La comunicación no verbal con Dios

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

Un testimonio

A unos cien metros de mi, mientras caminaba muy de prisa hacia la Iglesia, a pedir al Párroco que fuera a rezar por mi hijo que agonizaba, observé como un mendigo tambaleante se ponía de pie y se aprestaba a poner la mano para pedir limosna, entonces le quité la mirada para que no me entretuviera, al llegar al templo me dijeron que el Sacerdote estaba en un Retiro en otro lugar, entonces salí desconsolado, y me apoyé en el muro junto a la puerta, cuando sentí una mano sobre mi hombro, miré y era el mendigo, y le dije ¡quítame las manos de encima!, sólo recuerdo que me miro profundamente, luego sin hablar fui invitado a entrar al templo, caminamos hasta la primera banca, nos sentamos, y cerramos los ojos, no nos dijimos nada, transcurrido unos diez minuto abrí los ojos para mirarlo y no estaba, salí del templo y se había ido, entonces me acordé de mi hijo y Caminé rápido a casa, al llegar todos me miraban boca abierta sin decir nada, entonces entre al dormitorio de mi hijo, y me miro y me saludo con una sonrisa, y desde esa fecha hace ya 5 años, que vengo silenciosamente con el y nos sentamos en la última banca, silenciosos, sin hablar, nos persignamos y cerramos los ojos unos 10 minutos, nos damos un abrazo y regresamos a casa. 

1º La Comunicación con Dios

Persignarse, o santiguarse con la Señal de la Cruz, formada con dos dedos de la mano o con el movimiento de esta, representando la Cruz en la cual murió Jesucristo, es un saludo al Señor, con el lenguaje del cuerpo, para ponerse a su voluntad y encomendarse plenamente a EL con el corazón.

Es difícil recordar en que momento aprendí a hacer la Señal de la Cruz, pero desde niño sentí que era algo de un gran significado, mi madre me la hacía al dormir, luego también aprendí que era el rito inicial al salir de casa al iniciar la mañana, y que al pasar frente a la Iglesia, había que hacerla, y cuando asistíamos a Misa, estaba pendiente de los momentos y situaciones en las cual había que repetirla.

Encomendémonos a Dios, es lo que recuerdo que me enseñaban mis padres, y al preguntar por que, porque así le hacíamos encargo a Dios para que nos cuide. 

Ponerse en manos del Señor con la señal de la cruz, al comienzo de algo, significa la gracia de la redención que Cristo nos ha adquirido por su cruz, en ella murió Nuestro Señor Jesucristo para alcanzarnos la salvación eterna. Así, la cruz se ha convertido en signo de esperanza.

En efecto, los cristianos comenzamos por la mañana nuestra diaria jornada con nuestra señal de la cruz, todas nuestras oraciones, muchas de nuestras reflexiones son seguidas de la señal de la cruz, persignarse es nuestra acción más significativa, no podemos comenzar ninguna oración sin antes hacer la señal, “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”. 

Este movimiento de la mano que hacemos como recuerdo en lugar que murió Jesucristo, nos consagra, esto es hacer sagrada nuestra vida, nos da fortaleza, nos permite no caer en la tentación, nos permite salir de las dificultades, nos entrega paz, nos calma, es el lenguaje corporal de mayor relevancia en nuestra vida.

Cuando hablamos con Dios, es el único movimiento corporal que hacemos, cuando hablamos con alguien hacemos muchos, cuando nos comunicamos con Dios, basta solo cerrar los ojos y le entregamos toda la información que deseamos comunicar y sin abrirlos, esto es sin mirar, obtenemos todo lo que Dios nos entrega, cuando hablamos con alguien, sólo una pequeña parte de la información que obtenemos de esa persona procede de sus palabras. 

He oído decir y en algunos casos lo he leído, que las investigaciones estiman que entre un 60% y un 70% de lo que comunicamos lo hacemos mediante el lenguaje corporal, esto es no verbal, con gestos, apariencia, postura, mirada y expresión.

¿Como nos damos cuenta que al encomendarnos a Dios, el no nos abandona ningún segundo? 

Cuando esta acción de encomendarnos a Dios es permanente, esto es desde nuestro despertar en la mañana, hasta el cierre de los ojos al disponernos a dormir en nuestras últimas horas del día, el efecto de esta comunicación tiene lugar a nivel del espíritu, y en especial cuando deseamos un modo de vivir arreglado a los ejercicios de perfección y aprovechamiento en el, y lo percibimos cuando en alguna ocasión después de estar sólo unos minutos conversando con alguien a quien acabamos de conocer, sentimos algo especial y llegamos a la conclusión de que esa persona no es de fiar o no nos gusta, sin que podamos explicar el motivo exacto y por alguna razón nos decimos, “esta persona tiene algo que no me gusta". 

Ese "algo" procede, casi con toda seguridad, que hemos recibido la protección divina, y con su ayuda hemos percibido el lenguaje corporal que nos han transmitido. También nos sucede a la inversa, cuando hablamos con alguien es posible que le estemos diciendo mucho más de lo que creemos. De este modo, nuestras emociones se ven influidas por otras personas sin necesidad de decir una sola palabra, pues puede bastar una determinada postura, mirada y gesticulación para hacernos sentir incómodos, nerviosos, como molesto o enfadados, algo nos dice que nos cuidemos de nuestro interlocutor, de modo que debemos cuidarnos de toda la información que estamos transmitiendo.

Entonces nos damos cuenta que esta comunicación no verbal y permanente al encomendarnos, es algo divino. La mejor oración es la íntima comunicación con Dios, es una comunicación muy sensible, no sentimos abrazados de amor y de paz.

2º Comunicación con los Hombres

La conversación entres los hombres, es siempre acompañada con el lenguaje del cuerpo, generalmente al conversar con alguien, los movimientos de los brazos, de las manos, los ojos, buscan complementarse de manera unida para enviar el mismo mensaje, aunque a veces es posible enviar mensajes contradictorios, como cuando alguien está narrando una historia divertida pero la expresión de su cara es triste. Entonces no percibimos que mientras él habla, está pensando en otra cosa, tal vez en lo siguiente que va a decir, y luego nos damos cuenta que la expresión de su cara se corresponde con lo que está pensando y no con lo que está diciendo y así nos deja sorprendido. 

En otras ocasiones, nos sentimos confundidos, especialmente cuando al mismo tiempo, nos están trasmitiendo en forma unida rabia, miedo y ansiedad sin saber para que y porque. 

Cuando nos enfrentamos a un desconocido, nos comunicamos principalmente a través de los ojos, esto ocurre por ejemplo, cuando subiendo una escalera nos encontramos con alguien de frente, primero le miramos a los ojos y luego desviamos la mirada hacia el lado por el que pretendemos pasar y emitimos una señal o un gesto y generalmente nos interpretan correctamente, y podemos seguir nuestro camino.

Cuando vamos a encontrarnos con alguien, especialmente si una cita para nosotros es importante y tenemos interés en transmitir una imagen de confianza, amistad, queremos agradar a esa persona y causarle una buena impresión buscamos a través del cuerpo expresar un cierto lenguaje corporal.

En efecto, mientras caminamos adoptamos una posición erguida, pero relajada, tensamos ligeramente el abdomen, levantamos el pecho, mostramos una expresión en la cara algo relajada y tratamos no mostrar ese nerviosismo interior, tratamos de controlarlo, nos auto-convencemos diciéndonos que todo es maravilloso, nos sentimos felíz. Nuestros pensamientos se reflejan en el rostro y nos ayudan a transmitir la imagen que deseamos. Al enfrentarnos lo hacemos con los ojos, y hacemos un ritual con rápidos movimientos ascendente y descendente de las cejas a de atraer su mirada hacia nuestros ojos. 

Generalmente mantenemos la mirada durante unos tres segundos, a fin de obtener información acerca de los sentimientos, actitudes e intenciones de esa persona, y luego la desviamos hacia abajo un instante en una rápida reflexión, para volver a levantarla después. Ha sido este un gesto de sumisión que indica que vienes en son de paz, cariño, amor comprensión o cooperación. A la inversa, esto es si deseamos causar desconcierto o mostrar indiferencia, incluso “tomarle el pelo”, levantamos la vista hacia el cielo y con un movimiento de izquierda o derecha daremos la sensación de rechazo o falta de interés, mientras que si la mantenemos fija daremos la impresión de ser hostil, agresivo. 

Pero cuando el deseo de un contacto más íntimo, con nuestro ser querido, por ejemplo, no hacemos ninguna pausa, y mantenemos la mirada fija, sonreímos y lo hemos dicho todo. 

Nuestra donosura

Que es esto, se preguntan algunos, en el diccionario buscamos, donoso, (adj). Que tiene donaire y gracia (Del lat. *donōsus, de donum, don). En todo caso no es por presumir.

1º Donosura, la sonrisa

El donaire, la gracia, es un don regalado por el Señor, he conocido personas que siempre la llevan a todas las personas, y se manifiesta con una sonrisa, no olvidemos lo que puede hacer una sonrisa, siempre que sea sincera, las sonrisas falsas son fáciles de descubrir y nos causan mala impresión. 

La sonrisa, puede decir muchas cosas distintas, en efecto no sólo expresa alegría, también puede indicar ansiedad, nerviosismo, inseguridad, sin olvidar que a veces es una hostilidad enmascarada. 

Cuando le sonreímos a alguien, busquemos que esta reciba la interpretación correcta de nuestra intención, porque estas también pueden ser diferentes. Por ejemplo, una sonrisa puede ser interpretada como signo de amistad y simpatía, y no tengamos que comunicar a la otra persona eso de qué se estará riendo esta persona, e incluso nos puede llevar a sentir vergüenza. Una sonrisa débil y vacilante va acompañada de miradas de similares características indica timidez e inseguridad. Una buena y noble sonrisa es útil ante una persona con baja autoestima para darle seguridad. Una sonrisa franca y honesta, inspira ternura fácilmente. Por otra parte, la sonrisa reprimida nos indica una imagen desastrosa, sobre todo cuando la otra persona no sabe de qué nos estamos riendo y la interpreta como una burla. 

Sonriamos a las personas como sentimos que nos sonríe Dios, como nos sonríe Jesús cuando nos muestra su sagrado corazón, como nos sonríe nuestra Madre la Virgen llena de ternura y amor, creo que al hacerlo le trae mucha paz a quien la recibe.

Una sonrisa en los labios alegra nuestro corazón, conserva nuestro buen humor, guarda nuestra alma en paz, vigoriza la salud, embellece nuestro rostro e inspira buenas obras. (Madre Teresa de Calcuta)

2ª Donosura, la mirada

Los ojos tienen una gran importancia y es mucho lo que podemos decir con ellos.

Las miradas pueden ser diversas, y las calificamos según sea su tipo, mirada tierna, mirada amable, mirada fría, mirada misteriosa, los poetas se expresan con eso de "hay miradas que matan", “hay mirada que cautivan”, "tenía una mirada de hielo", “me derritió con su mirada” o "me abrasó con su mirada". Hay miradas burlonas, satíricas, pícaras, sorpresivas. 

Al conversar, miramos atentamente a los ojos de nuestro interlocutor para demostrarle interés, nos molestamos si al hablar la otra persona desvía la mirada. Si nos miran fijamente al hablarnos, comprobamos el interés en lo que decimos, pero es fácil que nos pongamos nerviosos si nos mantienen una mirada fija por mucho tiempo.

Miremos con Dios en el corazón, después de oír, cuando nos disponemos a tomar la palabra, desviemos la mirada un instante al cielo justo antes de empezar a hablar, y recibiremos como respuesta una mirada considerada y meditada. Quizás la persona con la que hablas no es consciente de este gesto, pero a un nivel sutil está captando todos estos mensajes y sentirá la paz que puedas transmitir. 

Mirar a nuestro prójimo con los ojos de Dios, mirar con los ojos de Jesús, es mirar con misericordia, con amor y paz.

“A través de los ojos, vemos el alma de los hombres”, no recuerdo de quien lo oí, pero comparto la expresión. 

Reflexión final

A pesar de todo lo que podemos comunicar, a través del lenguaje del cuerpo, no todo el mundo puede a veces comprender estas señales correctamente, en especial las personas introvertidas y reservadas, debido a que ejercen un mayor control sobre sus propias emociones, las personas agresivas suelen ser difíciles a la hora de interpretar correctamente los signos, incluso pueden considerar hostil una expresión neutra, al mentiroso no le es tan fácil mirar como la gente suele creer, si le miramos a los ojos, se cuida de no perder el control y no ser descubierto. 

Entonces aprendamos a comunicarnos, como la hizo Jesucristo, sin palabras y gestos difíciles, no he oído a nadie decir que no les llega cada una de las parábolas que nos dejo, cada palabra es una poesía de amor hacia los hombres de bien y de dolor para los injustos, pero el dolor hace comprender el error de los hombres.

Seamos sencillos, no rebusquemos palabras difíciles, no llegarán al corazón de los hombres, solo a los cerebros analíticos.

Expresemos en cada gesto, en el lenguaje del cuerpo, el amor por el prójimo, la sonrisa amable y la mirada dulce, reconforta a quien la recibe y a quien la da.

No creo que exista algo mas gratificante que la comunicación con Dios, es práctica beneficiosa, es la mejor oración, es la mejor manera de comunicarse con los hombres, porque cuando estamos en comunicación con el Señor, el nos inspira en como debemos actuar, y entonces, muchas veces no será necesario hablar con alguien para comunicarse, como cuando uno pasa horas con su padre, con nuestra madre, con alguno de nuestros hijos, con nuestra esposa, y sin decir una sola palabra, terminamos agotados de tanto hablar, nos hemos comunicado con el lenguaje corporal, la mirada sincera, cariñosa, honesta, amorosa, ratificada con una sonrisa.


Le invito a una oración de la Madre Teresa de Calcuta

Oración para sonreír

Señor, renueva mi espíritu y dibuja en mi rostro
sonrisas de gozo por la riqueza de tu bendición.
Que mis ojos sonrían diariamente
por el cuidado y compañerismo
de mi familia y de mi comunidad.
Que mi corazón sonría diariamente
por las alegrías y dolores que compartimos.
Que mi boca sonría diariamente
con la alegría y regocijo de tus trabajos.
Que mi rostro dé testimonio diariamente
de la alegría que tú me brindas.
Gracias por este regalo de mi sonrisa, Señor.

Amén.