Comulgar en la mano

Autor: María Dolores Bravo



Leo que la Congregación Vaticana para el Culto Divino propone revisar la comunión en la mano, práctica nunca aprobada por el Concilio y que fue implantada precipitada y abusivamente en algunos lugares y sólo después aceptada por el Vaticano. Cuentan que un Obispo que la introdujo en su circunscripción, reveló desde el purgatorio que permanecería allí hasta que fuera erradicada dicha costumbre en su diócesis. La comunión es algo tan sagrado que, banalizado como todo en esta vida, queda reducido a un símbolo externo que desacraliza su contenido. Recibir al Cristo real debería llenarnos de temor reverencial ante semejante muestra de anonadamiento por parte de Dios. Los comulgantes, muchos mal preparados incluso en pecado mortal se acercan a la comunión no sabiendo que en lugar de favorecerles les perjudica gravemente: el que comulga en estado de pecado grave se come y se bebe su propia condenación. De ahí la necesidad de procurar el máximo respeto a la liturgia sacramental, recibiendo a Dios de rodillas, en la boca y con una patena que recoja los fragmentos de las formas que caen en el suelo siendo luego pisoteados por la gente.