Carta a mama

Autor: María Velázquez Dorantes

   

        Estimada mamá, ha pasado mucho tiempo desde que partí de tú lado tratando de encontrar una vida diferente, pero hoy me doy cuenta de aquello que tú decías: ¿ Acaso no te enseñé a un Dios que lo puede todo, por qué buscas lejos de él?.

No sabes como llevo grabadas tus palabras en mi corazón, me fui de tú  lado un día en el que tú pedías mi compañía y tratabas de explicarme con ternura que era la vida.

Me contabas de los retos  y de las grandes esperanzas que tú encontraste, más en mi desesperación ni siquiera un beso en la mejilla te di al despedirme.  

Cuando llegue a este mundo de explicaciones razonadas, los primeros días no recordaba tus enseñanzas, pero poco a poco fui cayendo en lo mismo, el punto de donde partía me arrastraba hasta mil preguntas y cuando las resolvía comenzaba de nuevo.  

Una vez, un compañero que supuestamente buscaba lo mismo que yo me dijo: Extrañó tanto a mamá que quisiera estar en el cielo para poder verla. Me olvidó de las explicaciones científicas y me voy en busca de ella. Después de un largo silencio, mientras Yo resolvía mis ecuaciones acerca del origen humano me di cuenta que mi compañero había cerrado los ojos y había muerto con una sonrisa; en ese momento llenaste mis ojos de lágrimas, al mismo tiempo que los sentimientos se encontraron y no hubo solución científica que ayudara a resolver este nudo en la garganta.

Los días pasaron y me recuperé, entonces saqué una maletita que tú habías puesto en mis cosas, antes de mi partida y sin que yo me hubiese percatado, nunca antes la había abierto, cuando lo hice encontré lo siguiente:  

Una nota: Hijita mía, tesoro por el cual velo,  te vas  pidiendo una explicación,  y yo te doy en estos momentos mi mayor bendición así como el juramento de mi compañía, a pesar de que no me veas siempre estaré fiel a tú presencia.  

Un rosario: en los momentos de tristeza y melancolía, - continuaba la nota- reza este rosario y entonces yo intercederé ante el Padre Celestial para que envíe a sus ángeles hacerte compañía.  

Una cruz: este es árbol de la redención y de la esperanza porque así como una vez vi partir a Jesús también tuve la esperanza de volverlo a ver, hoy que te has ido te entrego este madero santo, para que sea tú guía  y mi esperanza para volverte a tener conmigo. Atentamente María, la Madre de Dios y del Mundo entero.  

Oh Madre, que regalo tan divino eres tú, hoy decido volver a tú lado para que me acompañes justo como lo hiciste con Cristo, para que me acaricies como siempre y para decirte Gracias Madre Celestial, tú eres una explicación que no había encontrado.