Imitar a nuestro Señor en la obediencia

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

Cuanto he meditado para comprender que es aceptar con sumisión todo el plan de vida que nos tienes Señor, donde estará en nosotros eso que se llama acatar, porque será que nos cuesta tanto y que si lo hacemos es a regañadientes, incluso admito que mi interior siente como si lo hago es de mala gana, y siento a el que el corazón esta protestando o con disgusto.  

Que débil es la voluntad como facultad humana, ya que la utilizamos como algo que nos mueve a hacer algo, pero también para no hacerlo, que débil esa capacidad para realizar algo, especialmente cuando tenemos que hacer un esfuerzo, enséñame Jesucristo como se puede vivir eligiendo tus enseñanzas, tu criterio sin tener en cuenta las cosas externas y menos las presiones que nos quiere dar la sociedad de nuestros tiempos.  

Tu mi Señor Jesús, eres el mejor ejemplo en el cumplimiento y realización  de lo que manda Dios Padre,  es así como te hiciste por nosotros obediente hasta la muerte crucificado en el madero, por eso te pido que me enseñes a imitarte en la obediencia, y que hagas en mi conocer el modo de ser de quien cumple lo que Dios nos manda. 

Cuantas veces nos rendimos a Dios Padre para acatar su voluntad y cuantas veces queremos eximirnos de ella justificando nuestros actos. Sabemos que con la obediencia estamos seguros que cumpliremos la voluntad de Padre, pero en cuanto tenemos que ponernos en acción para realizar lo que nos ha encomendado no somos capaces de llegar ni a lo más mínimo de lo que tu nos enseñaste hacer con tanta perfección.  

Enséñame Jesús a imitarte en la obediencia a nuestro Padre Dios, para ser dignos de pedir y entregarnos bajo su cuidado y protección, porque no podemos encomendarnos a su amparo si no somos capaces de conocer la obediencia en nuestro corazón.  

Amar, querer y respetar a Dios por encima de todo, estimar su voluntad, estamos conciente de ello, pero muchas veces son solo palabras, y esto es tan cierto como la voluntad que tenemos, somos muchas veces indiferentes al bien o al mal, confiamos en nuestra virtudes y sin embargo en cuanto podemos no inclinamos a los vicios, aceptándolos, siendo permisivos o viviendo con ellos, enceguecidos y sin luz para ver.  

Tu nos enseñasteis con tu ejemplo de rectitud, de justicia, equidad, santidad, como se nos manifiesta por la obediencia la voluntad de Dios, pero a nosotros nos cuesta tanto poseer esa fuerza, somos débiles para asumirla, inconstante, y al final estamos llenos de imperfecciones. Así fue Señor Jesús, como sabias y conocías tan bien cual era la voluntad de nuestro Padre, pero en todo, hasta en lo mas mínimo, y nos mostraste como se es obediente, como esa obediencia  fue más importante  que la propia vida y el sufrimiento, y atesoraste con tanta disposición el encomendarte a EL.  

Quiero y deseo imitarte mi Señor Jesús, en la lealtad y la constancia en las ideas, para unirme con afecto verdadero a la voluntad de Dios, quiero mejorar cada vez mas mi fidelidad como mejorar el nivel de perfección para cumplir con gran cariño las obligaciones que le debo a nuestro Padre, en eso busco imitarte, y por eso te sigo y busco alcanzarte, conciente lo infinitamente lejos que estoy de hacerlo, pero es un gran atractivo el intentarlo.  

Siendo la voluntad de Dios Padre la vida, la voluntad que nos dio el ser, por ella somos, podemos y estamos obligados a hacer e imponer la exigencia moral que debe regir la voluntad libre, como es para nosotros una obligación ayudar a quien lo necesite y cuanto nos cuesta. Estamos consiente que la voluntad de Dios es la regla de todos nuestros deberes, y cuanto nos cuesta obedecerla.  

Jesucristo, mi Señor, quiero imitarte, deseo imitarte en la obediencia, cualidad tan perfecta que tienes y nos demostrasteis que así era cuando aceptaste con tanto amor por nosotros el sufrimiento de toda tu pasión. La obediencia al Padre fue nuestra salvación, la obediencia a El nos salvara, que motivación tan hermosa para imitarte Señor  

Por todo esto te rogamos Señor