Seamos de verdad humanos

Autor: Padre Pedro Hernández Lomana, C.M.F.    


La semana pasada hemos hablado de la necesidad del esfuerzo personal de cada uno, de todos los hombres, para crecer en lo que humanamente llamamos formación, facilidad para ser responsables. Para ser hombres, en una palabra, que resumamos en nuestras acciones, el interés que tenemos, en cada caso, de seres esforzándonos por la felicidad del otro, de nuestra familia. 

Hoy vemos como el mundo se nos va de las manos. Se nos deshumaniza. Lo fácil que tendría que resultar, a la postre, ser hombres. Pero no, nos vamos por caminos que aparentemente nos resultan mejor, y nos llevan a cumplir nuestras mejores promesas, y al final nos convencemos de que las cosas, no fueron en realidad lo que creíamos, resultado de no pensarlas del todo, porque esta es la verdad, y en todo caso, que, al final, no son, como nos las habíamos imaginado. De hecho, hoy, los hogares en una escala muy alta en su valoración, están destruidos, destrozados del todo, y ni que decir tiene que lo hemos hecho nosotros, los esposos, las esposas...los padres. 

Nos falta el humanismo necesario, la sensibilidad adecuada al hecho de vivir en familia. Ser humanos parece sencillo, pero desde que no manifestemos coherentemente actos verdaderos y humanos, estaremos fuera de las posibilidades que lo humano formalmente ofrece. 

Para saber lo que es humano tenemos que recurrir a los primeros momentos de la misma creación. Allí nuestro Dios nos hace a imagen y semejanza suya. Y es, por ende, que lo humano respira y transfiere, siempre, una realidad divina, o sea, que como dice un autor moderno, en el titulo de su libro, Dios es el horizonte del hombre, y por ende, el hombre se mueve en una necesidad constante de preguntar por Él y mirarle a El, como se mira al horizonte, cuando viajamos, para no perdernos, para saber, incluso, dónde estamos en nuestra escala humana y espiritual. Porque sin El en absoluto no podemos hacer nada. 

Vemos, por otra parte, tantas cosas originales que nos diferencian de los demás seres de la creación, que necesariamente venimos a entender que lo mejor de nosotros, lo tenemos que ver y realizar desde Él. Porque es El, el que contiene lo que da sentido a nuestro ser, a lo más nuestro, más humano. 

Claro, debemos reconocer, hoy, que “la extrañeza que causan en nuestros contemporáneos algunas de las formas de presentar la divinidad, suscitan diversas actitudes que van desde el rechazo del tema, por anacrónico, hasta el intento sincero de reformarlo y traducirlo en categorías y fórmulas inteligibles para el hombre de nuestro contexto cultural”. (Dios, horizonte del hombre. Introducción pg. 3) 

Nosotros damos por supuesto nuestra creencia en Dios, lo que no estoy tan seguro es que de verdad hagamos algo por movernos según su querer, en la medida de nuestra creencia. Y si nuestra fe nos lleva por buen camino, sabemos que Dios- Padre, es pura misericordia, y que en Cristo Jesús, nos ha amado sin fin, y que si configuramos lo que la tradición nos dice en San Pablo, (Cor. 13) sobre el amor, nos quedamos atónitos. Y san Juan nos dice que Dios es amor, y que nuestro amor viene de Dios. Y por tanto nuestro ser descansa en el amor. 

Ahora bien, así las cosas ¿podéis vosotros creer, que un hombre pueda vivir sin amor? 

Yo francamente lo niego de convicción. Y sin embargo decidme si no es este nuestro radical mal. El hombre está hecho para amar y sentirse amado. El amor es paciente, servicial y sin envidia nos dice S. Pablo en cap. citado. Y estoy convencido de que si hoy practicáramos estas virtudes, seríamos humanos. Porque somos imperfectos necesitamos la paciencia para entendernos unos a otros, lo humano se nos va con la impaciencia y nos convertimos a ratos en verdaderas fieras. El amor es servicial, y este es además, uno de los puntos claves en las enseñanzas del Maestro. “Como yo hice hacedlo así vosotros”. Y nos recordó: Yo soy Señor y os he lavado los pies, para que mutuamente os los lavéis vosotros. Y esto es servicio mutuo, como casi todos los que mutuamente os dais en vuestros hogares...Ese es el camino a lo humano. 

También es verdad que lo tecnológico prevalece, con mucho, en nuestra sociedad, como lo vemos diariamente, constatando ya los inconvenientes de ciertos avances humanos, que nos han parecido una superación extraordinaria en nuestros tiempos, pero que ya algunos, tocan nuestros límites más humanos. Por ejemplo, el carro, ya nos es un problema cada vez más grande: dónde lo aparcamos, y la polución, que, como tal, el carro, crea...¿qué hacemos con ella? Pero sobre todo, y ahí os dejo la pregunta, ¿podemos prescindir del carro en nuestra sociedad?...Si no pudiéramos, ahí tendríamos un límite claro a nuestra libertad. Nos pasa casi otro tanto con la T.V. Y sabemos muchos ejemplos de deshumanización que ella provoca. Cuántas veces no sentamos a ver la T.V. sin haber saludado a los nuestros, los más queridos, nuestra esposa, nuestros hijos, con la excusa de que llegamos cansados, o vivimos diversiones egoístas, al margen del hogar o contra el hogar. Y qué es eso, sino una verdadera manifestación de nuestra deshumanización. 

La posesión de la tecnología de hoy, nos hace dedicar más horas de las necesarias al trabajo, porque el dinero, decimos, es necesario a la vida. El principio, como tal, de que el dinero es necesario, es poco favorable a lo humano, porque en realidad es falso. Pero... ¿no os parece que ya, esta situación, humanamente hablando, debería ser inadmisible, porque debiera suponerse que cada cual gana lo suyo, para poder vivir con la dignidad que Dios le ha dado? Muy bien me sé, que esto es teorizar, por las injusticias evidentes en que estamos viviendo hoy. Pero nosotros, en la medida en que seguimos lo que el medio nos ofrece, no cabe duda que, por nuestra cuenta, estamos dando la razón a los que nos tratan injustamente. Porque en principio, nadie lo protesta, y, a pesar de todos los inconvenientes, rotura del hogar, pérdida de la salud, etc, nosotros lo buscamos. 

Ser humanos así se nos va convirtiendo en un sueño, cada vez más lejano, e imposible. Pero si algo queda claro detrás de estas pequeñas ideas, es la necesidad que tenemos de repensar nuestras actitudes. Porque ellas, a no dudarlo, son hijas de nuestras ideas, es decir de la ideas del medio, que se nos van haciendo inadvertidamente como nuestras, no las nuestras, que, hace mucho, las dejamos no sabemos donde. 

De que somos humanos no podemos dudarlo. De que hemos salido de la mano de Dios, a su imagen y semejanza, tampoco. Lo que nos falta por hacer, es, sin duda, convencernos de que lo humano es lo nuestro. Y a partir de ahí, poner todos los medios para que en adelante, hagamos siempre lo humano, vivamos siempre desde lo humano. Y nuestra sola preocupación sea, vivir entre nosotros en nuestra familia, finalmente, como hombres, que se dan cariño, ternura, unos a otros, y que en su decir y hacer diario se recrean humanamente, amándose, creándose personas en ello, que esa es la realidad que Dios vive en su ser relacional, personal.