Ganas de vivir

Albert

Autor:  Padre Marcelino de Andrés, L.C

      

Tengo 19 años. Me consideraba un chico feliz hasta antes de ponerme a pensar lo que te estoy escribiendo ahora. Me explico.

Nunca me había detenido a pensar en mi felicidad. Como cualquier chico normal la he perseguido toda mi vida. He corrido, sin pensarlo, detrás de ella donde quiera que me ha parecido verla aparecer. Siempre había creído que pararse para pensar o reflexionar, o para mirar atrás, era una pérdida de tiempo. Me parecía que era perder posiciones en mi carrera hacia la felicidad, que brilla siempre en mi horizonte como una meta. Porque pararse, significa dejar de avanzar.

Pero contrariamente a mis creencias y costumbres, me he dado cuenta de que no es como yo pensaba. A ver si me entiendes... Ahora me he dado cuenta de que el entrenar todos los días dos horas de atletismo, no está haciendo de mí una persona tan satisfecha y contenta como yo me esperaba. Ahora me he dado cuenta, también, de que me dura muy poco la satisfacción de haber superado mi propia marca en salto de longitud por tercera vez. Ahora me he dado cuenta de que ser mayor de edad no es entrar en el paraíso de hacer lo que te da la gana, como pensaba antes. Ahora me he dado cuenta de que el haber logrado ya salir con la chica con la que desde hace años había intentado hacerlo (sin éxito), no ha hecho de mí el hombre más dichoso del mundo, como tantas veces había soñado. Ahora, después de haberme comprado una moto con mi propio dinero, de haber aprobado la Selectividad con promedio de 8, de tener una cuenta propia en el banco, me he dado cuenta de que todo eso junto no ha colmado mis aspiraciones ni me ha dejado satisfecho según mis planes.

De todo eso me he dado cuenta por pararme un momento en mi frenética carrera hacia tantas metas e ilusiones. Por detenerme a pensar un poco y reflexionar sobre cuál es la verdadera felicidad. No me esperaba tales descubrimientos. He quedado desconcertado... Me he llegado a preguntar para qué me sirve todo lo que logro y hago si no soy feliz de verdad. Nunca me había pasado...

Pero, bueno, en el fondo, hasta me alegro de haberme dado cuenta ahora, que aún soy joven y me quedan energías y ganas de seguir luchando en la vida. Hubiera sido mucho peor no haberme dado cuenta nunca o ya cuando la abundancia de años me hubieran quitado las fuerzas y la ilusión de luchar por nuevos ideales...

R= El considerarte ya una persona feliz con lo que has adquirido, lo considero algo muy positivo. Pero esto a veces puede vendarte los ojos ante otras felicidades quizá mucho mayores de la que posees. El abrir los ojos a tiempo y el descubrir la posibilidad de llegar a conquistar una dicha aún mayor es una suerte que te deseo vivamente. Ojalá también tú llegues a darte cuenta de algunas de esas cosas después de la lectura de estas páginas.