¡Felicidad a borbotones!

Autor: Padre Pedro Hernández Lomana, C.M.F.

 

 

 

Sí recuerdo haberos escrito, una vez, sobre la felicidad, pero me parece importante insistir, porque lo veo como un punto viviente y exigiendo, al encuentro de nuestros hogares. Más, ella nos recuerda siempre, las exigencias más profundas de nuestro ser, en busca constante de esa felicidad cuyos valores perenes hemos perdido como comunidad, porque me sé muy bien, que algunos cristianos, bien la viven.

Hace unos días, nada más, ha muerto en Madrid, Pedro Laín Entralgo y en su libro Creer, esperar, amar, nos dice nada más comenzar:” Vive el hombre, y esto es a mi juicio, lo verdaderamente esencial de su existencia, intentando poseer plenamente su propia realidad y en ella la realidad del mundo; con lo cual no hace otra cosa que trasladar a términos de pretensión la más famosa definición de la eternidad. “Total y acabada posesión simultanea de una vida inteminable” dijo de ella Boecio. Aunque quien en sí mismo la vive, no la advierta, la vida humana es, en efecto, una constante pretensión de eternidad; y así cuando ocasional y fugazmente se produce, la vivencia de la felicidad consiste en sentir que nada se necesita, que todo lo deseable se posee”.

Lo interesante aquí aparece en la idea de que la vida humana es una constante pretensión de eternidad. Claro, esto queda detrás de la reflexión, que hoy, no se utiliza. O en todo caso, es un privilegio de algunas personas que normalmene se dedican a pensar, para madurar humana y religiosamente porque viven con ganas esta petensión de eternidad, o hacer que otros sigan estos caminos, en su profesión de escritores para los demás. Porque, la verdad es que hoy, no nos da la impresión de que, en general los hombres, estemos buscando criterios que tengan, de alguna manera, y mejor, si desde el empeño de vivir desde la eternidad, algo que ver con la verdadera felicidad.

De tal forma nos distraemos, y hemos dado de lado, todo lo que no tiene que ver con nuestra búsqueda de la satisfacción del momento. Pero ahí no está la felicidad, porque de hecho muchos padecen hoy esa sed y no saben donde calmarla. Pero es que además la felicidad nos da la impresión de que con ella lo tenemos todo. Por ello deberíamos preguntarnos, por qué hay actitudes que favorecen esa situación de perfección anímica que de hecho nos dan la impresión de que tenemos todo y no necesitamos más. A mi personalmene me da la impresión de que hoy no somos particularmente felices, y que además nos encontramos en una situación de indigencia humana que da pena, y esto evidentemente se debe a circunstancias muy concretas que en otros momentos hemos definido. En conjunto diría que se deben a una falta de concentración, que inhibe el pensar, y toda acción que tuviera que ver con una coherencia humana. Así, no podemos fijar la caracterización vital de lo que llamamos felicidad, ni menos percibir, que ella, cuando se posee, nos da la impresión de que,... no necesitamos más.

Fijaros que es fuerte, esto, de sentir que uno no necesita más, que la felicidad, y mejor aún, que tengamos con ella, la impresión de que estamos caminando vias de eternidad. Autores modernos confirman que esta tendencia es real en el hombre, más, que la necesita, y que sin ella es muy improbable una verdadera realización humana. “Tres pensadores recientes, los tres bien distantes de ser metafísicos tradicionales, Scheler, Ortega y Jaspers han recurrido a la noción de eternidad pera dar razón intelectual de una esencial dimensión y de ciertas ocasionales situaciones de la existencia humana: Scheler buceando en lo “eterno en el hombre”, Ortega viendo “un regusto, como estelar, de eternidad” en la pasajera viviencia de haber ejecutado satisfactoriamente una actividad vocacional, Jaspers llamando “presentes eternos” a todos aquellos en que, por la razón que sea, - el amor, el éxito, la comteplación de la belleza - uno siente realizadas todas sus aspiraciones. Sí: la vida del hombre es una constante petensión de felicidad, felicidad tan modesta, a veces, como el “simple pasarlo bien”; y la vivencia de alcanzarla, siempre irretenible, siempre fugaz, al concepto boeciano de eternidad habrá de ser referida, si uno quere ser intelectual riguroso”. (Pedro Laín Entralgo. Creer, Esperar, Amar pgnas 15-16)

Intentemos, pues, poseer la verdadera realidad del mundo, como nos decía al principio el autor que hemos citado, y veréis, que nos va ir bien. ¿Y cual, es esa nuestra realidad? Pues no hay más que ver que, como Cristianos, somos imágenes y semejanza de Dios: pensar y vivir como ciristianos, así lo hacían los cristianos de los primeros siglos, dentro delmundo en que vivimos. Sin temor a nadie, ni a nada. Sencillamente no debemos dar de lado al Señor, como hasta ahora generalmente lo hacemos; hoy nos importa cualquier cosa, más que Dios, a la mayoría de nosotros, y esto no debe ser más así, y por una razón muy sencilla, porque estamos equivocados. No tenéis más que ver cómo piensan esos filósofos, y nuestro Laín Entralgo, que ha muerto como un verdadero cristiano, pero sobre todo consultad vuestra conciencia, y si la tenéis sana, no cabe la menor duda de que con honestidad, daréis la razón a esos pensadores.

Estos días atrás leíamos en la Santa Misa la historia de Tobit y de Tobías su hijo. “El sábado veíamos cómo el misterioso y providencial compañero de viaje de Tobías y el mismo Tobías, concluían su viaje. Pero antes de regresar a Aquel que le envió, revela su identidad y pronuncia un hermoso discurso, en el que se ponen de relieve las virtudes que se deben practicar en una familia que quiere mantenerse fiel al Señor en todas las circunstancias de la vida, alegres y dolorosoas. Este palabras reflejan las ideas sobre la vida de familia qu circulaban en los ambientes sapienciales. Una síntesis de su enseñanza está aquí: el secreto de la prosperidad y de la felicidad de una familia está, en su fidelidad a la ley del Señor, en la práctica de la caridad para con los mismo hermanos, y en la oración. La presencia de estas virtudes, atrae sobre la familia de Tobías la bendición del Señor”. (Actualidad Litúrgica Mayo Junio 2001, pga 81)

Creo que si os dijera mi opinión sería tan sencillo como esto: tratad de vivir la gracia del Señor continuamente, y seremos cristianos capaces de testimoniar ante el mundo la felicicdad, a todo dar, a borbotones, como os digo en el título, del cristiano de verdad.