Moral Cristiana
La ira pasión destructora

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

I. Introducción

La ira, es el enfado, el enojo, el disgusto, la cólera, todos sentimientos de indignación violentos, es la furia contra algo o alguien, es la peor de las molestias, es el trastorno del enojo.

La ira, no solo produce molestias y heridas a quien la recibe, también mucha pena y es alimento del rencor, por tanto es un estado vergonzoso del hombre, esto es la ira es una pasión indigna.

¿Es posible no sentir ira?, ¿es posible no enojarse?, talvez no, ya que esta es una emoción de la naturaleza del hombre, pero no tener control sobre la ira, es algo no solo peligroso, es malo, porque este descontrol da lugar al pecado, a la destrucción de las relaciones entre los hombres, la ira descontrolada da origen a la agresión física y verbal, la ira atenta contra el respeto a nuestro prójimo y contra nosotros mismos.

La ira siempre esta acompañada de un lenguaje ofensivo e hiriente, y esta puede producir sentimientos de venganzas, por tanto bajo el estado de cólera puedes ser presa fácil del demonio.

La ira es un sentimiento del hombre, que depende del temperamento de la persona y en muchos caso de los patrones de conducta aprendidos en el seno familiar, esta muy influenciado por las experiencias de injusticia, es herencia de asuntos doloroso nunca resueltos, que llevan implícitas situaciones de pesar y sus consecuencias es la incapacidad de perdonar al prójimo, de perdonarnos a nosotros mismos, es así como produce incapacidad de aceptar la voluntad de Dios. 

La falta de tranquilidad en el corazón de los hombres, la impaciencia, el descontrol sobre si mismo, la negativa a aceptar el punto de vista de los demás, alimenta la ira, por tanto es necesario tener conciencia que cada persona tiene derecho a tener diferentes opiniones, y no dejarse llevar por la ira, especialmente si nuestras opiniones no son consideradas.

La ira atenta contra nuestro prójimo, y si decimos que tenemos que respetar a nuestro prójimo, entonces recordemos que los mas cercano están en nuestra propia familia con quien convivimos y ellos no pueden ser consecuencia de nuestra ira, pero tenemos un prójimo aún mas intimo, y ese habita en nuestro corazón y ese es Jesús, y no podemos descargar nuestra ira sobre nuestro propio cuerpo. Es así como reconozcamos con humildad al Señor que tenemos sentimientos de ira, y solicitemos su ayuda para controlarla, pero no para reprimirla y amargarnos porque no podemos desahogarnos, sino para apartarla o liberarla de forma tal que no le provoquemos daño a otras personas.

No confundamos el control sobre este mal sentimiento con reprimir, porque podríamos acumular resentimientos y esto nos va a impedir que tengamos paz interior, es así como en esta situación, pidamos un buen consejo, acudamos a quien nos pueda ayudar a la paz espiritual, y no dejemos de acudir a nuestro Señor, con humildad y disposición, el nos comprenderá y nos dará la fuerza que necesitamos para ganarle a esta negativa emoción. 


II. Definiciones

La Ira es uno de los siete pecados capitales. Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen, o también pueden ser comprendidos en los pecados capitales que la experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a S. Juan Casiano y a S. Gregorio Magno (mor. 31,45). Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Entre ellos soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria, gula, pereza. (CC 1866)


El Pecado Capital o Vicios.

De acuerdo a Santo Tomás (II-II:153:4) “un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos pecados todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal”. Entonces, no es la gravedad del vicio en sí mismo que lo torna en capital sino el hecho que da origen a muchos otros pecados. Estos son enumerados por Santo Tomás (I-II:84:4) como vanagloria (orgullo), avaricia, glotonería, lujuria, pereza, envidia, ira. 

"El necio da rienda suelta a toda su ira, más el sabio al fin la sosiega" (proverbios 29:11).


III. La Ira, pasión destructora

Cuando alguien recibe ofensa o insultos muy graves contra la honra o dignidad, se enfrenta a una situación difícil de controlarse. Lo peor es que si no ha dado una respuesta, pierde la tranquilidad hasta el desagravio.

La Ira, provoca una pasión destructora y es la causante de grandes tragedias. En efecto, son irreparables los males que ha provocado un instante de descontrol y cólera. 

Son muchas las familias, amigos, vecinos y compañeros de trabajo, que no han sabido controlar la pasión de la ira y hoy se sienten como verdaderos enemigos.

También son mucho los graves errores que se ha cometido en el mundo, motivado por los impulsos de cólera. Muchos llantos y lágrimas han sido provocados por arrebatos incontrolados. Es así, como la ira tiene una gran fuerza destructora.

Nosotros mismo, sabemos en conciencia, como hemos sido arrastrados por el impulso de la cólera, la rabia o la ira. Y luego también hemos sentido en nuestro corazón indignación por no haber sabido dominar esta pasión. Peor no hemos sentido cuando sabiendo lo mala que es, volvemos a ser dominado por ella.

La ira, no solo nos produce enemistarnos con los demás, también nos produce grandes males a nosotros mismo. El pesar de haber experimentado pasiones de ira, no solo nos produce vergüenza, también dolor. 

A todos nos sucede, que al observar a dos personas dominada por la pasión de la ira y enceguecida por los arrebatos, nos decimos que incomprensible una obcecación así. Sin embargo, no siempre somos capaces de ayudar a quien la razón no le deja pensar en la torpeza que esta cometiendo.


IV. Nuestra fe y la Ira


En el Catecismo Católico, encontramos los párrafos siguientes:

1765 Las pasiones son numerosas. La más fundamental es el amor que la atracción del bien despierta. El amor causa el deseo del bien ausente y la esperanza de obtenerlo. Este movimiento culmina en el placer y el gozo del bien poseído. La aprehensión del mal causa el odio, la aversión y el temor ante el mal que puede venir. Este movimiento culmina en la tristeza del mal presente o la ira que se opone a él. 

1772 Ejemplos eminentes de pasiones son el amor y el odio, el deseo y el temor, la alegría, la tristeza y la ira

1866 Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen, o también pueden ser comprendidos en los pecados capitales que la experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a S. Juan Casiano y a S. Gregorio Magno (mor. 31,45). Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Entre ellos soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria, gula, pereza. 2539

2259 La Escritura, en el relato de la muerte de Abel a manos de su hermano Caín (cf Gn 4,8-12), revela, desde los comienzos de la historia humana, la presencia en el hombre de la ira y la codicia, consecuencias del pecado original. El hombre se convirtió en el enemigo de sus semejantes. Dios manifiesta la maldad de este fratricidio: "¿Qué has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo. Pues bien: maldito seas, lejos de este suelo que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano" (Gn 4,10-11). 401

2262 En el Sermón de la Montaña, el Señor recuerda el precepto: "No matarás" (Mt 5,21), y añade el rechazo absoluto de la ira, del odio y de la venganza. Más aún, Cristo exige a sus discípulos presentar la otra mejilla (cf Mt 5,22–39), amar a los enemigos (cf Mt 5,44). El mismo no se defendió y dijo a Pedro que guardase la espada en la vaina (cf Mt 26,52).

2302 Recordando el precepto: "no matarás" (Mt 5,21), nuestro Señor exige la paz del corazón y denuncia la inmoralidad de la cólera homicida y del odio: 

La cólera no nos permite saber lo que hacemos y menos aún lo que decimos, porque cuando un hombre esta dominado por la ira, esta abandonado a la razón.


La Sagradas Escrituras no dicen:

Y extranjeros edificarán tus muros, y sus reyes te servirán; porque en mi ira te castigué, mas en mi buena voluntad tendré de ti misericordia. Isaías 60:10

"Deja la ira y abandona el furor, no te irrites, solo harías lo malo" (Salmo 37:8).

"El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal, y sus labios no hablen engaño. Apártese del mal y haga el bien; busque la paz y síguela. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra los que hacen el mal"(I Pedro 3:10-12).

"Enojados, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis oportunidad al diablo" (Efesios 4:26,27)

"Humillaos bajo la poderosa mano de Dios para que Él os exalte a su debido tiempo, echando toda ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros" (I Pedro 5: 6,7).

"Porque no nos ha dado Dos espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio" (2 Timoteo 1:7). "No te apresures en tu espíritu a enojarte, porque el enojo se anida al seno de los necios"(Eclesiastés 7:9)

"Sed de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu de humildad, no devolver mal por mal, o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fuisteis llamados con el propósito de heredar bendición" (1 Pedro 3:8,9).

"Por tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, vestíos de profunda compasión, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia" (Colosenses 3: 12).

"Andad en el espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne" (Gálatas 5: 16). "El fruto del espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio, contra tales cosas no hay ley" (Gálatas 5: 22,23).


V. Reflexión

De las pasiones y emociones del hombre, esto es el placer, el amor, el miedo y la ira, la última una de las más perniciosas para el ser humano. 

La ira impide actuar de forma serena y produce alteraciones de la conducta que llegan a ser extremas. 

La ira está muy relacionada con los fracasos, frustraciones y conflictos del hombre. Lo peor es que la ira crea situaciones de violencia en muchos casos y en los que no, lleva a los individuos a alimentar odios y resentimientos. 

Por supuesto, que el odio es el sentimiento contrario al amor, pero lo peor, es quien lo padece no conoce la palabra perdón.

Es así, como cristianos, no podemos ser dominados por esta pasión, que nos aleja del principal precepto que tenemos de amar a Dios y a nuestro prójimo, por tanto, debemos hacer un esfuerzo para lidiar con la rabia, la ira y el odio. Este esfuerzo, nos traerá mucha paz a nuestro corazón.

Si bien es cierto que es necesario descargar nuestras rabias, aprendamos a hacerlo de una forma lejos de toda violencia y odiosidad. La reflexión, la meditación y la oración siempre será un buen método, pues esta nos reconforta y nos lleva a la calma. 

A pesar de que vivimos en un mundo agresivo, recordemos que nuestra misión es la paz entre los hombres, la paz de Cristo. Busquemos y motivemos la paz anímica y espiritual, haciendo todo el esfuerzo posible para desterrar la ira, hagámoslo por Cristo nuestro Señor