Monte de los Olivos

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: Tierra Santa

 

 

            Sube el peregrino desde el Cedrón una cuesta empinada; si lo hiciera en coche tendría que entrar la primera marcha (se pone esta indicación para que se entienda la dureza del caminar). A medio flanco de la montaña se encuentra con el lugar del Padrenuestro. El hecho anecdótico de encontrar la oración del Señor escrita en muchas lenguas, fácilmente le distrae y pasa de largo la Santa Gruta. Las crónicas de los primeros peregrinos ya localizan aquí el lugar dónde el Maestro, seguramente en unos momentos de parada para tener respiro y reponer fuerzas por la dura subida, enseñó a sus discípulos a orar. Pasa, pasa gente y más gente. Algunos se paran y rezan, otros marchan presurosos interesados sólo en encontrar el Padrenuestro en su lengua materna. Pero en un rincón, sentado en el suelo o arrodillado, ya que ni siquiera hay sillas, aprovechando algún paréntesis de soledad, el peregrino puede saborear la más maravillosa oración y dirigírsela a Dios. En casa o en el campo, en una ermita o en su cuarto de trabajo, uno puede hacer lo mismo.