El diálogo matrimonial

Autor: Padre Pedro Hernández Lomana, C.M.F. 

   


Un tema que hoy se ofrece como auténtica instancia a la solución de los problemas de la pareja. La verdad es que, desde mi práctica sacerdotal, me da la ligera impresión de que esta falta de diálogo, es el nudo del problema de nuestros tiempos. Damos la impresión de que no necesitamos perder, justamente el tiempo, en estos pequeños detalles. Mientras tanto no nos enrojecemos por estar hablando con cualquiera, al mismo tiempo que miramos a otro lado, o a otra persona, sin importarnos un comino lo que el presente nos está diciendo. 

No es el “nosotros” o tú y yo, que normalmente debería funcionar como expresión de lo más auténtico de nuestro ser. Para M scheler, Buber y Gabriel Marcel nos dice Mounier, “la experiencia lleva a una comunicación de los sujetos, diálogo, encuentro auténtico, en donde no trato al otro como naturaleza, sino como libertad; más aún, en donde colaboro para su libertad, como él colabora para la mía”. Si el otro no es un límite del yo, sino una fuente del yo, el descubrimiento del nosotros es estrictamente simultáneo con la experiencia personal. “El tú es aquel en que nosotros nos descubrimos, y por quién nosotros nos elevamos: surge en el corazón de la inmanencia como en el de la trascendencia. No rompe la intimidad, sino que la descubre y eleva. El reencuentro en el nosotros no solo facilita un intercambio integral entre el yo y el tú, sino que crea un universo de experiencia que no tendría realidad sin este encuentro”. 

Claro, todo esto ha sido una realidad bellísima en un buen noviazgo; eso suponiendo que efectivamente haya habido un noviazgo serio, porque hoy falta todo esto precisamente, por ese hábito de vivir de cara a la naturaleza, dando de lado lo personal. Cuando esto sucede, qué difícil es establecer un camino al dialogo. Porque él, o es de los fenómenos o situaciones personales, de las tendencias negativas u ofensivas, de las positivas, en la relación, o no tiene sentido. Y lo que cuesta hoy es ser persona, y por ende manifestarse como persona. Para Jasper solo es facil la comunicación objetiva, la que se mantiene en las relaciones económicas, políticas y verbales. Pero el existente, si encuentra ahí sus raíces y su asiento, no puede encontrar ahí su plenitud. Solo puede colmarle el diálogo de existente a existente. Para entrar en él tengo primero que asegurar mi existencia, y esto no lo puedo hacer más que con el otro y por el otro, queriendo que él mismo esté en su verdad, tal como yo me esfuerzo en entrar en la mía. Unicamente la soledad del impulso existente hace que esta cooperación sea combate y desgarramiento, tanto como amor y comunión. 

Y a no dudarlo, esto sucede cuando en la pareja, por muy grande que sea el combate, está sostenida la relación por una trascendencia real que la desborda, la llama y la alimenta. 

Por eso la exigencia de una fe viva. De un Cristianismo vivo, de un amor alimentado por el deseo de felicidad en el amado, “sangre que se entrega” a pesar de todos los pesares; porque ahí, en cristiano, se levanta justamente la esperanza que todo lo arropa y aclara. No es por tanto la decepción o la caída la que tiene la última palabra, sino el esfuerzo que en la presencia del amado, alentado en esa esperanza que le mide, se hace don y fortaleza del ser todo del diálogo. 

Por eso es necesario, y solo se da nuestro diálogo desde dentro, desde el ser que nos define como debilidad, -porque sin ti mi vida no tiene sentido- y que aspira en esa creencia a reforzarse en el encuentro del que se sabe amado. Esto, claro, es purita esencia humana, y tengo que reconocer que nos hace mucha falta hoy, para poder renovar el sentido del ser en la experiencia del diálogo humano. 

Por eso si el diálogo fue el vehículo, y el medio en el que los filósofos descubrieron el ser del bien y la verdad, que son nuestros, no pienso que haya otro camino para encontrarnos como personas en el ser de los que nos aman, porque solo ahí en el compromiso del amor tiene sentido el diálogo, y nos hace el sentido como humanos, el uno para el otro, la pareja humana, el matrimonio cristiano..