Domingo I de Adviento, Ciclo C
Se acerca su liberación
Autor: Padre Mario Santana Bueno
Evangelio Lc 21, 25-28, 34-36:
Jesús dijo a sus
discípulos: Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas. En la
tierra, las naciones estarán confusas y angustiadas por el ruido terrible del
mar y de las olas. La gente se desmayará de espanto pensando en lo que ha de
sucederle al mundo, pues hasta las fuerzas celestiales se tambalearán. Entonces
verán al Hijo del hombre venir en una nube con gran poder y gloria. Cuando
empiecen a suceder estas cosas, animaos y levantad la cabeza, porque muy pronto
seréis libertados.
Tened cuidado y no dejéis que vuestro corazón se endurezca por los vicios, las
borracheras y las preocupaciones de esta vida, para que aquel día no caiga de
pronto sobre vosotros como una trampa. Porque así vendrá sobre todos los
habitantes de la tierra. Permaneced vigilantes, orando en todo momento, para que
podáis escapar de todas esas cosas que van a suceder, y para que podáis
presentaros delante del Hijo del hombre.
Homilía
Jesús vino, se quedó entre nosotros, y de nuevo vendrá. Toda
la vida del cristiano se mueve en estos parámetros. No podemos sentir al Señor
cerca si no le vemos nacer como un ser humano más. No somos capaces de vivir su
mensaje si no le encontramos día a día por los senderos de la vida. Pero sabemos
que un día volverá a terminar la obra iniciada.
En el texto de hoy, Jesús anuncia cuál será el fin que le espera a Jerusalén.
Será una terrible calamidad; un día de juicio, tipo y figura de lo que ocurrirá
inmediatamente antes de la venida del Señor.
La Palabra de hoy nos desconcierta un poco. Nos dice que cuando empiecen a
suceder calamidades de todo tipo, es cuando los cristianos tenemos que animarnos
y levantar la cabeza porque llega el Hijo del Hombre. Si en la primera creación
Dios hace todo, ahora es como si lo destruyera para que el Señor de la salvación
llegue de una manera definitiva.
Jesús alerta a sus discípulos contra la falsa seguridad y la sensualidad. Ésta
es una advertencia aplicable a todos los creyentes de todas las épocas. Sólo
podemos estar seguros cuando estemos a salvo del pecado. En todo tiempo hemos de
velar para ello, pero hay tiempos que requieren una especial vigilancia. Jesús
especifica estos peligros:
El peligro de no estar alertados para la venida de aquel gran día. Tenemos que
prepararnos para seguir a Jesús en su segunda venida.
El peligro de entregarse a satisfacer los deseos de la carne y permitir que el
corazón se aparte de Dios.
Les aconseja que se preparen y estén listos para el gran día donde hay que estar
en pie delante del Hijo del Hombre. Para ello hay que velar y estar orando en
todo tiempo.
Algunas personas pueden sacar la impresión que con las inmensas tragedias que
suceden en el mundo, la vida fuese algo así como un caos sin sentido. Nosotros
los cristianos, creemos, en cambio, que el mundo no camina sin horizonte. La
vida cristiana tiene una meta.
Los filósofos estoicos pensaban en la Historia como un movimiento circular.
Decían que cada tres mil años el mundo sufría una gran conflagración y luego
empezaba otra vez, y la Historia se repetía. Eso quería decir que la Historia no
iba a ninguna parte, y que la humanidad no hacía más que darle vueltas a la
noria. La concepción cristiana del mundo y de la Historia es radicalmente
distinta. Para nosotros la vida tiene una meta, y esa meta se alcanzará cuando
Jesucristo sea Señor de todo. Eso es lo que sabemos y necesitamos saber.
No debemos perder ni la calma ni la esperanza por lo que vemos en nuestra vida y
al nuestro alrededor. Quizá nuestro gran reto sea saber esperar en el Señor que
nos salva. No nos ha dejado solos, Él está con nosotros cada día, pero quiere
venir a nuestro corazón una y otra vez para decirnos que está ahí, que nos anima
a la salvación.
Me gusta mucho la equiparación que se hace entre "salvación" y "felicidad".
Ambos términos son casi sinónimos porque ambas realidades completan nuestra
débil humanidad. No sé si cuando llegue el Señor a nuestro corazón nos
encontrará de verdad salvados, pero lo que sí nos tiene que encontrar es
esperándole. El cristiano es quien sabe esperar en Dios, en la vida, en sí mismo
y en los demás.
* * *
¿Sabes esperar de Dios, de la vida de ti mismo? ¿Qué esperas?
¿Cuáles son las actitudes fundamentales para esperar en cristiano?
¿Se puede ser cristiano sin esperanza? ¿Por qué?
¿Qué es estar salvado? ¿De qué nos salva Cristo?
¿Qué aspectos de tu vida no están todavía convertidos del todo al Señor? ¿Por
qué?