La tolerancia

Autor: Padre Pedro Hernández Lomana, C.M.F.    


Es claro, que hoy necesitamos también de esta preciosa virtud, que, por lo que sea, y creo que todos lo sabemos muy bien, se nos hace a cada momento más importante y también más difícil, hoy, en nuestras vidas.

Diríamos que el trato mutuo correcto, y no solo correcto sino amable y hasta comprensivo y tierno, ¿porqué no?, es una de las características más notables que el hombre debiera tener conciencia de ser y vivir en sus diálogos, y vivencias, a ciencia cierta, ya que si el hombre es algo, es desde luego abertura a los demás, rasgo que supone una serie de valores aparentemente normales a todo hecho humano, que le supone además, capaz de llevar adelante cualquier situación emergente, que la vida pueda presentarle. Ahora, en cambio el trato, se nos hace, cada vez, más frío, formal y distante, que nos saca de quicio, como fuera de camino, y que no tuviera que ver con nosotros, lo que necesariamente tiene que suponer, también, desajustes humanos, sociales, y hogareños, que llegan, incluso, hasta a los seres más queridos, a los que nunca, por otra parte, hubiéramos pensado causarles el más pequeño inconveniente, por ejemplo, nuestros niños tan queridos.

Debiéramos preguntarnos por qué, y para qué, el ser humano tiene que hablar, o de cualquier manera manifestarse a los demás. Por supuesto, nos damos cuenta, al pensar hacia dentro, que como dicen los filósofos personalistas, el hombre esta hecho para el encuentro con los demás en el diálogo abierto y claro. Ellos hablan en formas y modismos, no fáciles, a veces de seguir, sobre características del ser humano, pero la más clara y convincente es precisamente hacernos saber que estamos hechos, más que todo, para el diálogo.

La tolerancia, es una virtud que se ha abierto paso, hoy en día. Y seamos sinceros, ello ha debido su ser, a la falta de normalidad en este diálogo, que no hay forma de arrancarlo de ninguna manera. Con la máxima facilidad, hoy, una esposa puede, muy bien, pasarse sin hablar con su esposo, durante semanas, y no por gusto, por supuesto. Claro, ello supone la pérdida de confianza mutua, que lleva a consecuencias pésimas, y destructivas del hogar, mal peor de nuestra sociedad actual, y que, normalmente eso ha sucedido, por falta de cierta tolerancia mutua, en los temas que manejamos, que por cierto al ser personales, nos cierran la puerta a la seguridad personal, y viene rápidamente el rompimiento del ser relacional del matrimonio, y se pierde la paz.

La tolerancia fue también corregida por Jesús, cuando una tarde en conversación con María, en casa del amigo Lázaro, Marta, pierde la paciencia, e intolerante se vuelve a Jesús para decirle que su hermana está muy bien hablando con Él, pero se olvida de que ella, está sola en el tajo.

Y es que la tolerancia es "una virtud regia. Su valor ético es indiscutible. En la medida en que actúa evitando la agresión y humanizando resulta insustituible. Con todo su esencia es la imparcialidad y, en el mejor de los caos la magnanimidad, pero no lo que en definitiva cuenta, el amor". (Selecciones de Teología 159, 2001 Vol. 40 pg. 209)

Por ello deber ser un paso a la verdadera acogida, que es el fundamento de una auténtica relación humana, pues, cada vez que los hombres establecemos un intento de diálogo o un acercamiento al otro, estamos evidentemente buscando una solución a nuestros problemas matrimoniales o humanos, que nos afectan y duelen de verdad, y pidiendo una acogida espontánea, que no es más que el resultado del buen desenvolvimiento de la acción humana en sí misma.

Al fin y al cabo, no podemos negar que el hombre está hecho para el hablar en el encuentro. Es entonces ese gesto de acogernos lo que está fallando hoy día, esa actitud deshumanizante, que no solo determina los modos de proceder, porque se ha generalizado en extremo, sino, que sobre todo inhibe los presupuestos más lógicamente humanos que podrían, invirtiendo los términos, propiciar un acercamiento acogedor.

No podemos entender tampoco, que cuando Jesús le responde a Marta le esté negando ese servicio bello que con su esfuerzo estaba justamente facilitando a la cena del Señor. No me parece que el Señor esté contraponiendo el trabajo material, al espiritual, no; el Señor afirma que escuchar la palabra de Dios es fundamento al desarrollo del mundo interior humano, y desde aquí le hace ver que ese es, el servicio, el camino más responsable y directo, al comportamiento relacional entre los hombres, y por ello, ella habría de haberse comportado tolerante con su hermana que en ese momento escuchaba, atentamente, a los pies de su Señor y Maestro.

Por ende debemos atender nuestra vida interior desde la escucha de esta palabra del Señor. Escuchar esta palabra, es abrirse a lo que el nos expresa a través de ella, y es hacernos eco de lo determinante que se manifiesta esta escucha, en los factores más cotidianos, que realizan el hecho humano, y por supuesto la tolerancia.

Cómo veis es necesario que atendamos todo nuestro mundo interior para que nos demos cuenta no solo de la importancia de virtudes como esta, para poder realizar nuestra vida diaria, y dominando nuestras tendencias más negativas, esas que reconocemos todos los días para seguir haciendo lo mismo, por la virtud de la tolerancia de unos con otros, que en la familia debería ser normal, ir generando a través del cambio, un hogar nuevo, que dé aliento a los mejores valores que hoy nos faltan.

Debemos reflexionar también la necesidad de la práctica de estas virtudes. Nuestro mundo no es un sistema que se active por arte de "birli- birloque", ni tampoco a voces y gritos, sino el resultado de un actuar nuestra conciencia personal de la cosa, un hecho humano, conque nos enfrentamos, para saber en todo momento qué hacer con ellas. Y por supuesto, debemos hacer de la mejor manera humana que tengamos en nuestro mundo personal, que puede ser muy rica, como lo creo.


No olvidemos, sin embargo, que el todo de nuestro ser, es la acogida familiar de unos a otros, que debe predominar en todo momento, el amor en último término. Esto es lo fundamental. Y espero que el recuerdo de la tolerancia mutua, nos ayude en otros muchos momentos, a ser siempre como nuestra conciencia nos lo pida, sobre todo, si de matrimonios cristianos hablamos.