Abajo los muros

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

 

Hace unos días el mundo recordaba con el corazón triste que en Berlín (Alemania) unos valientes y aterrorizados hombres comenzaron a destruir lo que se llamó EL MURO DE LA VERGÜENZA. Este muro era uno que habían construido los Regímenes Comunistas para separar claramente la zona de la Ciudad dependiente de la Unión Soviética de las zonas ocupadas y gobernadas por los otros países de la Gran Guerra Mundial, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia.

Yo veo en este hecho histórico que siempre me ha impresionado profundamente el símbolo de lo que está sucediendo ahora. No es que la Unión Soviética (que ya no existe) haya construido muros en otras partes de nuestro planeta, sino que en este momento histórico las Naciones Libres, libremente, está rebajando, destruyendo, eliminando, los muros, las fronteras, que existían y todavía existen entre los Nacionalismos.

¿Es que esto sería como arrancar del corazón humano los Patriotismos?

De ningún modo. Las Naciones siguen manteniendo su personalidad histórica, que se ha ido desarrollando a través de los siglos. Pero ahora, las naciones que en muchas ocasiones habían sido enemigas, han decidido unirse, hermanarse, asociarse con otras Naciones. Algunos llaman a este fenómeno asociativo LA GLOBALIZACIÓN.

Analizando un poco los fenómenos humanos de nuestros tiempos, observamos que la Naciones siguen manteniendo su esencia, pero todas ellas –las excepciones ahora son poquísimas- tienden a estrechar las manos de todos para progresar mejor. Todos buscan la paz, la convivencia positiva, sin peleas, sin esas horrorosas guerras que han ensangrentado y asesinado a tantos y tantas, militares y civiles, personas mayores, y de mediana edad, niños y niñas. Nosotros recordamos tantas guerras... Y lo terrible es que las recordamos porque las hemos vivido, las hemos  soportado. El siglo XX, que hemos finalizado hace pocos años ha sido un siglo manchado de sangre, de terror, de enemigos. Grandes guerras mundiales, guerras civiles, internas. Ya basta. No queremos unos Nacionalismos que nos lleven a matar. No queremos tener enemigos. Todos queremos ver en nuestros semejantes a unos hermanos, o, por lo menos, a unos amigos, a los que podemos abrazar y ofrecerles nuestras manos, y nuestra colaboración.

Las guerras deben ser vencidas. Y todos hemos de unirnos superando todos los muros y las fronteras que nos dividen y a veces nos llenan de recuerdos odiosos con los que algunos quieren justificar las muertes violentas de ahora.

Derribaron el vergonzoso MURO DE BERLÍN. Hagamos nosotros algo parecido, pero no con los tractores y los picos, sino con las asociaciones pacíficas, comunicadoras, dialogantes.

Hay un ejemplo muy concreto que se presentó a finales del año 2004 y a principios del 2005. Es el caso del Antiguo Continente. Veinticinco países, veinticinco naciones con una larga historia, se han unido sentándose en una mesa, redactando una Constitución común que es la llamada CONSTITUCIÓN DE EUROPA.

Parece suceder como si Europa estuviera ya harta de sangre y de guerras.  Lo afirma la misma CONSTITUCIÓN: “Convencidos de que Europa, AHORA REUNIDA TRAS DOLOROSAS EXPERIENCIAS, SE PROPONE AVANZAR POR LA SENDA DE LA CIVILIZACIÓN […] Y OBRAR EN PRO DE LA PAZ, LA JUSTICIA Y LA SOLIDARIDAD EN EL MUNDO”

Hemos de ir con mucho cuidado. Porque son muchos los elementos históricos que nos dividen. Y hemos de superarlos a todos. Hemos de esforzarnos para conseguir que estos elementos que, a veces, son muy importantes para nuestras conciencias colectivas y personales, no sean muros indestructibles, insuperables.

Un ejemplo concreto es el de la Religión. Pero existen otras realidades, que siendo la herencia de muchos siglos de aislamiento, nos han dado un rostro diferente, una lengua diferente, una cultura diferente, una sociedad diferente. Hemos de superar todas las diferencias.

Mirad lo que afirma la CONSTITUCIÓN DE EUROPA, después de recordar a los 25 Jefes de Estado de las Naciones Europeas,  en el primer párrafo del Preámbulo. Dice así: “[Ellos] Inspirándose en la herencia CULTURAL, RELIGIOSA Y HUMANISTA DE EUROPA, a partir de la cual se han desarrollado los derechos universales de los derechos inviolables e inalienables de la persona humana, la democracia, la igualdad, la libertad y el estado de derecho…”

Para muchos, por desgracia, la propia fe religiosa se vive como si fuera un MURO IMPENETRABLE, INSUPERABLE, RADICAL. Y esto no puede ser así. Como ejemplo de lo que debe ser la Religión, tenemos el CRISTIANISMO. Jesucristo dijo a sus seguidores y a todos los seres humanos que quieran serlo, “AMAOS UNOS A OTROS COMO YO OS HE AMADO”, “AMAD A VUESTROS ENEMIGOS” (Es decir, NO TENGÁIS ENEMIGOS).

Por todo ello, no deberíamos permitir que nuestra Fe, que debería ser un lazo de amor que nos une a todos los demás, se convierta en un grueso muro que nos separe.

Me ha impresionado el ARTÍCULO I-8 que lleva como título el siguiente: “Símbolos de la Unión”. Vean qué hermosas afirmaciones: “La BANDERA de la Unión representa un círculo de DOCE ESTRELLAS DORADAS SOBRE FONDO AZUL”. Y esta bandera tiene también su hermosa historia y entraña una clara referencia a un Libro Sagrado del Cristianismo.

Sigue: “El HIMNO de la Unión se toma del HIMNO A LA ALEGRÍA de la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven”. Supongo que todos lo han cantado alguna vez, o por lo menos, lo han oído. Dice algo así: “Escucha, hermano, la canción de la Alegría…” FRATERNIDAD Y EXUBERANTE ALEGRÍA.

Sigue: “LA DIVISA de la Unión es UNIDA EN LA DIVERSIDAD”.

Yo quisiera que este escrito llegara a todos los rincones del Mundo, de todos los Continentes, de todos los despachos políticos, de todas las Revistas, de todas las Televisiones, de todas las Radiodifusoras, de todos los Parlamentos y Senados. Todos ellos deberían ser LOS PORTADORES DE LA SOLIDARIDAD Y DE LA PAZ. Y todos los que les siguieran, irían cantando algo parecido AL HIMNO DE LA ALEGRÍA del grande y genial BEETHOVEN.

Y pongo fin a este escrito con un grito fuerte, que se oiga en todas partes: ABAJO LOS MUROS. QUEREMOS VIVIR NUESTRAS MÁS PROFUNDAS REALIDADES Y CREENCIAS, SINTIÉNDONOS HERMANOS DE LOS QUE NO SON COMO NOSOTROS, NI PIENSAN COMO NOSOTROS.