Llamamientos de Dios y voluntad humana

Autor: Luis Fernando Pérez




Hermanos, desde hace tiempo he meditado mucho sobre el tema del llamado de Dios al ministerio (sea sacerdotal o laico) y cómo los hombres responden a dicho llamado.

Con preocupación veo que son muchas las veces en las que los cristianos se lanzan por vericuetos y caminos a donde Dios no les ha llamado. Es decir, uno puede tener muchas ganas de servir al Señor de determinada manera, pero resulta que el Señor quiere que lo haga de otra. Hay quienes confunden su voluntad de servicio con el llamamiento de Dios.
Por ejemplo, un joven puede querer ser sacerdote, cosa que es muy loable, pero Dios no le ha llamado al sacerdocio sino a que funde un hogar cristiano para ser testimonio vivo en el mundo. Pero claro, a ver quién es el guapo que le dice hoy a un joven que tiene ganas de ser sacerdote, que no es ese el camino que Dios le ha preparado. Y como ese ejemplo, todos los que queráis. Desde dedicarse a la vida contemplativa hasta hacer la función de servidor en un grupo de oración. Muchas veces, nos lanzamos a hacer cosas para las que Dios no nos ha llamado.
Es por ello que considero imprescindible el tomarse muy en serio la tarea de discernir cuál es el llamamiento de Dios para cada uno de nosotros. Recordemos que todos somos miembros del Cuerpo de Cristo, con la misma dignidad por el simple hecho de ser hijos de Dios. No es más cristiano quién ocupa un cargo más "alto" que el que se dedica simplemente a cosas muy sencillas. Tengamos la suficiente humildad como para conformarnos con hacer bien lo que Dios nos ha pedido que hagamos, sin aspirar a más. El que es fiel en lo poco, será fiel en lo mucho. Usemos con gracia los talentos que Dios nos ha dado y no nos fijemos en si al hermano de al lado Dios le ha dado 5 talentos más que a mí, porque al fin y al cabo Dios es sabio y justo para ordenar su Iglesia de la mejor forma posible.

Por otra parte, existe el otro peligro. El espíritu de Jonás, que se negaba a cumplir la misión que Dios le había encomendado, resucita de vez en cuando y lo vemos moverse entre nosotros. Hay algunos a los que Dios parece estar pegando voces para que le sirvan en lugares de mucha responsabilidad y sin embargo parecen sufrir de sordera espiritual o de cierto espíritu de vagancia por el que prefieren quedarse en un lugar menos comprometido dentro del servicio en la casa de Dios que es la Iglesia. No fueron pocos los profetas del Antiguo Testamento que, en mayor o menos medida, pasaron por momentos en los que parecía que iban a rechazar seguir cumpliendo la misión que Dios les había encomendado. Pero incluso el mismísimo Jonás acabó por ir a Nínive.
Así que, hermanos, no nos adelantemos a la voz de Dios para ocupar un lugar que no nos corresponde, pero tampoco nos pongamos tapones en los oídos, no vaya a ser que un dia tengamos que rendir cuentas delante de Dios por los talentos que nos ha dado y que no hemos aprovechado.