Primero existo... y luego pienso

Autor: María Velázquez Dorantes

 

Cuan intransigente e irreflexibles son las sociedades de hoy en día, sí, esas sociedades en donde cada uno de nosotros nos movemos dentro de la cotidianidad y que las cosas que circulan en nuestro alrededor nos parecen tan comunes y flotantes.

El tiempo de la meditación, de la reflexión, de la contemplación se ha agotado, gracias a esa superficialidad material que mueve los interese públicos, políticos y personales de todo el mundo.

Parece ser que a nadie le importa que este sucediendo con aquellos que han marginado, gracias a su egoísmo, al egocentrismo de la famosa personalidad moderna; que han despreciado toda clase de vida sola por tener características diferentes a ellos.

El mundo, parece convertirse en una vialidad métrica que se termina parando en cada una de esas extrañas casillas de multitud, aglomeradas por llegar a casa, otras al trabajo y quizás algunas no tienen a donde llegar.

Y ¿ qué sucede con esa gente?, con la camina sin rumbo, con la qué grita y no es escuchada, y con los qué han muerto de hambre o han sido suprimidos en espíritu a causa de las complacencias sociales...

¿ Por qué la sociedad es tan irreverente? Por qué se ha olvidado de las grandes existencias, por qué sigue un rumbo acelerado, porque no se detiene y mira hacia su alrededor; plasmando una huella como la que se deja en las arenas a la orilla del mar, pero una huella de vida, de conversión, de humanización.

Por qué seguimos siendo así, pareciera que estamos construyendo castillos de nubes y que nuestro propio aliento los desvanece porque es más importante tener dinero, vivir de lujos, ser famosos, reconocidos y para qué sirve todo eso si se puede estar vacío por dentro.

Debemos decir adiós a la conveniencia social y darnos cuenta en que estamos convirtiendo al mundo, en que nos estamos convirtiendo nosotros mismos ...