La Natividad de Jesús

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

Queridos amigos, oídme con atención, os voy a narrar como aconteció la natividad de nuestro Salvador

César Augusto, era emperador romano, Cirenio era gobernador de Siria. A fin de saber cuanta era la población de sus dominios, desde Roma ordeno un censo. Para esto, todos los habitantes tenían que inscribirse en sus ciudades de origen.

Así fue como todos acudieron a su ciudad para inscribirse. José, esposo de María, era de la casa de David, que era de Belén en Judea, sin embargo el vivía en Galilea, para ser más preciso en la Ciudad de Nazaret, entonces ellos tuvieron que viajar al lugar de origen para inscribirse en el censo.

La disposición superior mandaba a que cada cual fuese al pueblo donde había nacido para ser empadronado.

Para llegar a Belén desde Nazaret, hay que pasar por las tierras de Samaria y luego pasar por Jerusalén. 

En ese momento, ya María estaba en cinta y muy próxima a dar a Luz, por esos sucedió que mientras ellos estaban en Belén, se cumplieron para María los días para el alumbramiento.

Mucha gente había llegado a Belén, entonces no había sitio para alojamiento, entonces alguien de buen corazón les presto un lugar en el que comían algunos animales domésticos, para que allí se protegieran.

Y en ese lugar, quiso Dios, que María diera a Luz a su hijo primogénito. El Salvador de los hombre no nació en ningún palacio, ni en una cama especial, por esa razón luego de nacer y cubrir al niño con pañales, le acostó en un humilde pesebre.

Como ese era un sitio para los animales, había muchos pastores por aquel lugar, estos velaban y guardaban vigilias en las noches por sus rebaños. Mientras así sucedía, un ángel del Señor se presentó ante ellos, por cual fueron sorprendidos y maravillados, porque la gloria del Señor los rodeó de resplandor. Como es natural en estos casos, en un instante ellos tuvieron un cierto temor, pues aún no sabían que hermosura había tenido suceso por ese lugar.

Pero el ángel les tranquilizo, y dulcemente les dijo, Pastorcillos, no temáis, porque les doy muy buenas noticias, estas son de gozo, entonces os traerá mucha alegría, además esta será para todo el pueblo. Ellos, sin dejar a un lado la sorpresa, escucharon atentamente al ángel, quien les dijo luego; hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor.

Unos a otros se miraban los pastores, preguntándose a si mismo, el significado de esta grandiosa noticia. Así es, como el ángel les dijo; esto os Servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. 

Aún no salían de su asombro, cuando de repente Apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y Decían: 

¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres de buena voluntad! 

Entonces aconteció que, cuando los ángeles se fueron de allí a cielo, los pastores tomaron la decisión de ir a ver cual era la maravilla que se les había hecho saber. Así es como se acercaron hasta aquel lugar donde había sucedido tan hermosa natividad, y ver con sus ojos los que el Señor les había dado a conocer. 

Los pastores se apresuraron, y nada los detuvo hasta llegar a un establo, tradicional lugar cubierto en el que se encierra y se guarda el ganado. Tímidamente, pero decididos, se asomaron y hallaron a María y a José, y al niño recién nacido acostado en el pesebre. 

José, hombre de buen corazón, les dio la bienvenida, y los hizo pasar, María, como siempre con su dulce mirada, les sonrió para que se sintieran en confianza, así, ellos se acercaron. Ellos a su vez, le dieron a conocer lo que les había sido dicho acerca de este nacimiento el ángel.

Todos pusieron mucha atención al relato de los pastores, así es como al oír tan bellas expresiones se maravillaron. Además los pastores comentaron con gran detalle todo los que les había sucedido. Sin embargo, María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su Corazón. 

Así es como los pastores, se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y por todo cuanto había visto, tal como a ellos se les había dicho.

Así es como aconteció la natividad de nuestro Salvador, en un pesebre, en un establo, no fue debajo de árbol, por eso os pido, que seáis como los pastores, sencillos y humildes, y acudid al pesebre a adorar a Jesús, y evitad que las ramas de los abetos, no nos dejen ver la maravilla de nuestro Salvador.