Obediencia

Autor: María Velázquez Dorantes

 

        Hoy en día y tras el curso de la historia parece ser que la obediencia se ha convertido en un reto del hombre y su entorno. Algunos filósofos y pensadores tratan de definirla como algo que  se sumerge en distintas concepciones. Sin embargo, la obediencia es un gran valor que rescata grandes pensamientos y acciones, pero no defiende aquellas que han sido producto de miedos y sumisiones. 

Es importante señalar que aquel que sabe obedecer, es porque sabe quien lo está mandando. Y que la obediencia es producto de la humildad del hombre y sus estremecimientos interiores. 

Obedecer es imprimir calidez humana, pero hay que saber obedecer a la calidez, porque mientras se obedezca para bien todo está en equilibrio. Pero, si por algún motivo la obediencia se transforma en desobediencia al pensamiento mismo   para lastimar al otro, deja de tener valor. 

Atrozmente hoy en la actualidad, tratar de definir el concepto de obediencia resulta tan difícil y complicado para el hombre que se ha convertido en un dilema ideal. 

Pero la obediencia no sólo es un caso de estudio para filósofos, sino es caso de reflexión para todos, porque todos estamos inmersos en ella; obediencia significa sencillez y amabilidad para tener fuerza humana.

El hombre es capaz de ser obediente sin ser dependiente o sometido, la obediencia es una característica disciplinaria que ayuda a ser libres y no aprisionados. 

Obedecer es amar para servir y por lo tanto, es el gran reto de cada ser humano: aprender  ha amar, a servir para ser obedientes a Dios y a uno mismo.