Espiritualidad sin religión

Autor: Rev. Martín N. Añorga

 

     
La revista Parade ha dado a conocer los resultados de una encuesta nacional sobre el tema de la espiritualidad. Los resultados son interesantes y constituyen un verdadero reto para la comunidad cristiana en los Estados Unidos.

Más del 27% de los encuestados afirma que no practican tipo alguno de religión; y el 24% se auto encasilló en una novedosa clasificación: “adeptos a la espiritualidad, pero sin ser religiosos”. Para algunos parecería alentador que el 69% de los que respondieron la pregunta de Parade, afirmen que creen en Dios; el 77% practica la oración sin asistir a oficios religiosos y el 75% reclama que la religión de los niños es responsabilidad de los padres y del entorno hogareño. Sin embargo, es de enfatizar el hecho de que “solamente menos de una tercera parte de las personas que afirman ser religiosas están vinculadas con la iglesia”.

A la pregunta de a quién se acudiría en caso de una crisis individual, un 17% reconoció que iría a entrevistarse con un clérigo. La mayoría, un 55%, dijo que resolvería personalmente sus problemas o acudiría a alguna persona madura en el ámbito familiar. En resumen, Parade sugiere que existe un cambio casi radical en la mentalidad religiosa de la nación. Un 82% se casaría con alguien que tenga una fe diferente a la suya; el 59% afirma que todas las religiones son iguales o válidas, y el 24%, como ya hemos afirmado, se clasifica como “espiritual, pero no religioso”.

Vamos a analizar algunos problemas, entre los otros que pudieran mencionarse, que nos presenta la encuesta de Parade. Primero vamos a referirnos a la identidad actual de los clérigos, categoría que incluye a los sacerdotes católicos romanos y a los pastores de la diversidad protestante o evangélica. Hoy día hay predicadores –de todas las vertientes- que usan los medios de difusión pública para exponer sus mensajes, que quizás son oídos por millones de personas; pero ¿quién puede hacer una cita con Joel Osteen, Rick Warren o Benny Himn? La relación personal del creyente común con las estrellas religiosas de la televisión es imposible, de aquí que la casi cuarta parte de los estadounidenses adultos que se han apartado de sus iglesias locales carecen de acceso a los sacramentos y a la consejería pastoral.

Otro problema, quizás el más inquietante de todos, es el de la falta de interés en asistir a los servicios religiosos en las iglesias, algo que es crítico en los Estados Unidos y probablemente en muchos otros lugares del mundo. En una revista cristiana leímos recientemente un reportaje acerca de las llamadas mega-iglesias, donde se congregan dominicalmente más de quince mil personas. La pregunta que se hacía en el reportaje es ésta: ¿por qué no se imitan los métodos administrativos, las técnicas, y hasta el sistema de mercadeo y de proselitismo de los que se sirven estas iglesias para lograr su crecimiento? La respuesta no es fácil ni simple. Del tema hablaremos en otro trabajo, porque lo que nos ocupa en éste es la situación de las iglesias promedio, no las de excepción,

Dos de las características más señaladas de nuestra sociedad son el secularismo y el individualismo, y es precisamente dentro de este medio que las personas pretenden insertar su supuesta espiritualidad. En una entrevista le preguntaron recientemente a Dalai Lama lo que él pensaba acerca de la separación entre el espiritualismo y la religión. Esta fue su contestación: “no desapruebo la existencia de una ética secular que sin rechazar las religiones, esté sustentada en las cualidades innatas del ser humano. No es necesario ser religioso para ser una persona moralmente ética. El amor y la compasión, por ejemplo, no tienen porqué estar relacionados con una religión. La idea es que podamos vivir en armonía y convivir sin problemas”. Es el dilema de siempre: ¿se puede ser cristiano fuera de la iglesia?

Fuera de la iglesia se pueden llevar a cabo prácticas cristianas, de eso no cabe duda. En la encuesta de Parade se descubre que el norteamericano promedio, vaya o no a la iglesia, practica la oración: 72% ora por el bienestar de los demás; 60% ora por perdón, y 21% ora por bienes materiales. Este detalle resalta el individualismo del país. Los que así actúan, aunque aparentemente son personas de fe desconocen el hecho de que la iglesia no está compuesta de franco tiradores, sino que es un ejército en plena actividad..

La estructura hogareña contemporánea nos separa. La vida social se reduce, la participación a clubes y a asociaciones se limita, y la asistencia a la iglesia sufre la misma prueba. Una de las razones de crecimiento en algunas iglesias reside en la creación de núcleos o círculos de creyentes que funcionan a nivel de barrio.

El secularismo es, sin embrago, el mayor enemigo de la iglesia actual. Un compañero pastor me decía que la iglesia es culpable por haber dejado que le robaran su espacio, y por no haber llenado con sus programas y ministerio las verdaderas necesidades de la gente de hoy. Añadió, por supuesto, para que el “mea culpa” fuera completo, el problema de clérigos acusados de actos inmorales que le restan seriedad, importancia y prestigio a la institución a la que se deben. Quizás le quepa una parte de razón, pero la realidad es más compleja.

Una situación con la que tenemos que bregar los cristianos es el cambio de mentalidad, promovido precisamente por el secularismo, que ha llevado al estadounidense a aceptar que todas las religiones son buenas. Una encuesta del Pew Forum on Religion @ Public Life revela que la mayoría de los norteamericanos estima que religiones no cristianas como el Hinduismo, el Budismo o el Islam pueden conducir a la salvación del que crea en ellas.

Según estadísticas de las Naciones Unidas, en la actualidad una de cada cuatro personas es musulmana. Un estudio revela que la mayoría de los musulmanes del mundo son asiáticos. La región Asia-Pacífico es el hogar del 62% de la población islámica total, que suma en todo el mundo 1600 millones de personas. El 25% de la población del mundo es musulmán, según una encuesta realizada por el Pew Forum on Religion and Public Life. Los cinco países con mayor población que profesa la religión islámica son Indonesia, Paquistán, India, Bangladesh y Egipto. En los Estados Unidos La presencia musulmana es de aproximadamente el 1.5% de la población; lis hindúes alcanzan un 0.6% y los budistas el 0.8%. Una característica de estos grupos es su continuada extensión, aventajada por la actitud de condescendencia en nuestra sociedad ante los cultos foráneos que hace apenas un par de décadas era mínima.

Estamos experimentando un incipiente éxodo de cristianos hacia las prácticas ritualistas de las religiones orientales. En 1989 el Vaticano prohibió a los fieles católicos las prácticas orientales de meditación tales como el Zen y el Yoga, promovidas por el Budismo y el Hinduismo, “porque pueden degenerar en un culto al cuerpo”; pero a pesar ello estos rituales foráneos continúan ganando adeptos en especial en las generaciones jóvenes, lo que se suma a la ya mencionada tendencia expuesta en la encuesta de Parade de experimentar la espiritualidad sin compromisos religiosos.

La iglesia cristiana ha sobrevivido más de 2,000 años en diferentes culturas y sociedades, ha superado los escándalos a los que ha tenido que enfrentarse y continúa con su mensaje y su verdad vigentes. Yo creo que la situación que ahora enfrentamos no aniquilará jamás la influencia ni el poder de la iglesia cristiana. El ser humano regresará a la familia de la iglesia con el corazón desgarrado por las decepciones, el alma cargada de dolores y el corazón ávido de esperanzas. No digo que debamos sentarnos a esperar; pero sí que debemos mantener la guardia en alto con fe, fuerza y optimismo. ¿No nos advirtió Jesús acaso que el mundo pasará pero que Su Palabra es permanente?