Cuidemos la tierra

Autor: Padre Pedro Hernández Lomana, C.M.F. 

 

 

Buen título para encarecer el sentido del humanismo entre nosotros, de forma que podamos alentar lo mejor del hombre, posibilitando el cambio necesario al tema que nos ocupa, y siendo conscientes de que habitamos la misma tierra. Cómo me gustaría que llegáramos todos a comprender que somos dependientes unos de otros, habitamos el mismo espacio y la misma tierra, y que, incluso, somos hermanos, con el sello del mejor origen, y por supuesto, marcando los acentos de comprensión mutua y aceptación de cada uno de nosotros en la tierra, sintiéramos la cercanía necesaria al encuentro entre nosotros, y el momento necesario a toda mejoría, en el trato que nos damos, para poder así, enriquecer la tierra que habitamos, y posibilitar esa diferencia que ofrece el sentido verdaderamente humano entre nosotros, la que todos quisiéramos ver y gozar, tan necesaria, también, al uso consciente de la misma, y sobre todo, a nuestra propia estabilidad en ella, gozando la tierra que pisamos y el marco exuberante sobre el que dormimos.

Desde luego debemos admitir que la tierra es nuestro medio, no tenemos otro, en otras palabras, es nuestra casa, nuestro hogar, con todas las exigencias y encantos de ese espacio, pequeño incluso, de tierra que llamamos hogar. Resultado evidente de ese acto amoroso de Dios al crearla, y crearnos a nosotros en ella: “y vio Dios que era buena”. Es el lugar de los hombres, de todos los hombres para vivir en dignidad, y con pensamientos de progreso y sentido de futuro, donde solamente nuestra existencia se ha hecho posible realidad, donde encontramos el aire y la lluvia, y el cielo y los ríos y el campo y el monte, que todos necesitamos, que encanta nuestros sueños juveniles y humanos, acercándonos a la creatividad técnica, filosófica o poética que nos hace sentir más necesitados de la tierra y atados a nosotros mismos. De esta manera, podríamos ver y entender que esa, precisamente, es nuestra grandeza, y nos ilusiona y nos lleva a vivir el esplendor de esta tierra, que es nuestra única y posible circunstancia, donde necesariamente nos hacemos o nos destruimos como hombres; y que nos da de todo, vegetales, frutas, y qué ricas, y hasta animales de cualquier tipo que nos divierten, alimentan y ayudan, que levantan nuestras vidas, y nuestras todas posibilidades y esperanzas, sin que sepamos, al margen de los sueños, y los sueños sueños son, si en el cosmos, podemos encontrar otro lugar como este para vivir, para nosotros. De momento nada.

No es fácil entender esto, como no es fácil entendernos a nosotros mismos, sobre todo si miramos la situación que ahora estamos viviendo, en la que la tierra que habitamos resulta ser la mayor contradicción entre sus moradores, divididos, no solo, unos contra otros, sino, sobre todo, heridos los más, por la negligencia de los que pueden reparar nuestra “habitación”, porque tienen medios y posibilidades para cambiar la suerte que esta nuestra tierra ahora mismo adolece, y no hacen nada por ella, sino acosarla y destruirla día a día, ni está en su mente tampoco, preocuparse de este daño ni ahora, ni menos en un futuro próximo, de forma que continuamente podemos observar que la tierra se empobrece en sus recursos y posibilidades, y se deteriora, a pesar de que tengamos una conciencia cierta de que ella está ahí, para nosotros, los hombres, y solo los hombres, y animales que nos acompañan.

Cuando uno piensa en las tremendas y absurdas contradicciones entre países ricos y pobres, los más poderosos, que la usan en una inmensa desproporción de bienes en comparación con los demás, y los más pobres de casi toda la tierra, y la tierra es de todos y para todos, simplemente porque son ricos y tienen dinero, nos dan verdadera lástima. Porque además, corrompen, a su vez, como nadie, el medio ambiente en el que todos vivimos, con sus chimeneas nauseabundas y vertidos que matan los ríos y el mar, y toda esperanza de futuro, porque aún las leyes que hoy y siempre a todos nos invitan a ser serios, no pueden con ellos, y siguen haciendo lo que quieren, y nos deshumanizan a los demás haciéndonos desear en vano la tierra que nos dio el Señor. Son además, una clara minoría en proporción al resto de la humanidad, pero rechazan, sin embargo, toda responsabilidad en el tema de la maldición de esta tierra, porque los que no la honran la maldicen, y que convivimos y habitamos, hoy, un peligro evidente para muchos, recordemos Chernobil, o las ciudades que viven junto al mar, o las riadas que continuamente asolan nuestras ciudades y campos, dejando con frecuencia sin casa y sin futuro a los más pobres, o los 49 grados centígrados que estos días sufren en la India, pero y con todo, volviéndonos a negar que deban hacer algún esfuerzo por intentar ponerse de acuerdo en orden a promover un futuro mejor para la tierra, y oponiéndose a firmar tratados internacionales sobre el medio ambiente, por ejemplo los de Kioto, nos apartan de cualquier alivio, por aligerar el peso, que sobre nuestras conciencias todos llevamos, porque no hemos dado el respeto debido a esta tierra que nos mantiene, nos alegra, nos hace soñar en un futuro mejor, y nos da la paz, cuando al morir nos abraza como hermanos, y nos admite en su seno para descansar en ella, y en paz.

Así las cosas es triste reconocer que no podemos imaginar el arreglo que debemos encontrar entre los hombres, para hacer una tierra más habitable en un tiempo razonable, pero, cada vez más urgente, si hemos de vivir tranquilos aquí. Si bien es cierto que cada vez somos más, por ejemplo, los que creemos en la acción de “Green Peace”, los que nos adherimos a promover el bien de la tierra, para protegerla de rapaces irresponsables, que solo piensan en sí mismos,...Nosotros, abiertos a la idea, -como los indios lo defienden,- de que ella es nuestra madre, la queremos sana. ¿O es que creéis que es bastante esperar, para remediar los males que nos aquejan?.

Es un hecho innegable que el calentamiento de la tierra, se está dando con tanta fuerza y rapidez, según los técnicos especialistas en el tema, mucha más, desde luego, de lo que nadie pensaba, hace nada, que para el año 2020 pueden haber desaparecido, si no ponemos remedio a este calentamiento, a todas luces evidente, las ciudades ¿todas? al nivel del mar, que hoy no son pocas. Nosotros, que como hombres, planificamos en sucesiones de presente inmediato, a corto y largo plazo, para que todo aparezca, dentro de una lógica positiva y competitiva, en orden a ganar en el negocio lo previsto, y casi siempre más de lo justo, no somos capaces de hacer luz, mejor, los que dominan el mundo no quieren pensar en estas cosas que tienen que ver con el bien de toda la humanidad, o al menos de todas esas personas que viviendo junto al mar, ahora están en evidente peligro, y no está en sus manos la solución del problema, que, afectándoles, les destruye en un plazo humano previsible.

No cabe la menor duda que esto de cuidar la tierra necesita una interacción continuada, por parte de todos, para conseguir un acuerdo positivo que mejore nuestra situación de terrícolas. Pero antes que nada, la prensa y la TV tienen que advertir diariamente, la necesidad de esta atención al medio en que vivimos, e incluso la necesidad de llegar a estos acuerdos, en algo tan importante como esto, porque afecta, sin duda, a todos los humanos. Pero además, en las escuelas de todo tipo, incluso Universidades, tenemos que ir creando conciencia de responsabilidades de la situación en que estamos viviendo, y sobre todo del necesario esfuerzo a procurar para que esta tierra no vaya a peor, en unos cuantos años, cercanos, sin duda. Enseñarles a que hay que moverse y luchar para impedir las atrocidades que ahora mismo se hacen contra la tierra. Es claro que también los hogares tienen que procurar este tipo de formación humana, coherencia entre todos, sobre lo que más importa a cada uno de nosotros: procurarnos un medio más humano en el espacio en que vivimos, pero, sobre todo, hacer conciencia de en qué modo nuestra conducta puede interferir negativa o positivamente, en la marcha eficiente del medio que habitamos.

Ya aquí en Costa Rica, he oído al Exmo Sr. Presidente, en la toma de posesión, la preocupación por el medio ambiente nuestro, tan importante al turismo, y por ello, y por nosotros, estoy seguro que quiere dar énfasis a la selva virgen, repoblar nuestros montes con árboles autóctonos, lo que me parece excelente: “por encima de las coyunturas del momento, nuestra rica biodiversidad será la gran riqueza de siempre y la vamos a preservar”, incluso, “llevando a la Constitución Política de la República un capítulo referido a las Garantías Ambientales”,...Sería, según puedo entender, uno se los países primeros en hacer esto, si no el primero en incluir estas garantías Ambientales en la Constitución. Lo celebraríamos... Claro que sí.

Porque, sobre todo para nosotros, que vivimos aquí, y necesitamos de un buen medio ecológico en que respirar y movernos, nos es importante asegurar a los demás que vienen detrás, una felicidad total sin preocupaciones de este calibre que hoy nos mortifican a nosotros, y que nunca deberíamos haber tenido, si hubiéramos cuidado todos, un poco, con más cariño, nuestro medio primordial de vida, la tierra que habitamos. Cierto, aquí hemos tenido nuestro proporcional cuidado, pero no el suficiente, porque con mucha frecuencia vamos leyendo en la prensa cómo los constructores y otros industriales nos están talando la selva de todos, nuestra selva, sin contar con nosotros, y es pena, que cada vez que viajamos por el país, ya nos damos cuenta de las inmensas calvas nuevas que nuestras montañas presentan y padecen, por esta avaricia insaciable de tantos constructores y negociadores sin escrúpulos, pero sobre todo sin moral social o preocupación por los demás, diría yo, que nos insultan con su conducta, al no pensar, querer, o atreverse a plantar, ni un solo pelo, en estas calvas.

Es verdad, como nos dice la Carta de la tierra, que la humanidad está viviendo un momento crítico, porque los técnicos en estas materias son muy claros, y saben muy bien qué es lo que está sucediendo en los diversos escondrijos de nuestra tierra , lo que evidencia que ellos mismos la deben estar pasando muy mal, porque casi nadie les hace caso, y a quienes debiera importar, no nos dan la impresión de que estén sufriendo, por lo mal que vive nuestro planeta. Por qué había de ser de manera contraria, si ellos viven a todo dar.

Sin embargo, las alternativas de futuro ahí están para tenerlas en cuenta unos y otros, los que pueden remediarlo, para poner sus manos en el tema, y los que sufren o pueden sufrir, que somos los más, para exigir que, por fin, cambie esta pasividad a la que nos tienen acostumbrados los grandes países, que normalmente dominan el mundo.

Se supone que hoy, dominar, implica responsabilidad, y es justamente a eso a lo que llamamos a estos países, no nos gusta demasiado, ni nada, diría yo, que haya unos que pueden dar el no, o proclamar su veto, a una reunión de la ONU, desde perspectivas egoístas o marcadamente nacionalistas que tienen poco que ver con la realidad del mundo, y de sus hombres, y de hecho van contra todos, o una buena parte de la humanidad,...O sencillamente, que países que no cumplen con las normas de un buen cuidado de la tierra o el mar, porque todo les es lo mismo a la hora de burlarse de la tierra, sigan haciendo lo que les venga en gana, como el Japón y el país del Norte con las ballenas, sin prestar la menor atención al resto de la humanidad. Los derechos humanos ¿no prevén este tipo de situaciones? ¿cuánto tiempo más tendremos que aguantar estas impertinencias, o el yugo de los que nos dominan desde sus conveniencias estrechas o chiquitas, frente a las necesidades verdaderas del mundo de hoy?. Pero triste es reconocerlo, que no han llegado los tiempos para cambios como estos. En la realidad, aún, estos cambios no vienen, pero todavía es peor que muchos de los que más sufren, lamentablemente no sean conscientes del camino apropiado a un cambio de situación, ni tampoco sepamos apreciar o movernos desde principios tan claros como aquel de que “la unión hace la fuerza”, y sigamos sufriendo los inconvenientes de ver que el piso se nos hunde, y nadie pone una mano para impedirlo.

Cuidar la belleza de la tierra, cuidar nuestra tierra, es hoy, una labor de todos. Vamos pues a ejercitarnos en algo, que cumplido, no solo será nuestro orgullo, sino la posibilidad de una auténtica mejor vida, celebradamente humana, en este pequeño planeta, para tantos hombres del mañana, que esperan, y tienen derecho a ello, un mundo mejor.

Termino con esta cita preciosa, a mi entender, de ese gran teólogo universal Bonhoeffer en los últimos días de su vida mortal entre nosotros: “ Solo si se ama la vida y la tierra lo bastante para que todo parezca acabado, cuando ellas están perdidas, se tiene derecho a creer en la resurrección de los muertos, y en un mundo nuevo”.