Moral Cristiana
La Caridad, nuestro amor a Dios y a los hombres

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

1) La Caridad


Entendemos del sentido de la caridad, cuando la interpretamos como la actitud solidaria con el sufrimiento ajeno, o como la limosna o auxilio que se da o se presta a los necesitados.

En el cristianismo, es la virtud teologal que consiste en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. 

En efecto es la tercer y mayor de las virtudes Divinas enumeradas por San Pablo (1 Cor., 13, 13), “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”. Este amor es la caridad, que se define como algo divinamente infundido, que inclina al hombre a amar a Dios por sobre todas las cosas, y al hombre por amor a Dios.


2) Nuestro amor a Dios

(Romanos 5, 5), “Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”

El amor a Dios, es un sentimiento infundido por un don o una gracia que comunica al alma con Dios, es algo superior a esa inclinación que traemos desde el nacimiento, es algo diferente a los hábitos que hemos adquirido.

Por tanto su origen, es por infusión divina y es una gracia santificante. La caridad habita en la voluntad humana, y en algunas ocasiones es intensamente emocional, y reacciona con frecuencia según nuestras facultades sensoriales, aún reside propiamente en la voluntad racional, hecho que no debe olvidarse pues sin ella sería una virtud imposible.

Tener caridad, es un acto de amor benévolo, es decir, es de un comportamiento que tiene buena voluntad, simpatía y comprensión hacia los demás y a la amistad. Amar a Dios es desearle a Él todo honor y gloria y todo bien, y, en la medida de nuestras posibilidades, empeñarse en obtenerla por Él. 


3) Un amor recíproco

San Juan, (Juan 14, 23) nos destaca y nos resalta el aspecto de reciprocidad que hace de la caridad una amistad verdadera del hombre con Dios.

Cuando le preguntan a Jesús «Señor, ¿por qué hablas de mostrarte a nosotros y no al mundo?» Responde; “Si alguno me ama, mi palabra Guardará.

Jesús se muestra a los que le aman. El que ama su palabra la guardará, la cuidará, vigilara y defenderá, la colocara en un lugar seguro y apropiado, pero además la conservara y la cumplirá. 

Luego Jesús nos dice; Y mi Padre lo Amará, y vendremos a él y haremos nuestra morada con él. 

En efecto, vienen a nosotros si vamos a ellos; vienen con su auxilio, amorosa ayuda, con todo su amor a socorrernos, nos amparan y nos asisten. Y aún hay más, nos iluminan y nos llenan de gracia. Para mayor premio a nuestro amor y obediencia, harán su morada en nosotros.

También nos dice que; “El que no me ama no guarda mis palabras.”, En efecto, viene en verdad al corazón de algunos, pero no hacen morada en ellos. Esto sucede porque si bien se vuelven a Dios por la contrición, luego caen nuevamente en la tentación y se olvidan del arrepentimiento. Para mayor gravedad, vuelven a sus pecar como si nada.

Pero en el corazón del que ama a Dios verdaderamente, con lealtad y fidelidad, El desciende y mora. El que esta empapado del amor divino, supera la tentación. Verdaderamente ama a Dios aquel que no se deja dominar ningún instante en su alma por los malos placeres.


4) Amar a Dios

Mateo 22, 36-40. «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?». Jesús le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el gran mandamiento, el primero. Pero hay otro muy parecido: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la Ley y los Profetas se fundamentan en estos dos mandamientos».

Lucas 10, 27. El le Respondió diciendo: --Amarás al Señor tu Dios con todo tu Corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu Prójimo como a ti mismo. 

Este es nuestra más importante obligación, obligación que no es para cumplirla hoy y mañana no y después si nuevamente, es permanente y en cada instante. El amor a Dios, no permite la desidia en ningún aspecto, y la palabras "con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tus fuerzas y con toda tu mente, significa que Dios esta por encima de todo. 



5) Amor a los Hombres

Tenemos obligaciones con nosotros mismos, (Mateo 16, 26) ¿De qué le serviría a uno ganar el mundo entero si se destruye a sí mismo? ¿Qué dará para rescatarse a sí mismo? También tenemos obligaciones con amar al prójimo, y lo hacemos por amor a Dios, no porque solo queremos ser solidarios o compasivos.

Jesucristo amo a los hombres al extremo, y se entrego hasta la cruz, esa es la caridad que debemos tener por nuestros semejantes, total, sin considerar en los hombres sus rasgo o característica propias que diferencian del resto, no solo amamos a los miembros de la familia o a los amigos íntimos, también a los que nos son conciudadanos nuestros, a los extranjeros y a los extraños, en otras palabras a la humanidad, sean estos pobres, marginados, condenados socialmente y aún a los que consideramos enemigos.

Jesucristo, en la parábola del buen samaritano, no invita a considerar quien es el verdadero prójimo, en el cual nos llama a perdonar a nuestros enemigos, a reconciliarnos con ellos, ayudarles y amarles. 

El socorro a nuestros hermanos, debe hacerse siempre por amor, por caridad, por amor a Dios, no tiene otra condición.