Humanismo cristiano 

Autor: Padre Pedro Hernández Lomana, C.M.F. 

   


No es fácil hoy hablar de un humanismo en cuanto tal, porque la verdad es que estamos perdiendo no solo la noción de los valores, sino incluso el sentido más profundo de lo humano. Tan lejos hemos llegado hoy en esto de la frialdad de unos con otros, que es difícil, en verdad, sentir que el otro signifique algo especial para nosotros. Tan acostumbrados estamos a aquello de... ¡ a mí qué me importa...! o... ¡ qué me importas tú...! 

Claro, el no escucharse uno a sí mismo, y por ende el no poder oír la incongruencia de nuestros sinsabores existenciales, de nuestros vacíos, nos impide escuchar a los demás, y ya aquí podemos observarnos en una cuesta abajo de lo humano, que nos oculta la gravedad de no salir de nosotros mismos, y al final, nos inhibe de toda acción que tenga relación con lo realmente humano. Y fijaros bien que estoy describiendo una situación enormemente extensa, que abarca muchos niveles de nuestro medio ambiental humano, y se extiende a casi todos los niveles profesionales, donde, lo único que importa es el dinero. Es decir, hemos llegado a unas vivencias del todo materiales, que, de hecho, nos han imposibilitado toda visión superior, en lo que a valores o humanismo se refiere. Lo inmediato, que, nos acapara, no tiene la categoría de fin, es decir nos estamos moviendo en un mundo de puros medios, y nos hemos envilecido tanto, que, no nos preocupa otra cosa, que satisfacer el problema del momento, o de otra manera, la satisfacción anhelante del momento. Así,... no podemos hablar como personas, ni con personas, que son fines, y mucho menos vivir en una sociedad que se sintiera orgullosa de sus valores humanos o cristianos. 

Esto evidentemente nos indica que no estamos en la categoría de lo personal. La persona es un fin, y por tanto, al no vivir la categoría de los fines, de hecho nos estamos moviendo inclusivamente en el mundo de la naturaleza. Lo que explica toda esa falta de valores que notamos en la sociedad, de humanismo cristiano, y que justifica toda esa corrupción enorme que nos aplasta. 

Hoy se habla mucho del diálogo, porque nos hace falta, pero en mi ministerio observo que, cuando pregunto por el diálogo en la pareja, en un porcentaje muy elevado, se me responde, que, no podemos dialogar. Lo que me lleva a creer que estamos perdiendo del todo, el sentido de lo humano. Cuando a uno se le presenta un tema que se refiere a él, y no quiere ni oírlo, no lo acepta, por más que todos le señalan con el dedo, estamos ante un hombre que no tiene capacidad de diálogo, y a este señor le falta la principal referencia de lo humano: el actuar como persona, que, al no poder hacerlo, se asienta en el mundo de lo natural, de donde no es facil salir, porque hace falta una fuerza de voluntad que por ser personal, y vivir este hombre, en otras referencias, jamás va a encontrar. 

Ser persona, he aquí un gran tema, pero que ahora nos interesa solo esbozar en la idea de que persona es estar abierto a los grandes parámetros de la verdad y el amor, al otro, saber relacionarse dentro de estos grandes temas. Hoy estas bellísimas realidades y palabras no se conocen. Se han inventado otras que quieren suplantarlas. Y de hecho se ha logrado, y por eso, qué difícil es vivir hoy del amor, del amor cristiano, del don, de ese poder que me levanta hasta el cielo de la felicidad, y que hoy es apenas una referencia tan lejana,... que ya no dice nada. ¿Qué queda del humanismo cristiano...!