La bella obsesión de los artistas, en los tiempos mas antiguos

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Tu Presencia en la Historia y en el Mundo ha abierto una estela luminosa, policroma, de arte. Me refiero a todas las artes plásticas: Pintura, Escultura, Arquitectura. También a la Literatura. Mientras Te escribo esta carta se están proyectando en la amplia pantalla de mi fantasía, en mi memoria, tantas formas, tantos museos, tantos edificios que he encontrado en mis viajes, y que he procurado visitar con detención. En todos ellos he visto un reflejo de tu Personalidad, y a veces hasta de tu Mensaje. Obras geniales.

ATENCIóN A LAS OBRAS DE ARTE. Muchas veces han sido buscados porque sabía que en aquella ciudad, en aquel pueblo, encontraría precisamente aquello que es un gran monumento de la antigüedad o de alguna época cristiana. Otras veces los he encontrado ahí, como se puede encontrar una hermosa flor en un jardín público, o el busto o la estatua de algunos personajes históricos en alguno de esos enormes parques, tan cuidados, de las grandes ciudades del Norte o de aquella Nación, Capital del Arte de todos los tiempos que se llama Italia.

LO HERMOSO COMO ATRIBUTO DEL SER. Yo había estudiado en los grandes volúmenes, siempre indigestos de la Filosofía, que los atributos del Ser, del Ente, son cuatro: Uno, Verdadero, Bueno y Hermoso. Por lo menos así nos lo decía nuestro moderno profesor, corrigiendo las teorías de Aristóteles y Tomás de Aquino, para quienes los atributos del Ser sólamente son los tres primeros. Lo estudiábamos en la llamada "Ontología", o Ciencia del Ente.

Me gustaba pensar en ese cuarto atributo "Hermoso" ("Pulchrum" en latín), que me llevaba a imaginar que Dios, siendo el Ser Supremo, el Ser por antonomasia, también sería el Ser substancialmente, existencialmente, más hermoso de todos los posibles. Y Tú, por tanto, Jesús de Nazaret, Rostro de Dios, eras y eres el Rostro más hermoso de todos los que han existido y pueden existir. No es extraño, pues, que los artistas de todas las artes plásticas hayan intentado crear unas creaciones muy especiales que estuvieran iluminadas por los rayos de tu Personalidad. Y así ha sido.

LA BELLEZA Y LA RELIGIóN. Con tu Nacimiento se puso en marcha una larga cadena de creadores que han intentado crear una belleza que bien podría calificar de "Belleza Cristocéntrica". Porque Tú eres el Personaje principal. Tú eres el Centro, el Protagonista, de estas Obras, de estas Creaciones.

Obras de Arte en el Antiguo Testamento. No siempre fue así. Ni siempre el arte consiguió metas suficientemente elevadas. A veces se quedó en lo primitivo, en lo simple, antes de que Tú Te encarnaras. Los semilegendarios Patriarcas, fundadores del Pueblo de Israel, como Abrahám, Isaac y Jacob, no pudieron realizar obras de artes en el honor de su Dios, el Jahvé o Elohim de los tiempos primitivos. Porque querían evitar la idolatría, y además porque eran de vida nómada, vivían siempre en campamentos que cambiaban de lugar según las conveniencias. A veces levantaban a Dios un Altar Elemental, con algunas piedras o simplemente de tierra. Otras veces, colocaban una Estela de Piedra. Y allí oraban. Y aquella piedras significaban la relación del Dios Supremo con los hombres. Allí había un lugar santo en el que Dios se había manifestado de algun modo extraño.

El que iba a ser pueblo de Israel, Pueblo de Dios, se formó, creció y sufrió la esclavitud en Egipto, el País de los Faraones. Moisés, el Hombre pescado en el Nilo, fue su libertador. Y así comenzó aquel largo viaje de cuarenta años por el Desierto, cruzando mares y ríos a pie enjuto.

En esta marcha heróica, cuando estaban cerca del Monte Sinaí, Moisés estableció una "Una Tienda del Encuentro" en las afueras del propio campamento del pueblo. Esta tienda era un lugar especial para orar, y a veces su puerta quedaba cubierta con una columna de nube. No creo que hubiera ninguna manifestación artística en esta Tienda de lona. Pero la cara de Moisés aparecía radiante cuando hablaba contigo.

Más tarde se creó el "Arca de la Alianza", que era transportada a hombros de los israelitas por el Desierto en el difícil peregrinaje hacia la Tierra Prometida. El Arca era una verdadera obra de arte y muy rica ya que estaba forrada de oro y contenía partes de este metal. Contenía todo lo referente a la Alianza y concretamente las dos Tablas de la Ley. La describe el Libro del Exodo en los capítulos 25 y siguientes. Posteriormente la Tienda del Encuentro se convirtió en un "Santuario" que el mismo Moisés ordenó montar. Parece que todo él era de madera, ya que debía desmontarse, cuando se levantaba la columna de nube, y el pueblo se ponía en marcha. Este Santuario era una obra de arte primitivo propio del Desierto y de lo Provisional.

Después, cuando Israel se asentó en su propio territorio como Pueblo Soberano, surgió la idea de la construcción de un grande y bellísimo "Templo al Dios Infinito" en la capital, Jerusalén, cerca del Monte Sión, la ciudadela de David. David preparó materiales abundantes, piedras talladas, hierro, bronces, maderas de cedro, como se describe en el Libro Primero de las Crónicas, en el Capítulo 22. David, ya anciano, le decía a su hijo heredero, Salomón: "Mira lo que yo he preparado en mi pequeñez para la Casa de Yahvé. Cien mil talentos de oro. Un millón de talentos de plata y una cantidad de cobre y de hierro incalculable por su abundancia. He preparado también maderas y piedras que tú podrás aumentar [...] ¡Levántate, pues!. Manos a la obra y que Yahvé sea contigo".

Y así fué. El Rey Sabio, Salomón, llevó esta gran Obra al mundo de las realidades. Era un tiempo de paz y de prosperidad. El Templo fue admirable y era admirado. En él se reunían las mejores características del Arte. El Libro Primero de los Reyes en sus Capítulos 6 y siguientes, describe las diferentes etapas de su costosa construcción.

El día de la inauguración hubo grandes fiestas. Y Salomón en persona tuvo un hermoso Discurso y una profunda Oración, como se ve en el capítulo 8. Hay también en estas celebraciones un muy humano y precristiano sentido de la universalidad (8, 41-43). Los Levitas recibieron el encargo de cuidar aquel recinto religioso. También el Libro Segundo de las Crónicas (capítulo 1 y ss) vuelve sobre el mismo tema tan querido para los Israelitas.

Aquel Templo tan Bello, llamado "Casa de Yahvé", fué incendiado por los invasores de Babilonia. No había paz. Hubo invasiones de poderosos pueblos enemigos. Deportaciones de israelitas a otras ciudades. El Templo varias veces fue destruído y reconstruído. El pueblos y sus Reyes pecaban, pecaban de idolatría, dando culto a otros dioses de los pueblos vecinos. Hasta que el Templo, como Tú, Jesús de Nazaret, habías profetizado, fué arrollado por los Ejércitos Romanos, y no quedó de él "piedra sobre piedra". Todavía está así. Y ahora los Israelitas se reúnen junto a los restos del Templo, para orar y llorar, ante "El Muro de las Lamentaciones".

En todas esas manifestaciones artísticas, los estudiosos, los teólogos, los escrituristas, ven pinceladas, rasgos de tu Figura de Mesías Salvador. Eran Prefiguraciones, Profecías, de lo que ibas a ser Tú. Fueron los siglos "Antes de Cristo".

LLEGASTE Tú Y LLEGARON LOS TIEMPOS CRISTIANOS. Llegó la nueva Epoca del Universo. Tu Presencia dió tu Nombre a los siglos que iban a llegar. Venían los siglos y milenios "Después de Cristo". Y, en los primeros momentos, tus comunidades de Cristianos tenían dificultad en reproducir tu imagen.

Recuerdo del Becerro de Oro y la Idolatría. La Biblia antigua las prohibía, por el peligro que siempre acechaba de caer en la idolatría, uno de los más graves pecados que el hombre puede llegar a cometer. El recuerdo de aquel "Becerro de Oro" que habían construído los Israelitas para adorarlo como a su Dios, detenía a los creyentes en Tí, y así querían evitar todo peligro idolátrico con las imágenes.

Aquel "Becerro" fue fruto de la impaciencia del pueblo. Moisés, que estaba en el Monte tardaba, y el pueblo decidió modelar a su propio dios, un dios de oro, que, al fin y al cabo, es el dios que han adorado, adoran y adorarán tantos miles de millones de hombres y de mujeres de las historias de todos los tiempos.

No se conservó aquel maltrecho Becerro de oro, fundido con el metal precioso de tantas joyas israelitas, porque Moisés, airado, lo destruyó, lo quemó, lo disolvió en el agua, para que la bebieran los idólatras, como castigo. Un castigo terrible. Era un símbolo de lo que iba a pasar. El Oro es un poderoso dictador para los hombres. Es el ídolo por el que los hombres son capaces de matar a los demás, de "crispar" a las sociedades, de explotar a los más débiles, de engañar a cualquiera.

Los Cristianos se reunían en sencillos locales caseros. La Iglesia de los Apóstoles y de los Padres Apostólicos del primer siglo no tenía especiales lugares de reunión. Los cristianos se encontraban en las sinagogas de los judíos, o en algunas casas particulares de creyentes más destacados. Después llegaron las persecuciones de los Emperadores. Y los cristianos tuvieron que esconderse, como Tú les habías profetizado. Los Cementerios subterráneos les sirvieron para encontrarse. No eran lugares hermosos, pero eran seguros, tranquilos y hasta sugestivos.

Tu imagen en las Catacumbas. Hay pocas imágenes en las Catacumbas de Roma, que he visitado con tanta devoción porque en ellas todavía ahora se percibe el ardor de la fe inmensa de los cristianos perseguidos. En los muros se pueden ver a veces grabados ingenuos de símbolos cristianos, que servían, como mensaje secreto, para los que se congregaban y realizaban las acciones litúrgicas más primitivas. Tu recuerdo está allí, en las formas de algun pez, porque las letras de la palabra IJZúS que en griego significa "Pez", eran una forma de expresión de la nueva fe, del nuevo camino y significaban: Jesu-Cristo, Hijo de Dios, Salvador.

El Arte en la Iglesia libre. Cuando la Iglesia, en el año 313, salió al aire libre por el Decreto de Milán del Emperador Constantino I el Grande, comenzaba una nueva época para la Iglesia, una época expansiva de grandes creaciones. Aquel Decreto declaraba tu Religión como Religión Oficial del Imperio Romano. Unos años después trasladó la Capital del Imperio a Bizancio, que pasó a llamarse Constantinopla, y ahora se llama Estambul. Bizancio fue llamada la Segunda Roma.

Yo no sé si fue bueno para tu Iglesia acercarse tanto al poder político. Tú no quisiste el poder político jamás, y además diste pruebas evidentes de que lo detestabas. Cuando se acercan demasiado, nunca se sabe si es la Iglesia la que influencia al poder, o si es el poder el que maneja a la Iglesia. Muchas veces en la historia ha sido así: una Iglesia manejada por los Estados.

No hay ninguna duda, sin embargo, de que la creatividad de la Iglesia comenzó y fue creciendo, en este momento de libertad expansiva. Aparecieron lentamente las grandes Basílicas e Iglesias, como San Pedro de Roma sobre la tumba de tu Apóstol en el Vaticano y Santa Sofía de Constantinopla que fue realizada por orden del Emperador Justiniano, en la primera mitad del siglo VI. Todavía está en pie. Y en esos muros y cúpulas sublimes está tu imagen gloriosa, generalmente en forma de un Ser Humano Superior, Todopoderoso, Rey de Cielos y Tierras, que bendice a los que Le siguen, Jesucristo "Pantocrator", rodeado generalmente por los cuatro evangelistas. Las obras suelen estar hechas en Mosaicos preciosos. Hay obras maravillosas también en las casas e iglesias rupestres, cavadas en las rocas, que ocupan parte de la actual Turquía. A pesar de la grandeza que Te rodea tu imagen aparece recubierta de bondad, de bendiciones y de salvación. Lo que eres en realidad.

Desarrollo de las Basílicas en Roma. La Basílica de San Pedro de Roma se fue desarrollando a través de los años hasta llegar a ser lo que es ahora: el Centro de la Cristiandad. Un monumento maravilloso que tantas veces he recorrido y analizado, con aquella plaza y aquellas avenidas, y aquellas multitudes que no cesan nunca de llegar, como peregrinos de la Fe en Tí. En Roma no me cansaba nunca de visitarTe y admirar las otras tres grandes Basílicas Mayores y otras muchas, recoletas, llenas de encanto todas. Santa María la Mayor fue la primera Basílica dedicada a tu Madre en el Occidente. La mandó construir sobre el monte Esquilino el Papa Sixto III a comienzos del siglo V, después del gran Concilio de Efeso que proclamó a María "Madre de Dios". Las otras son preciosas: San Pablo Extra Muros sobre la tumba de Saulo de Tarso al que Tú personalmente buscaste y tranformaste cerca de Damasco, y San Juan de Letrán, la Catedral del Papa, dedicada a los dos Juanes, Bautista y Evangelista, por el Papa en el siglo IV. Todas ellas son hermosos monumentos levantados a tu Nombre, a tu Presencia.

El Arte Copto. También apareció tu Nombre y por tanto tu Figura en el legendario Egipto, esclavizador de tus antepasados según la carne. Y allí tu Iglesia y su Arte han tomado el nombre de Iglesia y Arte Coptos, especialmente a partir de los años 600, en vísperas de las invasiones islámicas, que iban a trastornar todas las previsiones más optimistas. Esos Cristos Coptos me impresionan por su sencillez de líneas, por sus ojos grandes y abiertos.

Arte en el mundo Occidental. En el Imperio Occidental de Roma las creaciones fueron manifestándose rápidas. Roma fue la heredera de la Cultura Griega, a la que asimiló, para darle formas renovadas. Los Griegos habían sentido la seducción del cuerpo humano, como modelo artístico, y lo mismo les sucedió a los romanos del Paganismo. Pero la Iglesia transfiguró esa tendencia, y la espiritualizó.

El espacio cristiano fue creciendo. El Imperio Romano fue aplastado por las invasiones de los pueblos, llamados "Bárbaros", procedentes del Norte Germánico. Pero la Iglesia tuvo la fuerza y el coraje de convertirlos a su fe, y la cultura típicamente romana, como la lengua latina y las formas artísticas, se salvó de la destrucción, gracias a la eficaz acción de la Iglesia. Comenzó la gran Liturgia, la plegaria y la enseñanza de los Monjes.

Y así muy pronto aparecieron los grandes movimientos culturales del Románico, Gótico y Renacentismo. Las Ciudades y Pueblos de Europa, hasta las montañas y los desiertos, se cubrieron de Catedrales, de Templos y de Monasterios. Enormes espacios interiores, llenos de cantos y de sugestiones cristianas. Y Tú siempre estabas allí, como "Ungido de Dios", el "Cristo Pantócrator", Salvador. Se tallaron hermosas tallas sobre madera o sobre piedra, de tu figura, de tu Madre, de los Apóstoles y Santos, de los ángeles y seres diabólicos. Y se les dió a todas ellas el sentido de la espiritualidad y de lo sobrenatural, de lo revelado, que no habían podido sospechar los creadores del Paganismo, que es sobre todo carne.

El mundo cristiano siguió creciendo, con mucha fuerza conquistadora. Y su cultura era una mezcla preciosa de la herencia greco-romana con las esencias de los pueblos góticos: como un incienso nuevo, como una marcha de las piedras y del peso hacia la verticalidad inmaterial, sobrenatural, volátil. La materia de por sí pesada, se está volviendo traslúcida, aérea, elevada. Y así se pasó del Románico austero y recoleto al Gótico erguido, sublime y luminoso. Como si se oyera una llamada que gritara: "Venid, Subid, Aquí os espero, en lo alto de la cumbre, porque aquí estoy". Las estructuras, los arcos, las altas columnas, los rostros delicados, sencillos, son una fuerza que asciende, son un camino recto de montaña hacia las más altas cumbres.

Pero el gótico del espíritu se agotó. Los hombres se cansaron de tanta espiritualidad. Se extendía por el mundo europeo una oleada de paganismo, que comenzó en Italia, como si los hombres estuvieran añorando aquel culto idolátrico hacia el propio cuerpo, que había sido la característica de la cultura greco-romana. Y así fue brotando el nuevo surtidor de belleza llamado El Renacimiento. Tú también tuviste un esplendoroso lugar en él. Hubo Renacimiento en todas las artes, en las Plásticas y en la Literatura. El Hombre quería ser Humano. Quería que su cultura fuera típicamente Humana. Todo esto sucedía entre los siglos 15 y 17. Comenzaban los tiempos modernos. Las Ciencias y las Artes al servicio de la Humanidad. El Humanismo, como ideal, como sistema.