La lágrima de Dios

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

Preámbulo


No había ninguna nube en el cielo, era intensa la claridad del día y sin embargo no lograba ver, trataba de mirar hacia el futuro por si allá era posible ver alguna salida, y no veía nada, cerré los ojos y repasé en mi memoria uno por uno cada amigo, por si podía contar con alguien, hasta que el dolor emocional comenzó a hacerse insoportable, en ese punto la desesperación era también intensa, de tal modo que la angustia y el sufrimiento contaminaba mi razón y anulaba en mi toda forma de pensar. Entonces traté de buscar una solución en mí, y no lograba encontrar la fuerza positiva para levantarme, entonces comencé a sentir como las fuerzas negativas, nutridas de los aspectos desfavorables y dañinos de las actitudes de mi vida pasada, daban palos contra mi alma a fin de provocar el golpe de gracia.

Es así, como llegué a tomar mi inesperada decisión influenciada por mi pesar, yo ya no quería vivir, y le deje mi destino a la razón ya atrapada por el sufrimiento, la que me sentenció que debía aceptar morir. Así fue, como llegue a este punto de mi vida, como si estuviera junto a un desolado barranco a punto de cumplir la sentencia, entonces me acerque, levante las manos hacia el cielo, cerré los ojos y sin esperar algo, sentí sobre mi rostro la fuerza de una gota de agua, luego otra y otra, hasta que llegaron a mis labios y guste de su sabor. Entonces retrocedí un paso atrás, abrí los ojos, y mire al cielo, pero no había ninguna nube, entonces me pregunte ¿y estas gotas sobre mi cara de donde vienen?, guarde silencio total, estaba solo, pero me sentí acompañado, entonces nuevamente llegaron hasta mi otras gotas, en ese minuto comprendí que alguien lloraba por mí, ¿quien podría ser me dije?, y en el silencio pude darme cuenta de quien podía sufrir por lo que estaba por hacer, pues la gotas sabían a amor de Padre que ama a su hijo, pero ¿El?, me pregunte, pero como ¿él llorando?, ¿acaso Dios sufre por nosotros?.


ARRE ARRE


Si estoy escribiendo, es porque tengo la convicción que así es, somos seres humanos, pero somos su milagro, por eso Dios sufre si no actuamos como él nos hizo, por que el nos hizo con amor, y amor es vida, y él nos hizo fuertes, capaces, nos dotó de inteligencia, nos entrego dones y. talentos, y tenemos que buscarlos en nosotros, por que están en nosotros, esas cualidades que nos entregó Dios, nos harán entusiasmar, cuando tengamos un problema, digamos esta palabra que nos entusiasmará y nos estimulara para avanzar, digámosla con fuerza ARRE, ARRE, eso es ARRE, que es ACEPTATE, RECONOCETE, REANIMATE, ENCUENTRATE y entonces sentirás que todo lo que te ha pasado, es para que comiences una vida nueva, hazte nuevos propósitos, y vas a reconquistar tu felicidad, y te darás cuenta que podrás conseguirla. No temas comenzar de nuevo, eres la creación de Dios, y si aceptas eso, el camino hacia la felicidad lo encontrarás pronto, porque el aceptar que eres un milagro de Dios, todo lo que enfrentes será superado.

Aunque mentes brillantes traten de convencerte de lo contrario, no hay ninguna duda, Dios se conmueve, eso lo percibimos en Cristo, en El se manifiesta no sólo el rostro de Dios, sino también la perfección del hombre. Escuchen con atención Los Evangelios y descubrirán a un Jesús conmovido ante Dios: "Se llenó de gozo Jesús en el Espíritu y exclamó: 'Yo te bendigo Padre'". Ante los demás: como en los casos de la viuda de Naín y la muerte de Lázaro, "se estremeció por dentro y se conmovió". Recuerden Getsemani, donde sintió sus propios sufrimientos. Recordemos a Cristo en la Cruz, encarna la figura del siervo de Dios, hombre de dolor, que lleva sobre sus espaldas los sufrimientos de los hombres de la tierra, La Carta a los Hebreos, (Hb 4,15), donde se destaca que esta solidaridad le permite comprender la condición humana.

En efecto, en Cristo, nosotros como cristianos, nos sentimos comprendido y querido por Dios. 

"Si alguno está cansado y agobiado, que venga a mí y yo lo aliviaré", (Mt 11,29.).Y es invitado a imitar sus sentimientos: "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón"(Mt 11,29.). Así es, la piedad cristiana ha obtenido una fuente de inspiración y consuelo en el corazón de Cristo.

Los hombres cuando nos acercamos a Dios, nos convencemos de su infinita misericordia, miremos a Moisés, un hombre que se dirige a Dios y exclama "Dios, misericordioso y clemente, tardo a la cólera, rico en piedad y fiel, que mantiene su amor por mil generaciones"(Ex 34,6-7.). 

En el Nuevo Testamento, la imagen de Dios está reflejada por toda la vida y la predicación de Jesucristo, que revela su paternidad. Dios es Padre de Jesucristo, y así también de todos los hombres, el se preocupa de nosotros, y nosotros no podemos olvidarnos de él.

Así fue como me retire del barranco, porque el atentar contra mi, no es una elección de vida, es algo que sucede cuando la desesperación y el dolor no nos permiten ver los recursos que tenemos para afrontarlo, el recurso de la fe. Desde niños nos enseñan nuestros padres diversas formas de solucionar los problemas, pero el mejor estimulo para afrontar una situación difícil, nos llega cuando nos acordamos de Dios

Es así, como algo muy importante en cada uno, es el amor por lo demás, que también es la preocupación por la vida de los demás, de esta forma sabremos interpretar los síntomas tan usuales en los hombres y acudir en su ayuda cuando más necesiten de esta, por tanto estemos atentos a las diversas situaciones que nuestro prójimo manifiesta para ir en su ayuda.

Debemos preocuparnos si observamos tristeza persistente, eso de romper a llorar sin saber por qué, desesperación, impotencia, sensación de negativismo, pesimismo, fatiga o pérdida de interés en actividades comunes de cada uno. Alteración en los patrones de sueño y alimentación, irritabilidad, eso de enojarse fácilmente por pequeñas cosas que antes no molestaban, ansiedad, pánico, dificultad para concentrarse, recordar o tomar decisiones, aislamiento incapacidad o falta de interés en comunicarse. 

Estos signos, que pueden ser conscientes o inconscientes, son muchas veces un grito de ayuda de una persona que no es capaz de expresar lo mal que se está sintiendo. La presencia de estos signos no indica necesariamente que quiere atentar contra su vida, pero conviene estar atentos. 

Muchas veces oímos decir cosas como: "todo el mundo estaría mejor sin mí"; "no importa; no estaré aquí mucho tiempo más"; "lo sentirás cuando esté muerto". Respecto a estas expresiones hay que tenerlas muy en cuenta y no considerarlas sólo palabras sin sentido.

Si nos damos cuenta de algún extraño indicio de alguien, yo creo que lo mejor es preguntárselo, lo más seguro es que le darás una oportunidad de hablar libremente, ya que el que esta ahogado en algo siempre recibirá como un bello gesto que un amigo o un familiar le escuche, esto puede ayudarle mucho. 

Cuando alguien esta en dificultades, no lo dejemos solo. Escuchemos atentamente lo que tenga que decirnos sin juzgarle. No tratemos de minimizar sus problemas e intentemos ponernos en su lugar y entender lo que siente. Recordemos que para esa persona que sufre, sus problemas son tan graves como para preferir pensar en la muerte antes que seguir soportándolos. 

De la misma forma si estamos nosotros en problemas, es bueno pensar en nuestras metas planeadas, nuestras esperanzas y deseos para el futuro y sobre todas en esas personas que valoramos. Es bueno hablar con las personas que son importantes para nosotros y comunicarse con Dios, pedir su fortaleza. No olvidemos a nuestra madre, y a nuestra Santa Madre la Virgen, no he conocido hombre que haya dicho que no ha sido atendidos por sus oraciones, no olvidemos a nuestro hermano Jesús, su corazón es cariñoso y comprensivo. 

En efecto, nuestro amor por el Señor, permitirá sanar nuestras heridas, no vamos a probarle a nadie nuestro amor si lo hacemos llorar por nuestra muerte, pero si le permitimos entrar en nuestro corazón, es amor permanecerá toda nuestra vida a través del recuerdo de los momentos felices, de aquellos que nos hacen sonreír, nuestra familia, hijos, hermanos, amigos.

Dios nos entregó esa facultad de elegir nuestro camino, nuestra forma de vida, es así como es bueno elegir amar en lugar de odiar, es mejor reír que llorar, hagamos hoy las cosas que nos son necesarias, no la aplacemos, el amor por la vida es crecer y lo contrario es consumirse, por eso siempre optemos por la vida y no la muerte, reflexionemos sobre esos al pisar el acelerador por ejemplo cuando deseemos ir más rápido por la carretera. 

Aprendamos a sentir la presencia de Dios en cada acto de nuestra vida, la veremos con más optimismo y por supuesto que con esperanza.

Si dejemos atrás los temores, no tengamos sentimientos de derrota, Dios esta a nuestro lado desde siempre, llamémoslo, busquémoslo, no vivamos sin El, porque un segundo sin El, estamos absolutamente perdido.