Meditaciones sobre nuestra fe

Cristo esta presente en alma sencilla

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

En mi país, como en muchos otros lugares, hay cientos de pequeños pueblos  apartados de la gran ciudad, pero en este territorio se hace muy evidente, Chile tiene aproximadamente de 4.500 kilómetros de longitud por 200 kilómetros de ancho promedio, y la cantidad de habitantes de todo el país es menor que Ciudad de México (DF), y el 50% de la población se concentra en la Capital y sus cercanías.

 

Entonces no es de extrañarse al encontrar en las rutas rurales pequeños  pueblos muy aislados de otros, la gran mayoría habitados por campesinos, muchos de los cuales aún utilizan el animal para desplazarse.

 

Mayoritariamente la población se confiesa creyente por esto patrimonios de Dios, creo que la mayoría dice con gran seguridad, somos cristianos, y siempre se ven muy preocupados de cumplir los mandamientos de Dios y la Iglesia. Cuando en algún poblado hay alguna fiesta religiosa todo van a celebrar, y lo más cierto que he visto, es que el ir a la Santa Misa , especialmente en los días domingos de verano, es ir a una celebración, es el día de vestirse con las mejores prendas, es un día para compartir socialmente.

 

También he comprobado que el amor por Jesucristo no es un sentimiento afectivo y vago, es un verdadero compromiso, y lo que me hace tener esta convicción, son las actitudes que tiene cada uno durante la celebración, tal como el canto de entrada que es muy alegre, el respeto y silencio cuando el rito lo amerita, al momento de la antífona una gran respuesta, durante la proclamación de la palabra, mueven la cabeza con un gesto de verdadera aprobación, el Evangelio es oído como si lo estuvieran viviendo, la homilía es la palabra de Dios a través de la Iglesia , terminado el canto de alabanza después del prefacio Santo, Santo, nadie se queda de pie, el arrodillarse es un sentimiento y hasta  el final de la oración eucarística.

 

Es hermoso comprobar esto en muchos lugares similares, familias con un grado de escolaridad limitada, que pocas veces a tenido la oportunidad de leer la Biblia , que no conocen documento teológico algunos, que no tienen interés en buscar en libros y bibliotecas documentos para reforzar su fe, no saben de meditaciones o retiros espirituales, no necesitan de citas para defender su fe, son personas totalmente entregadas a Dios, a Cristo, a Nuestra Madre  la Virgen María en forma libre, y si le preguntamos, porque sucede tal cosa, “es la voluntad de Dios y debemos aceptarla”.

 

Me hace pensar en la Virgen María , mujer sencilla y humilde que por sólo amor a Dios, le responde al Ángel, “Hágase en mí según tu palabra”, así, también es la respuesta que se oye decir en tanta gente rural y de lugares apartados, “hágase tu voluntad Señor”.

 

“Jesús dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños”. (Mt 11, 25-27)

 

¿Quiénes son los pequeños?, son los grandes en la presencia de Dios, y no es una paradoja, en el sentido de ser un hecho extraño, o opuesto al sentir general, en efecto los sublimes misterios del Reino, son revelados a los pequeños, esto es a los sencillos, a los humildes, se tienen por pequeño, pero en realidad, ellos son los únicos grandes en la presencia de Dios.

 

“Porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes...”, lo más recóndito del amor de Dios queda oculto para los soberbios, para esos que se hacen llamar grandes, poderosos y superiores a los demás.

 

“Dios se resiste a los soberbios, a los humildes les da la gracia”

 

Pienso en Jesús, que  buscó y eligió a hombres humildes y sencillos como apóstoles, fueron hombres pobres, elegidos del mismo pueblo, sin una gran cultura, humildes de corazón, no tenían de que presumir, y con ellos caminó 1000 días, comieron juntos, durmieron, rieron, compartieron pan, vino, pescados, tuvieron conversaciones intimas, esto es trataron directamente con el Señor, y se hicieron grandes.

 

Los habitantes de estos pequeños pueblos, son personas que no conocen el estilo de vida de la ciudad, y no participan del bar, la discoteca, las fiestas, la elegancia, la moda, los restaurantes y todas las formas de vida de la ciudad,    su entretención diaria es la conversación familiar, y el compartir con los vecinos.

 

Todo lo que necesitan para comunicarse con Dios, es su alma, su corazón no contaminado, no le es necesario buscar a Dios en los libros, no buscan cual puede ser el camino para encontrase con el Señor, ellos confían que el Señor se los indique y se sienten tomados de la mano por EL, cuando sienten necesidad. Entonces todo lo que hacen lo hacen por Dios, todo es por Jesucristo o por la Santísima Virgen.

 

¿Quién es para ti Jesucristo?, le pregunte a un campesino y me respondió << es en quien se he puesto mi  confianza absoluta y de quien se espero ayuda  de todos mis problemas>>

 

Sin embargo, los escribas y fariseos, soberbios y autosuficientes, cultos y letrados, no alcanzaron a comprender la mesianidad de Jesús.

 

“Dios no cambia sus modos de obrar; sigue ocultándose a los soberbios y sigue revelándose a los humildes”

 

Así fue, como un cierto día me atreví a hacer otras preguntas sobre la fe a unos campesinos, y sus repuestas me maravillaron, y no me quedo ninguna duda, el Señor se les hace presente.

 

Pregunte en una ocasión ¿Como han aprendido ustedes su fe, que han leído?

 

<<Nosotros somos enseñados sólo por las palabras que el Señor pronuncia directamente para nosotros, en nuestra vida habitual>>, pero algo han leído, por ejemplo, ¿Qué libros han leído sobre el Señor?, no se le viene alguno a la memoria, pero, ¿que libros los motivo a amar al Señor?, alguien me respondió, <<No es, pues, por los libros, por donde se aprende a amar al Señor>>

 

¿Pero no les provoca curiosidad leer?, no me respondió otra persona y afirmó, <<leer nos confunde, hace más difícil el camino al Señor, nosotros no tenemos dudas, lo que de verdad nos enseña, es lo que nos va sucediendo en el  momento>>, otra pregunta, ¿Pero ustedes sienten amor por Jesucristo?, y creo que esta respuesta es una lección, <<para amar a Jesucristo, para entregarle nuestro corazón y recibir el de El, solo es necesario amar a las personas que Dios nos confía, nuestras esposas, nuestros hijos, nuestros amigos>>.

 

En efecto, sólo se sabe bien aquello que la vida o la experiencia nos han enseñado por el camino que hemos recorrido. Lo que se lee o se ve, no nos hace más capaces de amar al Señor, eso es  virtud y luz que viene de lo aprendido por el camino recorrido, por la experiencia, es para mi muy cierto, tener fe, no es conocer mucho de Dios, sino que voluntad de adherirse a EL.

 

Los sentimientos de amor puro se adquieren por la gracia Dios, y no comerse libros y libros y conocerse cada salmo letra por letra. El Señor nos  instruye en el corazón no por medio de ideas, lo hace por medio de las cosas que nos suceden cada día, sean estas de alegrías o penas.

 

Amor puro es total indiferencia por el sistema de vida consumista en el cual nos desarrollamos, todos los avances de la tecnología no son nada y el Señor lo es todo.

 

Es en los poblados lejanos de la ciudad ruidosa, donde nuestro Dios pone al alcance nuestro todo lo creado por Él, esas cosa tan sencillas pero de gran valor para vivir como el agua, el aire, la tierra para cultivarla, el dormir en paz casi sin ruido, solo el que producen los animales, el gallo, las aves en la aurora, además en esos apartados lugares campestres hay algo muy importante, tiempo para el silencio y la meditación, excelente condición para oír a Dios, en la ciudad todos hablamos, todo es ruido, ¿Cuándo le dejamos un ratito para oír al Señor?.

 

El fácil camino  hacia la santidad se consigue con la sabiduría del alma sencilla, que es contentarse con lo que le es propio, sin salirse del camino planificado por el Señor,  sin curiosidad por saber cómo obra Dios pero si dejarse hacer por el Espíritu Santo, y con gran conformidad al ver cumplida su voluntad sobre ellos.

 

Creo que son más los que sin ningún esfuerzo comunican el amor al Señor con palabra simples, que los que buscan establecerlas por medio de comparaciones y conjeturas, y que viven afanados  por saber más de lo que les  le revela esa voluntad divina en cada palabra que encuentran.

 

No me cabe la menor duda, adorar a Dios, estar junto al Señor, cumplir sus mandatos, adherirse a Cristo como respuesta al llamado personal de Dios, el diálogo de compromiso entre el Señor y el hombre, es decir ser activamente fiel a El, y que el resto sea según la voluntad de Dios, es lo que nos llevará  camino al encuentro con el Señor.

 

Debemos dejarnos llevar por la acción del Espíritu Santo, y no pretender tanto “hacer yo”, cuanto “dejarme hacer” por el Espíritu Santo”

 

Pongamos oído, pongamos sentimiento, pongamos corazón, El Señor se nos hace presente, el vino al mundo y esta en el mundo, cada vez que nos entregamos a la voluntad de Dios, cada vez que necesitamos su auxilio, El esta con nosotros.

 

Gocemos de la felicidad de esta venida del Señor, que nos llega con tanta dulzura, cuanto mejor comprende el bien inmenso que nos hace estar siempre y en todos los momentos a esa voluntad de adorable Padre.

 

El amor a Dios se reconoce en el corazón, especialmente cuando  bajo esa presentación de un pobre está Cristo, no olvidemos que Jesús nació en un lugar humilde.

 

La palabra de Dios esta escrita en el corazón de los hombres, de ahí no sale ni se borra. Escucha la palabra del Verbo eterno cuando se hace oír en el fondo de su corazón, y no está deseosa de saber si esta escrita o no.

 

No estoy en contra de los libros ni de los discursos espirituales, pero no nos dejemos llevar por la saciedad de saberlo todo, que eso no nos quite la paz.

 

La lectura espiritual hecha por los hombres hoy día, pone palabra de Dios, como una verdad, pero la verdadera verdad viene de Dios y esta llega directamente al corazón de los hombres, y a esa palabras debemos prestar oído. El Señor se nos hace presente, es un misterio, pero el misterio no es sino vida y amor  del corazón por la fe, y no hay en esto contradicción alguna. Cuando oímos el Evangelio, el Señor se nos hace presente, abramos el corazón para oírlo, y sepamos reconocer en mucho hombres que sirven a Dios, que el Señor se les hace presente en sus palabras, estos pueden ser Consagrados y Laicos, puede ser un Párroco del un pequeño pueblo, un campesino, un panadero, un Obispo, ¿como se logra reconocerlo?, busca a Cristo, el esta presente en nosotros, el te indicará como, en todo caso se hace con amor y con el alma sencilla.