La moda refleja la sociedad
Autor: Martha Morales

 

 

La moda en el vestido refleja “el estado de ánimo colectivo de una sociedad”, dice Irene Yung, directora creativa de ATTEX. El modo de vestirse de una mujer refleja también algo de su interioridad. 

Actualmente, las consumidoras sienten que las pasarelas de moda se han convertido en un espectáculo donde se exhibe algo distante y ajeno a ellas; no se reconocen en las modelos ni ven prácticos los vestidos que portan. Es decir, hay insatisfacción. “La búsqueda de una blusa que cubra el ombligo es extenuante”, señalan las portavoces del descontento (Corriere della Sera, 28-08-2005). 

Muchas mujeres son conscientes de que las propuestas de la moda ya no son sinónimo de elegancia. A veces hasta las hace lucir poco atractivas y hasta vulgares. Suzy Menkes, directora de moda del International Herald Tribune, comparaba la semana de la moda que se celebra en Nueva York a un “circo de paparazzi”. 

Sin embargo, todavía hay diseñadores que se empeñan por complacer a la mujer. Oscar de la Renta señala: “La gente siempre me pregunta qué actriz influye en mis diseños. La mujer que hoy me influye es la mujer que pasa por la calle. Son esas las personas cuyas necesidades y vidas hay que comprender” (Women’s Wear Daily, 14-04-05). Esa tendencia se afianza también en la Cadena española Zara. 

Gigliola Curiel cuenta: “Pretendo pensar colecciones que ofrezcan diseños simples que puedan ser llevados desde la mañana hasta la noche”. 

Varias empresas quieren que su personal vista de modo adecuado “para crear un ambiente de servicios financieros profesional y exitoso”. En síntesis: pantalones planchados, camisas con cuello y chaquetas para los hombres, y blusas, camisetas lisas bajo chaqueta o saco, y falda o pantalones para las mujeres (The Daily Telegraph, 28-08-05). 

Las carreras de Derecho más prestigiadas de México, piden a sus alumnos y alumnas que asistan vestidos de modo serio y elegante a los exámenes orales. 

La moda presenta imágenes, puede incluso sugerir la ilusión de una personalidad coherente, y por esta vía seducir al que vive una vida fragmentada; puede, tal vez, servir como un factor de integración social, especialmente para aquellas personas que carecen de una identidad definida —así se entienden los grupos de adolescentes vistiendo de la misma manera—, pero la moda, por sí sola, no puede proporcionar identidad en sentido estricto. Incluso el adolescente que se viste de una determinada manera para integrarse en el grupo sabe que lo que finalmente importa son los lazos de amistad que pueda entablar con sus compañeros. 

Cuando Chesterton explicaba por qué consideraba que la sociedad sufría la maldición de la esterilidad y llevaba la marca del esclavo, simplemente afirmaba: "porque no puede crear una costumbre. Sólo puede crear moda" ("Ensayos", Porrúa, México D.F., 1985, p. 61). 

Por su carácter destructivo, por su oposición a la costumbre y a lo que permanece, se desprende que toda ideología es "moda", en el sentido que le da Chesterton. En ese marco, la llamada "teoría" o "perspectiva" de género es, en realidad, una ideología, una moda, dado que no busca la verdad ni el bien común, sino simplemente la conquista de voluntades para utilizarlas con un fin específico. Es necesariamente ambigua y utiliza el engaño como medio imprescindible para alcanzar su finalidad. Esconde sus objetivos porque no puede decirlos abiertamente y pretende sostener que hay un sexo biológico, que nos es dado y que, por ende, resulta definitivo; pero, a la vez, toda persona puede "construir libremente su sexo psicológico o su género". Se trataría de un sexo construido socialmente en contraposición al sexo biológico; el primero, fruto de una "autoconstrucción libre de la propia sexualidad". 

Dios ha creado al hombre como varón y mujer, con igual dignidad y valor. Corresponde a cada uno aceptar la propia identidad sexual. 

A veces a las mujeres nos sucede lo que M.F. Sciacca decía: “Reflejamos la superficie de las cosas en lugar de reflejar en las cosas la profundidad de nuestro espíritu”.