Ganas de vivir

Emoción extraordinaria

Autor:  Padre Marcelino de Andrés, L.C 

      

Hace unos meses estuvieron presentes en la audiencia general que el Papa tiene cada miércoles, los jugadores de la selección italiana y una selección del resto del mundo, que iban a jugar esa misma tarde un partido amistoso para conmemorar el centenario de la Federación Italiana de fútbol.

Los periodistas aprovecharon la ocasión para entrevistar a algunos de los jugadores. Entre ellos al croata Davor Suker, centro delantero del Real Madrid.

Me gustaría haber visto la cara de pasmo de algunos periodistas al escuchar cómo el jugador madridista, aseguraba ante todo el mundo, sin falsos pudores, como católico, que estar hoy tan cerca del Santo Padre es una emoción extraordinaria.

Pero donde varios periodistas debieron soltar la pluma o apagar la grabadora, fue cuando añadió: “Es la primera ocasión en la que puedo estar tan cerca de él y para mí supone una gran alegría, un recuerdo que guardaré siempre en mi corazón; conservaré su fotografía en mi casa. Este encuentro vale para mí mucho más que una victoria en un partido de fútbol. Soy un jugador, pero lo que queda en la vida son otras cosas y, entre éstas, el testimonio de fe que el Santo Padre da a todo el mundo”.

Seguramente para algunos de ellos todo eso ya no era noticia. A ellos le interesaba quizá saber qué sentía como jugador por haber sido elegido para jugar el partido conmemorativo de esa tarde; y no qué experimentaba como creyente al estar junto al Vicario de Cristo.

Me da gusto ver cómo un futbolista así saca su fe a la calle con el mismo aplomo con el que saca la camiseta de su equipo al terreno de juego. Me encanta tropezarme en la lectura de la prensa con cristianos que hablan así de su aprecio por el Santo Padre y por su fe. Con naturalidad. Sin miedos tontos. Con ese gozo y emoción que es el signo visible de toda auténtica fe.

No es fácil encontrarse con testimonios de fe como este. No es común toparse con jugadores que afirmen sentir mayor emoción por las cosas de su fe que por la victoria en un partido de fútbol, por importante que sea. Es de admirar saber que hay cristianos así. Con su jerarquía de valores bien puesta. Primero Dios y su fe cristiana, que es lo que queda en la vida, y después todo el resto, que acaba pasando sin más. Ojalá todos los cristianos se atreviesen a lucir así su fe y sobre todo su vida de acuerdo a la misma.

El día en que los creyentes hablemos, elogiemos y vivamos así lo propio de nuestra fe, y el día en que esa fe nuestra nos lleve a dar importancia en la vida a lo que de verdad la tiene, y quitársela a lo que no; ese día resultará mucho más fácil, atrayente y convincente explicar a la gente lo que es creer y vivir el Evangelio.