ESPERANZA: Los sueños que no se pierden

Autor: María Velázquez Dorantes

El corazón está deseoso de seguir alimentando los sueños que defienden la paz del mundo, y este sueño está depositado en el canasto de la esperanza. 

Existe un dicho popular que dice que “ la esperanza es lo último que se pierde”. A pesar de la guerra, de los avances nucleares, de la pobreza y el hambre, siempre existe una esperanza en el corazón de los hombres. 

Los países que claman justicia y reclaman paz saben que dentro de ellos está el fuego de la esperanza de Dios, que los conducirá al camino de la vida, así como lo hizo con su pueblo. Saben que pronto se volverá a abrir el mar en dos inmensas partes para salir a la vida . 

La esperanza no es un sentimiento aislado, sino comunitario que rodea a todas las clases sociales, a las razas y a los sexos.

Niños, jóvenes, adultos y ancianos guardan en su alma la esperanza de un día nuevo, de un lugar diferente, de un momento preciso y agradable que los conlleve a la alegría de la existencia. 

Como un niño dentro del vientre de la madre tiene una esperanza por llegar a un mundo desconocido, como un anciano  tiene la esperanza de ver las nuevas generaciones, así es la esperanza de ver a los hombres unidos por la razón y el corazón, Reforzándola con la fe y la presencia de Cristo y María.

La esperanza es la cima de los sueños que no se pierden, que a pesar de seguir despiertos se siguen soñando. 

Que al caer la noche y el silencio de está guarde la esperanza de mañana poder volver a ver el brillo del sol. 

Si la esperanza se vendiera en paquetes pequeños en un centro comercial, el hombre siempre adquiriría uno , porque está rodeado de sueños que ansía alcanzar y siempre están depositados en la esperanza. 

Tenemos esperanza en el rocío de la madrugada que alimenta a toda la fauna y la flora, tenemos esperanza de ver crecer a los niños, de ver nacer a todos los que vienen en el camino de la vida, a todos los ancianos que nos aconsejan, a todos los adultos que circulan entre las dificultades, en la unión de los jóvenes dentro del circulo del amor. 

Tenemos la esperanza para que el Mundo, se transforme en un mundo diferente, que siembre semillas de vida y de concordia. 

Por ello la esperanza es el sueño que nunca se pierde, todos en lo más recóndito del corazón guardamos la esperanza de algo.

Dios mismo tiene esperanza en su creación,  y él mismo deposita ese sentimiento  , él toca la puerta de cada ser humano para adentrarse y sembrar  sueños de esperanza. 

La esperanza en realidad nunca está perdida porque cuando se cierra una ventana en la vida, es porque Dios ya ha abierto una puerta enorme enfrente.