El Apocalipsis

Autor: Martha Morales

       

Como el libro último de la Biblia, el Apocalipsis, está escrito con simbolismos, caben muchas interpretaciones de él. Ninguna es del todo clara, todas son aproximaciones a la realidad. Presentamos a continuación una de ellas.  

“No hace nada el Señor Yavé sin revelar su secreto a sus siervos los profetas” (Amós, 3, 7).  

Apocalipsis significa revelación. Este libro de la Biblia admite muchas interpretaciones pues tiene un lenguaje simbólico. Este libro habla de un dragón y dos bestias.

“Y vi surgir del mar una Bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas (...) Una de sus cabezas parecía herida de muerte, pero su llaga mortal se le curó” (Apoc 13, 1 y 3). Se podría interpretar como el comunismo que recibió una herida mortal pro se está recuperando.  

Mensaje del Apocalipsis  

Aunque las fuerzas del mal luchan todavía contra la Iglesia durante el tiempo de la historia, Cristo ya las ha vencido y, al final, se manifestará el triunfo de Dios y la Iglesia aparecerá con la gloria de Cristo. Otros apocalipsis presentan el final como algo inmediato, tras sintetizar en períodos la historia anterior, o hacen cálculos numéricos para señalar el momento preciso. En cambio, el “pronto” del Apocalipsis de San Juan no aparece así de inmediato ni de concreto. San Juan utiliza el procedimiento de presentar series de siete intervenciones divinas bajo varios simbolismos. Hay espacio para un tiempo prolongado de la historia entre el momento en que se pronuncia el oráculo y el final. El “reino de mil años” indica que Cristo estará siempre protegiendo a los suyos. Juan emplea símbolos como el de la Bestia, el falso profeta, la ciudad prostituta (distintos enemigos de Dios y de los hombres).  

Resumiendo, podríamos condensar así la enseñanza del Apocalipsis: ha comenzado la lucha final entre Jesucristo y los cristianos de una parte, y Satanás y las fuerzas del mal de otra. Jesucristo ya ha vencido, pero quiere hacer partícipes de su victoria a los elegidos. La certeza de esa victoria la tiene el cristiano por la fe en que Cristo ya venció a la muerte al resucitar de entre los muertos.  

El Apocalipsis es un grito de fe y de esperanza, y una exhortación a la fidelidad en cualquier situación. El mal en la historia adquiere siempre formas totalitarias suplantando a Dios[1]. La esperanza escatológica debe avivar la preocupación por perfeccionar este mundo (Gaudium et spes, n. 39), pues, aunque ignoramos el cuando y el cómo, lo sembrado en debilidad y corrupción se revestirá de inmortalidad y permanecerán la caridad y sus frutos.  

La espera de una nueva tierra no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede anticipar un vislumbre del mundo nuevo.

Escribe de Scott  Hahn, en La cena del Cordero[2]:En tiempos de la cautividad de Babilonia, el profeta Jeremías había escondido el Arca de la Alianza en un lugar que “será desconocido hasta que Dios reúna a su Pueblo de nuevo” (2 Mac 2,7).  

¿Qué es lo que hacía que el Arca de la Alianza fuese tan santa? Los Diez mandamientos que estaban en su interior, maná que alimentó al pueblo durante su peregrinación en el desierto, la vara de Aarón que floreció como insignia de su oficio de sumo sacerdote (cf. Núm. 17). El Arca antigua contenía la palabra de Dios escrita en piedra; María llevaba en su seno la Palabra de Dios que se hizo hombre y habitó entre nosotros. El Arca tenía maná, María contiene el pan de vida bajado del cielo; el Arca contenía la vara de Aarón, el seno de María contenía al Sumo y eterno sacerdote, Jesucristo. En el Templo del Cielo, el Arca de la Alianza es María.  

La palabra serpiente, en hebreo es nahash, y puede aplicarse tanto al dragón como a la serpiente[3]. La bestia de siete cabezas del Apocalipsis significa todo poder político corrompido[4] .  

Este es el mensaje bestial: estamos luchando contra fuerzas espirituales..., fuerzas inmensas, depravadas, malévolas. Si tuviéramos que luchar solos contra ellas, seríamos aplastados totalmente. Pero hay buenas noticias: hay una manera de tener la esperanza de vencer. La solución tiene que estar a la altura del problema: fuerza espiritual por fuerza espiritual, inmensa belleza por inmensa fealdad, santidad por depravación, amor por malevolencia. La solución es la Misa, en la que el cielo baja para salvar a una tierra asediada [5](hasta aquí Scott Hahn).

 

 

El Mundo y la fe

 

Raniero Cantalamessa dice: El espíritu del mundo, o el espíritu de los tiempos, se convierte en atmósfera espiritual mediante la cual actúan las potencias demoníacas como entre bastidores.

San Juan ha descrito en el Apocalipsis esta fuerza temible e huidiza mediante el simbolismo de la “segunda bestia”, la que sale de la tierra y cuya misión es la de “obligar a todos los habitantes de la tierra a adorar a la primera bestia” (Ap 13,11ss). Ella no es el dragón, no es Satanás, y tampoco la gran bestia que sale del mar, o sea, el poder político que se yergue contra Dios y persigue a los santos. Es más bien un poder de persuasión secreta; una especie de ministro de propaganda en el mundo. Incita a adorar a la bestia y aser sus súcubos, con la amenaza de que, si actúan de manera distinta a los demás, se “los marcará en la mano derecha o en la frente”, es decir, serán señalados con el dedo y condenados al ostracismo. La segunda fiera no utiliza armas, sino la cultura.

 

“Una vez caídos los regímenes totalitarios que encarnaban a la primera bestia, actualmente ocupa el campo la segunda. ¿Y cuál es la diferencia? Que el ateísmo lucha directamente contra la fe, mientras que el secularismo trata de presentarla como irrelevante, se desentiende de ella; pero su acción es aún más corrosiva”[6].

 

 

Final de los tiempos

 

Se llama “final de los tiempos” o “tiempo de las naciones” a la etapa que va del nacimiento de Cristo a nuestros días, el cual acaba con una advertencia y un castigo que trae al mismo tiempo una gran bendición. No es equivalente al fin del mundo, sino que es una etapa anterior al llamado milenio de paz y al fin del mundo.

 

El Dragón Rojo puede simbolizar a varios personajes: a Satanás, al Anticristo o al ateísmo marxista, que se presenta con sus diez cuernos, es decir, con la potencia de los medios de comunicación. La Bestia Negra puede ser el comunismo y/o la masonería, poderes que controlan el mundo maniobrando tras los bastidores de la banca y la política. Las siete cabezas indican las varias logias masónicas que obran de manera engañosa. El fin de la masonería no es negar a Dios sino blasfemarlo. La Bestia semejante a un cordero (tiene dos cuernos semejantes a los de un cordero) es la masonería eclesiástica quien ataca al Papa y a la moral tradicional de la Iglesia.

 

El Dragón le dio a la Bestia su poder y su trono y su gran poderío. Y a la Bestia “se le dio poder de actuar durante 42 meses; y ella abrió su boca para blasfemar contra Dios” (Apoc 13, 5-6). “Hará cesar el sacrificio y la oblación” (Apoc 9, 27), quizás se refiera al Sacrificio de la Misa. El profeta Daniel menciona a cuatro Bestias (cf. cap. 7).

 

El número de la Bestia: 666

 

El libro de la Revelación asocia el número 666 con el Anticristo. El número 333 indica el misterio de Dios. El número 666 indica el nombre de quien quiere ponerse por encima de Dios, Lucifer (Cf. Ted y Mauren Flynn, El Trueno de la Justicia, Maxkol, p. 103).

Este Dragón y el Anticristo gobernarán 7 años. Mas vendrá el Gran Día o Día de Yavé: “pero luego bajó fuego del cielo y los devoró. Y el Diablo, su seductor, fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde están también la bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Apoc. 20, 9-10).

 

Gobierno Mundial

 

Se constituirá un gobierno mundial precedido de una crisis financiera. San Pablo (2 Tesal 2-11) y San Mateo (24, 15-31) hablan de la Gran Tribulación. Vendrá un Gobierno Mundial ateo y socialista regido por el Anticristo. Favorecerá a los pobres, los judíos pensarán que es el Mesías esperado y firmará un acuerdo de paz en el tercer templo construido por el pueblo judío. Actualmente no se ha construido aún, se tiene sin embargo, bajo custodia, la primera piedra de ese templo.

 

Se piensa que el reinado del Anticristo durará aproximadamente 7 años: tres años y medio en los cuales engañará a muchos haciendo creer que es el Mesías, a los judíos, y a los cristianos que es Cristo que viene por segunda vez. Después de ese tiempo, perseguirá a judíos y cristianos por otros tres años y medio, al cabo de los cuales será vencido. Dichoso aquel que sepa esperar. Si tomamos en cuenta lo que dice el profeta Daniel, quien habla de “una semana” (dan 9, 27), y se interpreta que cada día de la semana representa un año. ¿Cuánto tiempo pasará? dice: “Contando desde el tiempo en que sea abolido perpetuo e instalada la abominación de la desolación: mil doscientos noventa días” (tres años y medio).

 

Reino de Dios

 

La proclamación más original de Jesús es que el Reino de Dios ha llegado con su presencia y sus obras. Pero el Reino de Dios que Jesús anuncia es muy diferente del que proponían las corrientes apocalípticas de su tiempo centradas en el predominio político de Israel. El Reino de Dios no viene con espectáculo, dice Jesús pero ya está en medio de nosotros[7]. La conclusión es que el Reino de Dios comienza con la venida, muerte y resurrección de Jesús. Tiene una dimensión metahistórica de juicio personal sobre cada hombre, por lo que cada uno debe de estar vigilante (cf. Mt 24, 32-44). Tiene además una dimensión futura que concluirá con la recogida de la cosecha y la venida gloriosa del Hijo del hombre (Parusía)[8].

 

Cristo ha vencido ya en su raíz a los poderes del mal, al pecado y a la muerte, y ha dado al hombre la posibilidad de incorporarse a su victoria al ser sacramentalmente insertado en su muerte y resurrección. En Cristo encuentra su “recapitulación”, es decir, su plenitud y cumplimiento trascendente, la historia de la humanidad e incluso toda la creación (Ef 1,10). Pero San Pablo advierte que antes de esa recapitulación universal la humanidad habrá de pasar por terribles pruebas (2 Tes, 1-4). San Pedro dice que el Señor “tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda, sino que todos se conviertan” (2 Pe 3,9).

 

Advertencia o Aviso

 

Se habla de que pronto habrá una advertencia de Dios en el cielo: Aparecerá una cruz luminosa que todos podrán ver. Se trata de un acontecimiento cósmico de una luminosidad desconocida –originada quizás por un astro-, se verá que el cielo se enrolla como un pergamino porque el astro trae polvo cósmico. Será la única vez en la historia en que la humanidad recibirá la misma luz que en el momento de su muerte. Se trata de una iluminación de la conciencia que ayudará a conocer la gravedad del pecado. Cada persona verá su alma como la ve Dios; será una experiencia del poder y del amor de Dios. Esta señal o aviso constituirá una señal de la misericordia de Dios y una oportunidad para corregirse y purificarse; pero no faltará quienes la interpreten de modo meramente natural porque no desean cambiar. “Muchos serán purificados (...); los impíos seguirán el mal, y ninguno de los malvados entenderá” (Daniel 12, 9-10).

 

El tiempo exterior del fenómeno cósmico no coincidirá con el tiempo interior. El tiempo exterior demostrará una oscuridad de tres horas; el interior será muy breve, de unos cuantos minutos: en él el hombre experimentará que Dios existe y se verá a sí mismo como lo ve Dios.

 

El aviso estará asociado a la proclamación de un dogma mariano, el de María Medianera de todas las gracias, y a un cisma dentro de la Iglesia Católica. Hay quienes se atreven a sugerir que el aviso se dará posiblemente un 12 de mayo entre el año 2004 y 2006. Después del aviso se desencadenará la gran lucha entre el bien y el mal. Pocos meses después del aviso, habrá un milagro que tendrá una significación especial sobre todo para el pueblo judío.

 

El Evangelio dice: Aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre” (Mt 24,29). Una mística del siglo XIX habla de esta señal: “una gran cruz, luminosa, de la cual pendía el Salvador. De sus llagas descendía sobre el mundo franjas de luz que se difundían por todas partes (...) Vi estos rayos en muchos lugares al mismo tiempo, iban a iluminar aldeas, ciudades y casas por el mundo entero” (Ana Catalina Emmerick, Visiones y Revelaciones Completas 3, Librería Espiritual, Quito Ecuador, p. 620).

 

Muchos se arrepentirán a causa de esta advertencia; otros, quedarán insensibles ante ella, porque no quiere convertirse y dejar sus vicios y murmuraciones, y se tratará de interpretar de modo que se justifique que no tengan que rectificar su vida.

 

El castigo

 

Es una catástrofe descrita en San Mateo 24, San Marcos 13 y Lucas 21; 2 San Pedro 2 y 3 y en el Apocalipsis. La Virgen dijo que el castigo es inevitable pero que se puede disminuir su intensidad por medio de la oración y la penitencia (Medjugorje 1981). Vendrá el hambre y luego una gran guerra y tres días de oscuridad.

 

Segunda Venida de Jesucristo

 

San Pablo escribe: “Por lo que respecta a la Venida de nuestro Señor Jesucristo (...) que nadie os engañe. Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de la perdición, el Adversario que se eleva sobre todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamar que él mismo es Dios” (2Tes, 1-4). “La venida del Impío estará señalada con el influjo de Satanás, con toda clase de milagros, señales, prodigios engañosos, y todo tipo de maldades” (2 Tes 2, 9-11). ¿Y cómo saber que es el Impío, el Anticristo? porque no es humilde, quiere la gloria para él.

 

“En la Segunda Venida del Señor María será dada a conocer de una manera especial por el Espíritu Santo, de modo que por su intermedio, Jesús sea mejor conocido y servido (...). María brillará más que nunca en esos últimos días para hacer volver a los pobres pecadores que se han descarriado de la familia de Dios (...) Sin embargo, las almas endurecidas por la impiedad provocarán una rebelión contra Dios” (San Luis Grignon de Montfort, La verdadera devoción a María).

 

Y ¿qué podemos hacer?

 

Conocer más a Cristo a través de la lectura del Evangelio y el trato con él en la oración personal. Debemos hacer oración con el corazón, uniéndose a los méritos de Cristo

La Virgen María dijo a los pastores de Fátima que es necesario rezar el Rosario, meditando los misterios, arrepentirnos de los pecados cometidos y buscar cambiar, esto es, la conversión. Acudir a la confesión sacramental ayuda a conversión, así como comulgar en estado de gracia y con la mayor reverencia posible. También ha recomendado el ayuno y la penitencia, la preocupación por los demás y el cumplimiento del deber de cada día.

 

Enseñanza de Jesús sobre el fin del mundo: Mt 24, 3.15-17.29-30.

 

Ver Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen Gentium cap. VII y

Constitución Pastoral Gaudium et spes nn. 14-18; 38-39.



[1] Cf. Gonzalo Aranda, “¿Y después de la historia?”, en Chapa (ed), Historia de los Hombres y acciones de Dios., p. 237.

[2]  Scott Hahn, La cena del Cordero, Patmos, Rialp. Madrid 2002.

[3] Scott Hahn, La cena del Cordero, Patmos, Madrid 2002, p. 106.

[4] Ibidem. 109.

[5] Ibidem 113.

[6] Raniero Cantalamessa, Un Himno de silencio, Burgos 2002, p. 125.

[7] Cf. Lc. 17, 20-21.

[8] Cf. Gonzalo Aranda, “¿Y después de la historia?”, en Chapa (ed.), Historia de los hombres y acciones de Dios, Rialp, p. 233.



[1] Cf. Lc. 17, 20-21.

[2] Cf. Gonzalo Aranda, “¿Y después de la historia?”, en Chapa (ed.), Historia de los hombres y acciones de Dios, Rialp, p. 233.

[3] Cf. Gonzalo Aranda, “¿Y después de la historia?”, en Chapa (ed), cit., p. 237.

[4] Scott Hahn, La cena del Cordero, Patmos, Madrid 2002, p. 106.

[5] Raniero Cantalamessa, Un Himno de silencio, Burgos 2002, p. 125.