políticos nos lanzan siempre brillantes discursos para conquistar nuestros votos y nuestro apoyo.

Nos piden que seamos verdaderamente democráticos, que respetemos siempre a los demás, que construyamos pacientemente la paz social, la paz entre naciones.

Pero, muchas veces, vemos que ellos en su vida privada, en su actuación como dirigentes de su partido o de su grupo, se comportan como verdaderos DICTADORES. Se empeñan en conservar su alta posición dentro de su partido o su grupo, esté en el Gobierno activo o sencillamente en la Oposición.

Como se ve, seguramente estos dirigentes procurarán actuar en la sombra, de modo que no se sepa lo que realizan de paredes adentro, para poder proclamar abiertamente su mensaje salvador.

RESUMEN. Todo lo que hemos dicho y recordado hoy, tiene unas formas concretas, muy simples, que conducen a una buena y aun maravillosa COMUNICACIÓN.

Hay que reflexionar sobre algunos puntos que serían los que van a continuación: Hay que reflexionar. Primero, hay que conocer perfectamente QUÉ ES LO QUE DEBO COMUNICAR. Segundo, A QUIENES LO DEBO COMUNICAR. Tercero, HASTA DÓNDE LLEGA MI FIDELIDAD AL MENSAJE DE MI COMUNICACIÓN. Cuarto, SI SOY DIRIGENTE, DEBO SER CONSCIENTE DE QUE MI INFLUJO SOBRE EL GRUPO, DEPENDE DE MI COMPORTAMIENTO PERSONAL. Si soy un Demócrata convencido, debo practicar la Democracia siempre. Si quiero conseguir una pacífica relación con todos los grupos, debo yo comportarme siempre pacíficamente. Si quisiera comunicar a los demás el conocimiento de la Personalidad de Jesús o de cualquier otro fundador Religioso, yo debería ser siempre el más decidido seguidor practicante de las enseñanzas del que procuro dar a conocer a los demás, para que vivan como Él nos enseñó.

Si no practico, lo que hemos reflexionado todos en esta página, soy un mentiroso, un hipócrita, un mal Comunicador. Lo mejor que podría hacer es retirarme de la vida pública.