Día de Reyes, regalos de Reyes

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: En torno a Adviento y Navidad

 

 

Respeto el proceder que conmigo tuvieron mis padres. Seguían ellos una tradición recibida en la familia junto con otras, estas sí, genuinamente cristianas, no se planteaban ciertas cuestiones entre otros motivos porque la situación económica y social ni siquiera sugería el hacerlo. Respeto también el proceder de los actuales padres que obran como hicieron los míos, nunca en presencia de sus hijos me he atrevido a exponer estas ideas que podrían interpretarse como interferencias en la vida familiar. Adelantado esto me atreveré a añadir:

 

No sé desde cuando existe la costumbre española de que los niños reciban regalos este día asegurándoles que se los han traído los Reyes Magos, aquellos que , según el relato evangélico vinieron de oriente a rendir tributo al Niño Jesús. Tampoco sé si la costumbre tiene vigencia en otros lugares. Según creo, de una manera paralela, en otros sitios se atribuye el proceder al llamado Papá Noel o Santasclaus. O se encuentran obsequios en el árbol de Navidad, del que se ha hablado anteriormente.

 

Siendo joven me dijo un compañero: en mi casa nunca nos trajeron nada los Reyes. Mi padre decía que allá donde vivía de niño le preguntaban al “tonto del pueblo” ¿pero por qué eres así? Y él respondía: como quieres que no lo sea si mi padre fue el primero que de pequeño me engañó diciéndome que los Reyes me traían regalos y eran ellos que los ponían en los zapatos mientras yo dormía.

 

En otra ocasión me decía textualmente una profesora. Un día me dijeron que los reyes no eran los Reyes, cuando más tarde me explicaron que los niños no venían de París, ni los traía la cigüeña, enseguida pregunte: ¿Y cuando me dirán que Nuestro Señor no está en la Hostia Consagrada?

 

Recuerdo también al respecto un chiste gráfico. Unos niños en la cama cierran los ojos apretando los párpados mientras viendo a sus padres ajetreados poner los regalos junto a los zapatos, comentan en voz baja: cuantas cosas debemos aguantar los niños para que sean felices los mayores...

 

Me pregunto ahora: ¿no es mejor que los niños crezcan agradecidos a sus padres y que este sentimiento lo recuerden simultáneamente con el conocimiento del amor de Dios hecho niño en Belén? ¿No es muy importante que desde pequeños vayan aprendiendo de sus progenitores la elegancia espiritual del regalo?. Si se ha suprimido totalmente el engaño en otros terrenos, (todo lo concerniente a las relaciones sexuales y al nacimiento, invocación a míticos personajes que infunden miedo para lograr la obediencia, como hombres del saco...) ¿por qué se ha de conservar en este ámbito?.

 

Se que los tiempos cambian, que para muchos lectores todo lo dicho habrá sido en vano, pues han olvidado antiguas tradiciones, se que lo más preocupante tal vez sea el derroche y despilfarro que supone en muchos casos la enorme cantidad de regalos que reciben ciertos niños junto a la ausencia de los mínimos necesarios para vivir que padecen muchos otros, pero me parece que estos y otros temas debemos someterlos a un examen cristiano de conciencia. Con mucho más interés que la discusión sobre si le darán al futuro niño un chupete o si dormirá la niña abrazada a un osito de peluche, deberán los matrimonios cristianos encarar esta cuestión.

 

Debemos ser concientes de un hecho preocupante, aunque no hayamos parado mientes en ello. Con frecuencia escuchamos por los medios que el día del que estamos hablando es el gran día de los niños cristianos, saben ellos hoy algo del significado de niños cristianos ya que en el colegio tienen compañeros que se confiesan musulmanes ¿somos conscientes de que este día con frecuencia nuestras iglesias están totalmente vacías de estos niños? ¿no sería esta circunstancia una oportunidad para que se concienciaran de la fe que sus padres les proporcionan? Por mi parte nunca les pregunto a los niños ¿qué te han traído los reyes? Puedo observar y hasta admirar algún juguete, pero no quiero que asocien lo que como sacerdote represento a una pasajera experiencia infantil.

 

En nuestra iglesia, como en tantas otras, durante el ciclo navideño ocupa un lugar central de la nave un típico portal con las clásicas figuras. El día de la Epifanía, voy con los niños hacia este lugar y les explico la historia que se ha proclamado en el evangelio. Les enseño primero unas moneditas de oro, antiguo regalo de mi madre para este fin, les digo que uno de ellos las ofrezca a las imágenes en un platito. Cosa semejante hago con el incienso y con la mirra, en este caso, más que enseñar, lo que hago es explicar de donde proceden estas aromáticas resinas y les invito a oler su fragancia. Dejan igualmente ante la imagen del Niño estos perfumes y a continuación les digo que yo creo que ellos se parecen al Niño Jesús y que por eso les he preparado unos regalos que a continuación se los entrego uno por uno. Al principio se trataba de obsequios diferentes, según las edades, cosa harto difícil si uno quiere acertar los gustos, en la actualidad les doy una camiseta de las que cada año elabora la ONG “Manos Unidas”. Inexplicablemente estas camisetas satisfacen a todos y la única precaución que hay que tener es prepararlas de diferentes tamaños. Un tal objeto por otra parte supone una colaboración con esta solidaria organización y nadie considerará que es un gasto inútil mí proceder.

 

Según me consta los niños han recibido regalos en su casa, quiero ignorar que explicación les han dado, venir a misa no les supone ningún tormento, y, en saliendo de la iglesia acudirán a la casa de los abuelos si es esta la norma familiar.

 

Como en el caso de las representaciones navideñas, la iniciativa trata de que todo lo que se les ofrezca en torno a la Fe cristiana esté lleno de autenticidad.