Eres su hijo... un regalo

Autor: María Velázquez Dorantes

   

¡ OH don maravilloso del cielo, que has bajado y nacido de mi vientre para ser un pilar en esta tierra!.  

¿ Cuántas madres han traído al mundo a un ser indefenso, con alguna enfermedad o cuántos pequeños después de nacer son atacados por el virus del dolor?

¡ Muchos! Sin embargo, vienen al mundo para colocarse como ejemplo de lucha y de amor por la vida, y las madres que son poseedoras de hijos con estas cualidades son bendecidas por Dios, y acompañadas por María.  

Un hijo enfermo, no es tristeza para el alma, es regalo de sabiduría porque dentro de él no existe la maldad, su mirada es bondadosa y sus caricias son destellos de luz.

Son ángeles que han llegado a la tierra para acompañar a las madres que son valientes, que verdaderamente pueden salir adelante con ellos, que llevan en su corazón el carisma de la esperanza y una fuerte Fe en Dios.  

Es cierto que ha veces sufren demasiado, pero Dios está en su cabecera para sostenerlos, para decirles tú puedes adelante, por ti el mundo está salvo. Y verdaderamente ellos son los pilares que sostienen al mundo de toda la avaricia que existe en él, porque su sonrisa es tan conmovedora que puede unir a las naciones.  

Hoy en día con la tecnología tan avanzada, los ultrasonidos detectan si un pequeño tiene un mal congénito, como la ciencia lo denomina, y en algunas ocasiones los padres son tan cobardes que deciden no aceptar este regalo, tan preciado, tan bello que se mueve dentro del vientre materno; pero en realidad no saben que un hijo que nace o durante su crecimiento es embestido por la enfermedad es el crisol de perdón por toda su familia, es una alianza con Cristo por la sangre derramada en la Cruz y es una victoria con María en la unión familiar.  

Así como estos pequeños exigen amor, lo dan al doble; cada caricia es multiplicada más veces de parte de ellos que las que reciben.  

No tengas miedo cuando el médico te diga que tú hijo tiene un mal, sólo acepta esa gracia  y colócalo a los pies de Jesús Eucaristía, de María y del Misterio de la Trinidad ellos sabrán guiarte y nunca te abandonaran.  

A ti papá, a ti mamá acepta a tú hijo, lucha junto con él, confía en Dios y deja que María sea su resguardo, pero sobre todo agradezcan al Espíritu por haberse fijado en ustedes, por ser los padres de alguien tan bello y tierno. No teman, amen a Dios y a su hijo porque él es una gran bendición.