“Isaías: profeta y consolador

Autora: Noris Capín

Sitio Web:  ¡Mujer, levántate!,

Autora del libro: ¡Mujer, levántate!  

 

 

The Prophet Isaiah Giclee Print by Michelangelo Buonarroti

Isaías: profeta y consolador  

Isaías fue uno de los profetas importantes del octavo ciclo; sus escritos exaltan y proclaman el amor y la grandeza de Dios. Estos capítulos captan

no sólo la  Soberanía y la Santidad de Dios, sino que destacan con fidelidad acontecimientos verídicos, basados en la voluntad y el propósito del Señor hacia Su pueblo. 

La visión profética de estos antiguos escritos pone de manifiesto, eventos y situaciones actuales, convirtiendo un pasado histórico en un presente palpable y lleno de la fuerza admirable de Dios, Creador y Redentor del Universo. 

Después de Moisés, el profeta de mayor magnitud ha sido Isaías; ningún otro elegido de Dios durante esa era, anunció la venida de Cristo como él. Isaías, además de haber sido profeta, fue un narrador extraordinario y también un admirable poeta.  La elegancia de su estilo literario manifiesta su fiel relación con Dios, convirtiéndolo en el clásico “Profeta de las Santas Escrituras.” Sus composiciones tienen una armonía nunca antes revelada, y fue así como él expresó su fe, para que el hombre recuperara su dignidad y aumentara su amor por Dios mediante la perfecta santidad, la obediencia y la apertura a la inspiración Divina. Isaías, además, se distinguió por su ardiente llamado a proclamar la justicia y el bien.

Su libro, que contiene 66 capítulos, puede leerse en cuatro secciones líricas, llamadas “Los Cantos del Siervo”.  Del capítulo 42, versículo primero, extraemos la siguiente: “He aquí mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien se complace mi alma”. En este Canto, Dios establece a Isaías como alianza del pueblo y luz de las naciones, vertiendo sobre una luz de esperanza. En el segundo Canto, la promesa del Señor se hace más reconocible, cuando le dice a Isaías en el capítulo 49, versículo 3: “Tu  eres mi siervo (Israel), en quien me gloriaré”. En este versículo, Dios coloca a Isaías en un alto pedestal, al hacerlo anunciador de la Salvación para las generaciones futuras: “El Señor me ha dado la lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra alentadora”.

Se ha discutido mucho sobre la identidad de la figura del Siervo que aparece en el cuarto Canto de Isaías, y se piensa que dicho canto fue escrito por uno de los discípulos del profeta, puesto que este canto se añadió al libro después de la muerte de Isaías.  La figura del Siervo (capítulo 53, versículo 5) sería reconocida como una prefiguración de Jesucristo por los primeros cristianos, una fiel revelación de la Pasión de Jesús, detallada de una manera conmovedora y extraordinaria, siglos antes de la venida de Cristo: “Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas.”  Este versículo se recita como expresión del sacrificio redentor de Jesús, en el momento de Su recorrido hacia el Calvario.

Hay mucho que decir acerca del gran profeta Isaías, cuyos cantos son una verdadera sinfonía de palabras que reflejan la inmensidad de Dios. Sus mensajes –que se dirigen a un pueblo inconforme e impuro ante los ojos de Dios, pero amado por Él–, están llenos de rectitud, prometen justicia al oprimido y dan esperanza al desfallecido. 

Adentrarse en la palabra de este Siervo de Dios nos anima a recoger cada pedazo de nuestra alma cuando ésta se ha quedado sin ánimo para darnos vida. Con sus Cantos de fe y confianza, Isaías nos muestra que hay una luz brillante esperando por nosotros, un propósito para vivir con alegría en medio de los reveses de la vida. 

Las palabras santificadoras de cada capítulo de Isaías, son como anclas que dan seguridad al alma en medio de las más devastadoras tormentas, anclas para adherirnos a la Palabra Santifícadora de Dios Todopoderoso, conduciéndonos a una fe inquebrantable con Su permanente aviso de esperanza.   

 Autora del libro

¡Mujer, levántate!

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noris@brisauniversal.com 

Editado para el Periódico La Voz Católica de la Arquidiócesis de Miami.Septiembre 2008