Saludo en estas fiestas tan entrañables

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

Queridos hermanos en Jesús
Ya estamos celebraremos la Navidad, fiesta vivida intensamente por todos, los papás, las mamás, abuelitos, los hijos de cada familia. 

La Navidad es la fiesta, entrañable conmemoración del nacimiento de un Niño muy especial, y todos sabemos que un recién nacido es una fiesta, y así es, como la esperamos con impaciencia y la preparamos con inmensa a alegría. No es cierto acaso que cuando éramos niños contábamos los días y casi las horas que faltan para la media noche, Nochebuena de Belén.

Todos preparamos en casa, en la parroquia, en el barrio, en la escuela, en el trabajo, en cada rincón de la cuidad el día del nacimiento, y adornamos especiales lugares para crear un clima y un ambiente que nos recuerde donde nació Jesús. Todos vemos como en los principales punto de la ciudad, de cada pueblo, se reconstruye este período navideño con un establo o una cueva como pesebre, y es así como ocupa un lugar central en nuestra Parroquia. Todos nos acercamos como una peregrinación espiritual a nuestro pesebre, como lo hicieron los pastores la noche del nacimiento de Jesús, como lo hicieron más tarde los Magos venían desde el lejano Oriente, guiados y siguiendo la estrella, hasta el lugar donde estaba nuestro hermano Jesús recién nacido para ser el Redentor nuestro

Al visitar el nacimiento en estos días de Navidad, miren al niño recién nacido, contemplen a su Madre, observen a San José, la Sagrada Familia, y entonces piensen en vuestra familia, en la que habéis venido también al mundo. Piensen en vuestra madre el día que les dio a luz, piensen en vuestro padre, recuerden cada sacrificio y preocupación de mantener la familia, de alimentarlos, de mantenerlos sanos y educarlos.

Seguro que todos ustedes conocen desde niño y muy bien estos acontecimientos relacionados con el nacimiento de Jesús. Primero se lo contaron vuestros padres, los abuelos, profesores, catequistas, el sacerdote de su parroquia, las películas, la televisión, entonces cada vez los revivimos espiritualmente durante las fiestas de Navidad, y lo hacemos junto con toda la Iglesia, como lo estamos haciendo hoy.

Hermanos en Jesús, lo sucedido al Niño de Belén, en muchos casos es la suerte de los niños de tantas partes de nuestro país y el mundo, porque un niño es la alegría no sólo de sus padres, de todos sus familiares, de la Iglesia y de gran parte de la sociedad, por eso ahora también los invito a pensar que en nuestros días muchos niños, por desgracia, sufren o son amenazados en distintos lugares de nuestro país, ahí están los casos de la pedofília, ahí están los casos de hambre y miseria, ahí están los que mueren a causa de las enfermedades o de la desnutrición, ahí están los que perecen víctimas del abandono de sus padres, ahí están los abandonados por sus padre y condenados a vivir sin hogar, privados

del calor de una familia propia, soportan muchas formas de violencia y de abuso por parte de los adultos. Pregunto ¿es posible permanecer indiferente ante al sufrimiento de tantos niños, especialmente o sobre todo cuando es causado de algún modo por los adultos o por la forma que vivimos en esta sociedad?

El Niño Jesús, que en Navidad contemplamos en es humilde pesebre, con el paso del tiempo fue creciendo, a los doce años, junto con María y José, fue a Jerusalén con motivo de la fiesta de la Pascua, se recuerdan cuando se separa de sus padres y, con otros chicos, se puso a escuchar a los doctores del Templo, se recuerdan lo que sucedió que, en esa reunión, el Adolescente venido de Nazaret no sólo hizo preguntas muy inteligentes, sino que él mismo comenzó a dar respuestas profundas a quienes le estaban enseñando. Sus preguntas y sobre todo sus respuestas asombraron a los doctores del Templo, la misma admiración que, después causaría en la predicación pública, el episodio del Templo de Jerusalén no es otra cosa que el comienzo y casi el preanuncio de lo que sucedería algunos años más tarde.

Hermanos, en el Niño que contempláis en el pesebre, es el mismo hombre adulto que más tarde, con treinta años, comenzará a anunciar la palabra de Dios, llamará a los doce Apóstoles, será seguido por multitudes sedientas de verdad. A cada paso confirmará su maravillosa enseñanza con signos de su potencia divina: devolverá la vista a los ciegos, curará a los enfermos e incluso resucitará a los muertos

Queridos hermanos, pensemos un momento en la Primera Comunión es sin duda alguna un encuentro inolvidable con Jesús, un día que se recuerda siempre como uno de los más hermosos de la vida. Los niños la reciben solemnemente la primera vez -en la Primera Comunión- y se les invita a recibirla después cuantas más veces mejor para seguir en amistad íntima con Jesús.

Queridos hermanos, pensemos en el Bautismo de nuestros hijos, este es el primer sacramento y el más necesario para la salvación. Cada muchacho y cada muchacha de familia católica conoce bien esta costumbre. En este día se acercan generalmente a la ceremonia junto los padres, los demás familiares, y con ellos los hermanos y hermanas, los padrinos que serán sus compadres y a veces sus principales amigos.

Es costumbre hacer fotos familiares de estos acontecimientos para así no olvidarlo y por lo general, las personas conservan estas fotografías durante toda su vida. Con el paso de los años, al hojearlas, se revive la atmósfera de aquellos momentos; se vuelve a la pureza y a la alegría experimentadas en el encuentro con Jesús, que se hizo por amor Redentor del hombre.

Queridos hermanos y amigos, deseo encomendar la oración los problemas de nuestras familias y de todas las familias que nos rodeamos. Debemos rezar juntos y mucho para que la nuestra comunidad, nuestra sociedad, nuestro país, donde ya somos casi quince millones de habitantes, seamos cada vez más la familia de Dios, y podamos vivir en paz.

Recordemos en esta Navidad, también los sufrimientos que tantos hombres, mujeres y niños de este país, cuántos son víctimas del odio, de la injusticia, del perjurio, de las mentiras de los demás, de la envidia del vecino, del compañero de trabajo, de la incomprensión de sus seres queridos, meditemos precisamente sobre estos hechos, que llenan de dolor nuestros corazones, y busquemos a través de la oración por la paz, el amor y la concordia terminar con el odio y la violencia, la desidia, el desencuentro. Yo se que ustedes detestan estas situaciones y que en estas fiestas sus corazones se llenan de amor, y se unirán a la oración por la paz entre nosotros, con la misma fuerza que lo hacen en la noche de Navidad en cada familia.

Hermanos, permítame recordar además el sentido de nuestra celebración de Navidad, donde Dios llama a cada hombre, y su voz se deja sentir ya en el alma, en su corazón, llama a vivir en el matrimonio, llama a ser sacerdote, llama a la vida consagrada, llama al trabajo en su parroquia, llama a presenciar y participar diariamente y en especial los domingos del milagro que se produce en la Eucaristía, la presencia de el cuerpo y la sangre de Cristo, luego ser invitado de participar de ese banquete, milagro, un gran misterio, pero así lo hizo Jesucristo que, por ser Dios, lo puede todo. Lo mismo que, con su sola palabra hizo milagros así, con su sola palabra, convirtió el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre cuando dijo: «Esto es mi Cuerpo..., éste es el cáliz de mi Sangre...».

Hermanos en Navidad el hijo predilecto de Dios se presenta entre nosotros como un recién nacido; en torno a El sentimos mirada amorosa del Padre celestial y nos alegramos porque Dios nos ama. El hombre no puede vivir sin amor. Está llamado a amar a Dios y al prójimo, pero para amar verdaderamente, necesitamos cada día tener una actitud de vida donde:

• Se es una persona coherente que ama y busca la verdad y ajusta su comportamiento a ella. 
• Vive y da testimonio de su vida en el Señor
• Corrobora todo lo que predica con su vida personal, familiar y profesional. 
• Tiene y mantiene una reputación moral intachable pues sabe que será un modelo y ejemplo a seguir de sus hijos, amigo, familiares. 
• Tiene una recta escala de valores: Dios ilumina su inteligencia, su inteligencia a la voluntad y la voluntad a los sentimientos. 
• Es una persona madura con un gran equilibrio emocional que la hace fuerte para afrontar problemas y dificultades.
• Sabe dominarse y nunca pierde el control de sus emociones frente a los conflictos diarios de esta vida. 
• Le da una gran importancia al respeto que tiene hacia los demás. 
• Es responsable. Está consciente de su deber y nunca se acoge a excusas para dejar de cumplirlo. 
• Es una persona prudente, justa y moderada en su manera de hablar, que utiliza un léxico digno, respetuoso, amable y adecuado a las circunstancias. 
• Es una persona alegre, optimista, positiva y sonriente, que sabe acoger a los demás. Tiene tiempo para escuchar a sus amigos, compañeros de trabajos, familiares cuando se acercan a él. 
• Transmite el valor de la convivencia, promoviendo siempre actitudes de respeto, y sembrando un ambiente de cordialidad y amabilidad ante cualquier circunstancia.

Hermanos, Dios los ama, y con ocasión de estas fiestas navideñas que son particularmente queridas, le deseo unas fiestas alegres, gozosas y en completa paz, espero que en ellas vivan una experiencia muy intensa del amor de vuestros padres, de los hermanos y hermanas, y de los demás miembros de vuestra familia. Que este amor se extienda después a toda vuestra comunidad, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, la señora que les atiende la casa, el jardinero, el gasfiter, el cartero, el casero, el hombre que les retira la basura, y tanto otros miembros de nuestra comunidad. El mejor regalo navideños que le podemos hacer a Jesús en su día de Natividad, no tiene nada que ver con el consumismo que observamos, no se compra en el Mall ni en el negocio de la esquina o mas allá, el mejor regalo es entregando amor a quienes más lo necesitan, en especial a los que sufren y a los abandonados, a los que hemos ofendido, a los que hemos olvidado, por eso les hago una pregunta ¿Alguien conoce una alegría mayor que el Amor? ¿Qué alegría más grande para Jesús, la que tú pones en el corazón de los hombres?

Hermanos 
Reciban de mi, todo mi cariño, el mismo amor que siento por cada uno de ustedes cuando le pido al señor que reciban la bendición de nuestro Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Feliz Navidad y recibid en cada de vuestros corazones a Jesús.