Encuentro con nuestros hermanos no católicos en Tierra Santa 

Autor: Padre Luis Montes, V.E.

 

 

 

        Nosotros estamos llamados a trabajar por la unidad de los cristianos. 
En efecto, dice el Papa en la Carta Encíclica Ut Unum Sint: “(los cristianos) ¿cómo podrían negarse a hacer todo lo posible, con la ayuda de Dios, para derribar los muros de la división y la desconfianza, para superar los obstáculos y prejuicios que impiden el anuncio del Evangelio de la salvación mediante la Cruz de Jesús, único Redentor del hombre, de cada hombre? (nº 2). 

El vivir en un contexto no católico y más aun no cristiano patentiza esta verdad que nos enseña el Santo Padre. Si le sumamos a esto la guerra que está haciendo estragos en estos pueblos –palestino e israelí-, se ve todavía mejor la urgencia de este empeño. Si nosotros sabemos que Cristo es el único Redentor del hombre, ¿cómo permanecer indiferentes al ver que el escándalo de la división impide a muchos no cristianos aceptar a nuestro Señor como Salvador? 

Es por eso que en nuestra familia religiosa queremos conocer bien a los cristianos no católicos para contribuir también nosotros con este trabajo que es una de las prioridades de la Iglesia para el tercer milenio. Este conocimiento no puede ser, evidentemente, sólo un conocimiento teórico de las diversas teologías que se desarrollaron en las diversas confesiones cristianas, sino que debe incluir otros
aspectos como por ejemplo el conocimiento histórico preciso de los cismas y sus causas. Dice Juan Pablo II “Con la gracia del Espíritu Santo, los discípulos del Señor, animados por el amor, por la fuerza de la verdad y por la voluntad sincera de perdonarse mutuamente y reconciliarse, están llamados a reconsiderar juntos su doloroso pasado y las heridas que desgraciadamente éste sigue produciendo también hoy” (UUS 2). 

Este “reconsiderar juntos” que nos propone el Papa no es evidentemente un mero estudio sino que incluye el conocimiento personal del otro. No podemos hermanarnos si no nos consideramos hermanos, y no hay verdadero amor si no hay interés por el otro. Es por eso que el trabajo para la unión de los cristianos tenga como parte esencial el contacto recíproco entre los cristianos para un mejor conocimiento y para acrecentar el amor. En este campo valen muchas veces más los contactos que conocimientos teóricos (aunque estos sean también necesarios). 

Enseña el apóstol Santiago “si un hermano o una hermana están desnudos y
carecen de sustento diario, y alguno de vosotros le dice: Idos en paz, calentaos y hartaos, pero no le dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué le sirve?” (2,15-16). Por lo mismo, la verdad no puede brillar sin la caridad. 

En nuestra vida diaria en lugares de misión donde convivimos con no católicos esta realidad se vive. Aquí en Tierra Santa con la particularidad que los cristianos son minoría el contacto caritativo mutuo entre cristianos de distintas confesiones es permanente. En esta gente las diferencias teológicas se diluyen (a veces para bien y a  veces para mal), y la caridad une con un lazo fuerte. Incluso la participación litúrgica recíproca es muy común. Por supuesto que es éste un tema
delicado y muchas veces se ven abusos por causa de la ignorancia, pero hay una verdad que subyace: Es más lo que nos une que lo que nos separa.

Para dar un ejemplo tomemos el caso de nuestra profesora de árabe Nadia.
Ella es luterana, de familia luterana con gran participación en la iglesia. La hermosa iglesia luterana de Beit Jala fue prácticamente construida por la labor de su familia. Ella ha estudiado religión, especialmente la Biblia, y ha hecho varios cursos, tanto en Palestina como en otros países árabes, con cristianos católicos, ortodoxos y protestantes. Muchas veces en clase hablamos de religión con gran
interés de ambas partes. Cuando hablamos de la presencia real de Cristo en la Eucaristía no poco fue mi asombro al verla enojarse al explicarle yo que había cristianos que afirmaban que en la Eucaristía Cristo estaba sólo simbólicamente. 

-¿Cómo simbólicamente? ¡Cristo está realmente presente!, me decía muy
enojada. ¡Está muy claro en los evangelios! 

Las anécdotas –muchas muy lindas- podrían multiplicarse, pero un botón basta para muestra. Lo que queremos hacer ver es la absoluta necesidad de conocer la realidad de los cristianos por el contacto con ellos. Se podría alegar que es sólo una persona y que esto no indica nada. Pero viviendo aquí y conociendo la mentalidad árabe, uno se da cuenta que es una muestra real de –en este caso- lo que es la confesión luterana en  el mundo árabe: como muchas veces pasa, la teoría y la práctica no coinciden plenamente.

En el mundo de habla hispana este tipo de contactos no es común. Cuando
se dice –por ejemplo- protestante se piensa en las sectas (que en su mayoría no son cristianas). Pero es algo que tenemos que conocer si queremos hacer algo por este apasionante apostolado, al menos con nuestras oraciones, desde nuestros hogares.