Moral Cristiana
La justicia

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

“Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” (Mt 5,6)

¿Quiénes son los verán a Dios?, los que han sido justos

Intentare definir lo que es justicia, de una forma que sea entendible para la mayoría, siempre es bueno conocer el origen de las palabras, el motivo de su existencia, de su significado y de su forma etimológica, algo que no haré en este caso. Esta palabra, que además es una de la virtudes cardinales, expresa un sentimiento muy importante, es una de las mas clamadas y oídas, pero es la que menos caso se le presta en la vida de los hombres.

Decimos entonces que es la inclinación o la tendencia a dar y reconocer a cada uno lo que le corresponde, es el actuar sin favoritismo, lo que debe hacerse según el derecho o la razón, todo aquello que el pueblo espera de sus gobernantes, todo aquello que hace el organismo o autoridad encargados de aplicar las leyes y de castigar su incumplimiento, el administrar justicia, dictar sentencia aplicando las leyes en un juicio y hacer que se cumpla, hacer justicia a alguien y tratarlo como le corresponde por sus propios méritos o condiciones, ser como corresponde según el derecho o la razón

Son muchos los fragmentos de las sagradas Escrituras donde leemos la palabra justicia, todos utilizamos esta palabra desde siempre, tanto para reclamarla como para hablar de ella, y hemos descubierto por nuestra propia cuenta cuan grande es, mucho más de los que son los hombres, más que toda la realidad de nuestra vida, pero lo increíble, es lo difícil de conseguirla de nosotros mismos, es así, como parece que a través de toda nuestra vida nos sentimos que no la hemos tenido plenamente y tenemos sensaciones y sentimientos de escasez y de insaciabilidad de justicia, hambre de ella, y con tristeza observamos cada día como el mundo y los hombres no tienen capacidad de darle solución a este requerimiento.

Entonces no nos queda otro camino que buscarla en quien realmente la puede dar, y no dirigimos a Dios, porque en El tenemos la convicción absoluta que tiene la forma de aplicarla con el reconocimiento total de culpables o inocentes que ha lo hace con la perfección imposible de imitar por los hombres.

Con este sentido, la única forma de conocer la justicia es ir por el camino del anuncio del mensaje de Jesucristo, este es el verdadero alcance que le debemos dar a la justicia, en nuestra vida humana, en toda nuestra sociedad, porque es básico para la vida, la existencia y convivencia de los hombres.

A través de nuestra historia, a lo largo de los siglos, la justicia ha sido solicitada con llantos, lágrimas y sufrimiento, más que con alegría, se ha reñido con todo el concepto ético y moral de la sociedad, siempre que han tratado de aplicarla con plenitud, se ha buscado alguna sustitución de la justicia aplicando algo según la conveniencia.

Por que dar y reconocer a cada uno lo que le corresponde, y actuar sin favoritismo, nunca ha sido una cosa fácil, porque siempre hay algo que influye y produce un grado menos de justicia de la que se debe aplicar, y esto puede ser el color de la piel, la edad, la jerarquía, la nacionalidad, el cargo, el oficio, la situación económica, las creencia religiosas o el buen o mal defensor que se tenga.

Todos reconocemos nuestra gran necesidad de hacer una vida en el entorno del cual depende el sentido y el valor de esta palabra, justicia, siendo justos y actuando con todo con justicia, con todos los hombre sin distinción y en todas las circunstancias, y eso no es otra cosa que el mandamiento de amor hecho por Jesucristo, Jesús le respondió a los fariseos, (Mt 22, 34-40): "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Éste es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas", esto es, porque no puede ser posible la justicia sin amor, y no puede concebirse el amor sin justicia.

Hacer justicia a alguien es tratarlo como le corresponde por sus propios méritos de ser un hombre más, un hijo del mismos Padre, y Dios nos ama a todos porque somos sus hijos, y amando a los hombres amamos a Dios, ser justo significa dar a cada uno cuanto le es debido, si a Dios le debemos amor, dándosele a su hijos, el se sentirá amado por nosotros.

Por todo esto es indispensable que conozcamos y profundicemos lo que es la justicia, no es una materia de ciencia cívica, es una virtud, y a ella se llega con un corazón dispuesto a que sea habitado por Dios. “La justicia es un inestimable tesoro depositado en le alma”, decía San Clemente, como no va a serlo si es algo que puede hacernos realmente felices, por que eso es tener también el tesoro de Dios en nosotros.

"El Señor es misericordioso y justo”, repetimos incansablemente esta bella monición, porque la justicia de Dios siempre viene acompañada de su misericordia, especialmente porque nunca nos sanciona de acuerdo a la gravedad de nuestras faltas.

Así como el amor va de la mano con la justicia, también va de la mano con la verdad, es así como, Dios quiere la misericordia y la verdad al mismo tiempo, por eso siempre seremos justos, si amamos la verdad, por que Dios ama a estas tres cosas por igual, ama la justicia y la verdad sin diferencias.

Entonces ya podemos concluir que la justicia perfecta consiste en no hacer a otros el mal que no quisiéramos que se nos hiciese a nosotros, en desear a todos los hombres lo que deseamos para nosotros, y en amar por amor de Dios, no sólo a nuestros amigos, sino también a nuestros enemigos, y en nunca abandonar la verdad, con estos dos elementos, amor y verdad, seremos mas justos, y con ellos candidatos a un buen premio, como el que nos dijo San Agustín, "El premio de los justos es el mismo Dios: este es al que aman y quieren, y si aman otra cosa, no será casto su amor”. 


Por comprender esto, “Gracias Señor