Meditaciones sobre nuestra fe

El Señor es misericordioso y justo

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

 

¿Hasta cuando Dios, hasta cuando?, se lamentaba una madre por el asesinato de uno de sus hijos, quiero “justicia”, “justicia”, repetía sin cansancio y entre lágrimas, la noticia emitida por la Televisión estremecía cualquier corazón que conoce de sentimientos, entonces me acordé de Habacuc, uno de los profetas menores que cuenta tan solo con tres libros en las Sagradas Escrituras, él suplica “¿Hasta Cuándo, oh Dios, clamaré, y no Oirás?” (Hab 1, 2)

Muchas veces apretamos los parpados sobre nuestro húmedos ojos y elevamos un súplica para pedir a Dios, por favor nos más, y parece que nos responde el silencio, y pensamos que no tenemos respuesta a nuestra oración, por lo que nos desalentamos. La misma pregunta que se hace Habacuc, cuando observamos o sabemos de la crueldad existente y de la injusticia de cada día, “¿Por qué me muestras la iniquidad y me haces ver la Aflicción?” He Aquí que surgen pleitos y contiendas; la Destrucción y la violencia Están delante de Mí? (Hab 1, 3)

El hecho sucedido por el cual preparé este comentario, correspondió a una situación, que por alguna razón se observa en repetidas ocasiones, quién había asesinado al hijo de esta mujer que lloraba, era un hombre que había delinquido en reiteradas ocasiones e inexplicablemente el juez lo había puesto horas antes en libertad, entonces, ya no me podía apartar de la lectura del mismo profeta, cuando en su primer libro se lamentaba “La ley pierde su poder, y el derecho no prevalece; porque el Impío cerca al justo. Por eso sale torcida la justicia” (Hab 1,4)

Pero estas cosas no serán para siempre, “Con todo lo ocurrido, ¿vas a contenerte, oh Señor? ¿Vas a callar y a afligirnos sin medida?, (Is 61,12), de ninguna manera, los que obran en contra de Dios, no pueden esconderse, no pueden pensar que Dios no los ve, “¡Ay de los que se esconden del Señor en lo profundo, encubriendo los planes! Realizan sus obras en las tinieblas, diciendo: "¿Quién nos ve?" y "¿Quién nos conoce?" (Is 29-15). 

En efecto, todo cambiará, y el Señor no nos abandonará, y el hombre que va por el camino recto se salvará, "Por mucho tiempo he callado; he guardado silencio y me he contenido”. (Is 42,14). Así es, ese divino silencio no es indiferencia, “Estas cosas les haré y no los desampararé” (Is. 42:16). Dios ama a sus hijos, no nos debe causar ninguna duda, por que El es sabio y su plan para el hombre es amoroso y todo resplandecerá para nosotros, por medio de nuestra fe, a través de nuestra oración, podemos llegar a comprender que el pasado, el presente y el futuro, esta planificado, esta en las manos de Nuestro Buen Padre.

Confiemos en lo que nos tiene preparado Dios en su plan para nosotros, y a pesar del dolor que nos producen ciertos sucesos en nuestra vida, porque el Señor es misericordioso y justo, es así como he hecho algunas citas de las sagradas Escrituras, porque en todos los libros El nos muestra su misericordia y que además la aplica con justicia. 

Es bien conocido que muchos aparentan ser hombres justos, pero no todos lo son a los ojos de Dios, porque su juicio es diferente al de los hombres, El si sabe ver donde hay pureza en el corazón, donde hay honestidad, donde esta la sinceridad, a El nada se le puede ocultar.

Pero es bueno que al clamar justicia, para que esta sea perfecta en nosotros, consiste en no hacer a otros el mal que a nosotros no quisiéramos que a nosotros nos hiciesen, por eso no le deseemos mal a nadie, así nos ha pedido el Señor, que por amor a Dios, amaremos no solo a nuestros amigos, también a nuestros enemigos, y por sus faltas oraremos.

Dios cumplirá su propósito con sus hijos, El sabe cuando, porque y para que; no perdamos la confianza en su infinita misericordia, la que vendrá con justicia y verdad. Comencé con los que nos decía Habacuc en sus tres libros y término con otra frase “Aunque por un tiempo la Visión tarde en cumplirse, al fin ella Hablará y no Defraudará. Aunque tarde, espéralo; pues sin duda Vendrá y no Tardará”.(Hab 2,3), tengamos Fe.

Por comprender esto, gracias Señor