¿A que vino el Señor al mundo? Parte II

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

Estaba sentado en el suelo con los ojos cerrados para no ver mi propia realidad, ese día no tendría donde ir, y no quería pensar donde podría ir, a casa no quería llegar porque no era capaz de soportar ver a mis hijos al llegar, con su mirada inquieta por si traigo algo para la casa, ya no podía soportar que mi mujer no me mirara al llegar, entonces me pregunte para que viene a este mundo, si lo único que hago es hacer sufrir a mi familia. También me pregunte a mi mismo, quien soy yo para pedir comprensión.

¡OH! Mi Señor, he desatendido a mi familia, porque no me diste fortaleza para no caer en la vida que hoy llevo me dije muchas veces. Luego me dije a mi mismo una y otra vez, quien soy yo para pedir explicaciones a Dios, quien soy yo para que el me tienda una mano y me levante, ya nadie esta conmigo fue lo último que me dije, cuando sin abrir los ojos, sentí una voz, “YO SOY”.

Entonces entre ojos abiertos y cerrados presentí que alguien estaba conmigo y pregunte y me volvió a responder la misma voz“ YO SOY”, y así fue como rápidamente me puse de pie, abrí los ojos y me encontré con hombre que buscaba mis ojos, mayor en varios años que yo, y le pregunte quien esta conmigo, y me respondió “Yo estoy contigo”, entonces le miré y le volví a preguntar, ¿pero de donde vienes tu?, tu sabes, del Padre, por él vine al mundo, a buscar y salvar lo que estaba perdido”

Me retiré algunos metros del visitante, y le pregunte ¿que se te perdió?, a lo que me respondió, dije lo que estaba perdido, ahora no lo está, pero quería estar para salvarlo.

Aún sin entender, y pensando que este hombre esta peor que yo me fui retirando poco a poco del lugar, no si ante despedirme con un gesto de pregunta, cuando al despedirse de mi me dijo, no olvides que tienes un lugar.- ¿un lugar?, donde pregunte, así fue que nuevamente me miro como buscando algo perdido en mis ojos y me respondió “en la casa del Padre, allí tienes un lugar para ti”, entonces medite algo, y como para seguir su conversación ya que no tenía apuros, le volví a hacer una pregunta, ¿Cómo se llega a esa casa del padre que tu dices?.

Nuevamente me inquieto con su mirada, y me respondió, te acompañaré, es fácil es por el camino de la verdad y la vida. Caminamos unos minutos en silencio y le volví a preguntar, ¿dime?, porque me quiere acompañar, me puso su mano en el hombre, caminó unos minutos conmigo antes de decirme, ¡porque ninguno va al Padre sino a través de mí!

Es así como me sentí entre perturbado y confundido, y seguimos caminando pero sin darle mi vista, medité un momento y me dije es fácil darse cuenta que 
éste pobre hombre vive su vida leyendo algún evangelio, porque esas respuesta me parecen algo conocidas, quien será este tipo me pregunté en silencio, pero como si él me hubiera oído, “¿No crees que yo estoy con el Padre y el Padre en mí?”, basta le dije, basta y me aleje.

El me siguió hasta alcanzarme, y me tomo del hombro suavemente, y me dijo tranquilo hermano, no tengas temor de mí, soy uno igual que tu, somos hijo del mismo padre

Así fue, como estuvimos, algunas horas junto, nos sentamos en el borde de la acera junto a la calle, y le conté mi vida. Nunca le había contado a persona alguna un testimonio de tanta verdad, esa verdad que el hombre puede dar, pero que no se compara con la verdad única, que fue la que él me entregó, no me conocía ni yo a él y me regalo unas horas de amor, comprensión, el aliento cuando más lo necesitaba, el que me hacía falta para tener la fuerza de regresar a casa y comenzar un cambio de actitud.

Que fue lo que de aquel hombre me motivo a reflexionar, y a pensar en un cambio, sus palabras, su conocimiento del Evangelio, de Lucas, Marco, Mateo, Juan, dijo que eran sus amigos, cuando él me explico para que había nacido Jesús, para que había venido Jesús y por fin me pude dar cuenta que el dejo un testimonio de verdad, y aún más, tengo ahora la convicción, porque anduve en tinieblas, y el volver a los caminos de Jesús, el puso su luz en mi oscuridad

Agradecido estoy de ese encuentro, ese hombre me dio unos minutos, pero me dio la vida, igual hizo Jesús por nosotros, pero él no sólo nos dio unas horas, sino que nos dio la vida, razón importante para darle la mía, Jesús dio la vida para la salvación del mundo, razón importante, para que el mundo la de por él.

Que importante es toparse en la vida con la verdad, nos trae un gran cambio, que bueno es que alguien te hable sobre la verdad, te trae la luz, que hermoso es encontrase en la vida con alguien que de verdad te escuche.

“El que cree en mí, aunque muera vivirá”, la verdad esta al alcance de nosotros cada día, para eso vino Jesús al mundo.

Escrito en febrero de 2003, para un amigo que hoy va por el verdadero camino, fuerza amigo.

Vamos caminando al encuentro del Señor.
Nada podrá apartarme del amor al señor

Un saludo fraternal