Sensibilidad Invisible

Autor: María Velázquez Dorantes

 

Los momentos históricos de nuestra época, las realidades sociales por las que esferas del mundo están girando y las actitudes emocionales por las que el hombre está pasando hacen creer a cualquiera que la sensibilidad humana es invisible o no existe, gracias a una proyección no totalitaria.

Difícilmente podemos creer que en nuestros días, existan rasgos de algo que parece ser prehispánico y a punto de extinguirse.
Las emociones internas no son externas para la humanidad, el hombre se encuentra en un proceso de lucha espiritual con la realidad. Y quizás esto se deba a que la situación de la vida se torna complicada, sin embargo, esto no es actual; siempre en todo momento, en todo lugar, en cada año y en cada siglo las situaciones han sido complicadas, el ser humano se ha visto inmiscuido en problemas emocionales y mundiales que se han compartido, pero sí algo reánima al hombre es la fuerza interior que lleva dentro, que toca el corazón y la hace sensible.

Somos capaces de sensibilizarnos con una sonrisa, con una mirada, ¿ pero qué esta sucediendo con ello?, porque se deambula por las calles y solo se muestran ritmos de vidas acelerados, intransigencias sociales, rasismo, clasificaciones de entorno vital, desesperanza y muerte, pero muerte espiritual.

¿ Dónde se encuentran los soñadores, los llenos de espíritu y de fe, de esperanzas e ilusiones? ¿ Qué ha pasado con la sensibilidad humana?
Nosotros mismos la hemos desechado, la hemos olvidado arrancándola de nuestra vida, por el egoísmo en el que poco a poco se sumerge la humanidad; a nadie le importa nada ni nada, solo él “yo”, ese yo materialista, consumista e inestable.

La sensibilidad es una impulso que puede rescatar al otro YO, ese que es capaz de creer sin ver, de soñar despierto, de esperar y sobre todo de humanizarse con los demás. 
El lado fraterno de la humanidad, es la búsqueda de los seres sensible a... a los hechos cruciales, al apoyo social, a la ayuda mundial, a la unión en oración por los demás y sobre todo en el reconocimiento de la existencia de Dios.
Que no sean pocos los sensibles, sino al contrario que sean muchos quienes se sensibilizan por ellos mismos, pero sobre todo por los demás.
La sensibilidad debe convertirse es un estado sólido, infranqueable y visible ante los ojos del mundo.
Todos la necesitamos y Dios la otorgó como don de utilidad, no para olvidarla y hacerla a un lado.
Luchemos por alcanzar y recuperar nuestra sensibilidad.