El yin-yang y Jesucristo

Autor: María Ferraz



Las influencias orientales en nuestra cultura no son recientes. Las técnicas del yoga, el reiki, el feng-shui… o la misma meditación han popularizado su promesa de bienestar psicológico, pero al final resultan insatisfactorias: "Allí no encontré a Dios" reconocía un pupilo defraudado. Algunos no tienen empacho en hacerse con una piedra de la suerte, o una pirámide de cuarzo o diluirse en una atmósfera impersonal, yendo a la busca de sensaciones placenteras, pero son incapaces de reconocer la riqueza que sólo el Dios hecho hombre-héroe nos ha ganado. La oración con Cristo es "un diálogo personal, íntimo y profundo" y si permanecemos a su lado bebiendo de la gracia de los sacramentos de su Iglesia, nos promete una felicidad del ciento por uno y la vida eterna. La vida del alma sólo puede ser alimentada convenientemente por el que la creó: sólo Dios satisface plenamente al hombre que ha aprendido a obedecerle.