Meditaciones sobre nuestra fe

Vamos a la Santa Misa

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

Amigos y hermanos, vamos a Misa, Jesús nos invita a juntarnos en esta Asamblea, El estará presente, seamos puntuales para llegar antes que el sacerdote para vivirla completamente.

Lleguemos a esta convocatoria alegres, vamos a nuestra fiesta, tengamos disposición de participar activamente, cantemos con emoción, proclamemos la palabra con sentimiento profundo y oigamos atentamente el Evangelio, el Señor nos invita a oír y a grabar en nuestros corazones su palabra.

Para que comprendamos mejor la Santa Misa, recorramos cada instante para que entendamos de la mejor forma posible la celebración y así la amemos y hagamos de ella la actividad más importante de nuestra vida.

Es bueno llegar antes, tendremos tiempo de conversar con el Señor, visitar el Santísimo, pedir por nuestras intenciones, meditar y reflexionar lo que nos ha sucedido en las últimas horas a fin de pedir a Dios por nuestras necesidades y la de nuestros familiares y amigos.


Nos ponemos de Pie


Canto de Entrada

Cuando el sacerdote que preside la celebración y sus ministros comienzan su entrada, nos ponemos de pie y hacemos alegremente el canto de entrada, así iremos avivado nuestros corazones, daremos apertura a la celebración, nos introduciremos en ella, y estaremos atentos a las explicaciones del guía de la celebración para adentrarnos en el tiempo litúrgico que estamos celebrando.

Recibamos con mucho ánimo a quien nos preside y cantemos con fuerza cuando salude al altar y le de un beso, este es un signo de amor a Cristo y a la Iglesia que el fundó. 


Saludo inicial

El sacerdote que preside, nos saludará a la manera de Jesús, y dará inicio a la Asamblea con la señal de la cruz, de esta forma entramos en comunión con él y nos sentimos unidos en el Espíritu. 

Acto Penitencial

Es probable que no hayamos sabido vivir como verdaderos hermanos, y haya habido entre nosotros egoísmo y orgullo, talvez hayamos ofendido a más de alguien. Quizás en algún instante nos olvidamos de Nuestro Padre Dios, entonces al comenzar la celebración pedimos perdón, es así, como sucede el acto penitencial, que puede hacerse de diversas formas, hacemos un momento de silencio, y se puede emplear las formulas de cantar o recitar el "Señor ten piedad" o el "Yo confieso", una vez concluido, el sacerdote terminará con una absolución para todos nosotros. Participar en este rito es importantísimo, ya que nos purifica, nos reconcilia con Dios y con nuestros hermanos que están presente y ausentes de la celebración, así podemos encontrarnos sin que nos separe el rencor, el resentimiento, el pecado.


Gloria

Luego hacemos el himno de alabanza, el Gloria, este es un canto que hace la Asamblea y que tiene una antigua tradición, es un oración modelo, en ella proclamamos la salvación en Cristo, damos gracias a Padre, y suplicamos a Dios Trinidad, en algunos tiempos se acompaña con repicar de campanas, todo esto con actitud interior de admiración, gratitud, confianza y súplica.


Oración Colecta

Mientras seguimos de pie, el Rito Inicial culmina con la oración de la Asamblea u oración colecta, se llama así porque recolecta las intenciones individuales en una sola oración que se convierte en la oración de la Iglesia, así el sacerdote al final de la oración dice “Por Nuestro Señor Jesucristo tu Hijo que vive y Reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los Siglos de los Siglos” y toda la comunidad reunida le responde “Amen”


Nos sentamos

Liturgia de la Palabra

Ahora nos sentamos para alimentarnos de la Liturgia de la Palabra. 


Lecturas Bíblicas

En la Liturgia de la Palabra, escuchamos lo que nos dice Dios, El se hace presente y habla a su pueblo, esto es un alimento para el alma, es así como vivimos la proclamación de la Palabra como un hecho actual, recojamos de ella su fuerza, la revelación y la salvación de Dios. Si es el caso y nos corresponde proclamarla, preparémosla con anticipación y lo hacemos con dignidad.

Como sabemos la Liturgia de la Palabra puede estar compuesta según el día de una, dos o mas lecturas, el salmo Responsorial y el Evangelio.

En la primera Lectura Bíblica pongamos atención como Dios nos habla por sus Profetas, en la Segunda Lectura, como Dios nos habla por su Apóstol. Luego de oírla, meditamos su contenido.


El Salmo

Entre ambas Lecturas, se recita o se canta el Salmo Responsorial, habrán en el dos acciones, escuchamos y respondemos, el Salmo no es una Proclamación, sino una respuesta a la palabra de Dios. Es muy hermoso cuando se canta el Salmo, y es muy gratificante responder al canto, es parte integrante de la Palabra de Dios y es Palabra de Dios. 

Nos ponemos de Pie

El Evangelio

El Evangelio, lo oímos de pie, es la actitud del resucitado, se saluda con una aclamación, con el Aleluya, que en hebreo significa "Gloria al Señor", al mismo tiempo nos persignamos en la frente, los labios y el pecho, para significar que la palabra del Señor penetra con su poder transformador, hasta lo mas profundo de nuestro ser. Al cantar el Aleluya, saludamos con alegría, es el Señor quien nos va hablar.

Dios nos habla por Cristo, Evangelio significa "buena noticia". Es así como debemos estar muy atentos para oírla, la recibimos con nuestros sentidos y la llevamos al corazón, es Cristo el que se hace presente en la proclamación que hace el Presbítero o el Diácono quien termina con la frase “Palabra del Señor” y besa el libro.

Nos sentamos dispuesto a estar muy atentos, Dios nos habla por su Iglesia, quien preside en nombre de Dios se dirige a nosotros, a toda la Asamblea, allí nos podrá explicar la Palabra de Dios proclamada en las Lecturas, nos actualizará el mensaje al día de hoy, entonces tendremos como confrontar nuestras vidas con ellas.


Profesión de fe

Al finalizar la Homilía, nos ponemos nuevamente de pie y confesamos y proclamamos nuestra fe con el Credo, “Creo en Dios Padre Todopoderoso…” Dios nuestro Padre que está en los Cielos, que ha creado todas las cosas, nos llama a su Reino, Padre amoroso que nos dio la vida. En el Credo está resumido todo lo que creemos los cristianos católicos, es por eso que también se lo llama símbolo o profesión de fe.


Oración Universal

Acto seguido, oraremos por la Iglesia y los hombres en la Oración Universal u Oración de los Fieles, ésta es una oración de intercesión por los demás; de mediación. Ponemos delante de Dios nuestra historia con sus necesidades, angustias, fallas y urgencias.

Es así que pediremos por los que sufren, por los que estaremos reunidos y por todas nuestras intenciones.

Nos sentamos

Liturgia Eucarística

Ahora llegamos al segundo gran momento de la Misa, comienza con la preparación de la Mesa del altar para el banquete eucarístico, es la Liturgia Eucarística. En la Última Cena, Cristo instituyó el sacrificio y el banquete pascual y encomendó a sus discípulos que lo repitieran en conmemoración suya.

Llevamos al altar pan, vino y agua

En la preparación de los dones llevamos al altar pan, vino y agua: los mismos elementos que Cristo tomó en sus manos. Mientras el sacerdote o diácono recibe las ofrendas, entonamos un canto, que simplemente acompaña el momento. 

"Desde el principio, junto con el pan y el vino para la eucaristía, los cristianos presentan también sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad. Esta costumbre de la colecta, siempre actual, se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre para enriquecernos..." (Catecismo de la Iglesia Católica, Nº 1351).

Lavado de manos

Luego, el sacerdote se lava las manos, expresando así su deseo de purificación interior. El sacerdote dice: “Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado”

El celebrante nos recuerda que el sacrificio de la misa es ofrecido por todos


Plegaria Eucarística

En la Plegaria Eucarística se da gracias a Dios por nuestra salvación y se hace la ofrenda del Cuerpo y Sangre de Cristo. Podemos distinguir dentro de ella algunos elementos:

Nos ponemos de pie

Prefacio

En la cual el sacerdote en nombre de todo el pueblo da gracias por la salvación. Todos nos unimos a la alabanza incesante de la Iglesia, cantando a Dios el Santo, que es el canto más importante de la Liturgia de la Eucaristía. Se trata de un canto de inspiración bíblica, tomado en su primera parte del libro del profeta Isaías y en la segunda, del Evangelio de Mateo. 

Con esta aclamación, cantamos nuestra alabanza a Dios creador y salvador y exclamamos nuestro gozo por "el que viene", Cristo Jesús. 

Nos arrodillamos

Nos arrodillamos y le damos la importancia que se merece a esta solemne parte de la Misa. 

Epiclesis

La Iglesia pide al padre que envíe su Espíritu Santo sobre el pan y el vino, para que se conviertan por su poder en el Cuerpo y Sangre de Cristo. 

Relato de la Institución de la Eucaristía y Consagración:

La fuerza de las palabras y de la acción de Cristo y el poder del Espíritu Santo hacen sacramentalmente presentes su Cuerpo y su Sangre. 


Anámnesis

Hacemos memoria del mismo Cristo, recordando principalmente su Pasión, Resurrección y Ascensión. Luego, se presenta al Padre la hostia consagrada. La Iglesia procura que los fieles aprendamos a ofrecernos a nosotros mismos en este momento. 


Intercesiones

Se expresa que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia, del cielo y de la tierra, y que la ofrenda se hace por ella misma y por todos sus miembros, vivos y difuntos. 

Doxología final

Se expresa la glorificación de Dios ("Por Cristo, con Él y en Él...") y se confirma y termina con la aclamación del pueblo: Amén, que es el más importante de toda la Misa, porque con él manifestamos nuestra adhesión decidida a todo lo que el sacerdote ha afirmado durante la Plegaria. 

Nos ponemos de pie

Estamos frente a un milagro, el Pan y el Vino se han convertido en el cuerpo y en la Sangre de Cristo.

Padre Nuestro

Comenzamos esta segunda parte de la Liturgia Eucarística, cuando quien preside nos invita a rezar el Padre Nuestro, es el primero de los pasos que nos prepara para la Comunión. En esta oración pedimos el pan de cada día, aludiendo también a la Eucaristía e imploramos la purificación de los pecados. Los que vamos a acercarnos a recibir al Señor, sólo nos atrevemos a hacerlo desde una postura de mutuo perdón. La monición (invitación del sacerdote a rezar) nos señala distintos aspectos del sentido de esta oración en este momento de la Misa: que nos ha sido enseñada por el auténtico maestro de la oración, que alimenta la fraternidad y la unión de los que comulgaremos con Cristo, que renueva la alegría de los hijos ante el Padre.

Saludo de la paz

No podemos unirnos a Cristo por la Comunión de su Cuerpo, si lo hemos despreciado en alguno de nuestros hermanos donde El se encuentra para recibir nuestro aprecio y cariño. Es así como manifestamos nuestro deseo de vivir en caridad con todos, dándonos fraternalmente el saludo de paz.

Es el saludo de la paz, en el que imploramos la paz y la unidad para la Iglesia y todos los hombres, y nos expresamos mutuamente la caridad con un gesto de amistad y acercamiento.


La Comunión

Jesús quiso manifestarse en el gesto de la Fracción del Pan. El Pan fraccionado es el Cuerpo compartido de Jesús. También significa que nosotros, por la comunión de este Pan de Vida, nos hacemos un solo cuerpo. Este gesto es acompañado por el canto del Cordero de Dios. Con este canto invocamos a Cristo como Redentor, como Cordero que es entregado por todos nosotros, al Cristo Pascual que ha vencido y en la comunión se nos da como alimento.

El momento culminante de la Eucaristía se da cuando la comunidad participa del Cuerpo y Sangre del Señor. Todas las actitudes, palabras, canciones y gestos quieren ayudarnos a expresar, alimentar y educar nuestra actitud de participación consciente en este misterio. 

Comulgar

Vamos a comulgar en procesión, manifestando así que somos un pueblo en marcha, que camina y avanza al encuentro con su Señor. El canto que acompaña esta procesión, alegre y festivo, expresa lo que cada uno vive en ese momento: la relación personal con Cristo y la relación fraterna de todos los que se unen en él. Cuando recibimos la comunión se da un breve diálogo con el ministro que nos dice "El Cuerpo de Cristo", a lo que respondemos "Amén". Este Amén es una profesión de fe y en este momento significa afirmar que reconocemos que estamos recibiendo al mismo Cristo. Luego, como una justa y debida acción de gracias, hay un momento de silencio, en el que también podemos cantar.

Luego de comulgar, guardemos silencio y conversemos con Cristo a quien hemos recibido.

Ritos de despedida


La celebración concluye con una bendición que el sacerdote, en nombre de Cristo, da a toda la comunidad. Bendecir es decir "bien". Dios, que es fuente radical de todo bien, cuando bendice es eficaz en su gracia y en la salvación que da. Luego se despide al pueblo con una frase que no es sólo de despedida, sino también de envío. En esta despedida se disuelve a la Asamblea para que regrese cada uno a sus quehaceres alabando y bendiciendo a Dios. Respondemos dando gracias, lo que ha sido a lo largo de la Eucaristía, que significa precisamente "acción de gracias", la actitud fundamental.

Canto final


El canto final tiene el sentido de una salida gozosa, y acompaña la salida de los ministros.