Algo en común: ser joven

Autor: María Velázquez Dorantes 

 

A diferencia de la vejez, que siempre está de más,
lo característico de la juventud es que siempre está de moda.
Fernando Savater


Es la población más creciente, con mayor dinamismo social y es una de las estratificaciones considera como el futuro de muchos países del mundo. Se caracteriza por sus alegrías, movilizaciones, dudas, compromisos, preguntas y afirmaciones.

Todos los días salen a estudiar, a trabajar, a conversar; llevan en sí mismo un mundo diferente. Se enfrentan a las ideas de los medios de comunicación, a los pensamientos las generaciones predecesoras, pero sobre todo, observan su rostro tratando de descifrar como será su día.

Les gusta la música, son hábiles para los mensajes del celular, los videojuegos y la televisión han sido medios con los que ha interaccionado por mucho tiempo; la novedad para expresarse y comunicarse es la Internet; asisten a reuniones sociales de diferente tipo, se caracterizan por un lenguaje. Y medio de la gran diversidad, todos tienen rostros diferentes, pensamientos y acciones disímiles.

Las luchas de género los han invadido, algunas veces confundiéndoles otras convenciéndoles, y todos los días construyen un sentido de vida, un estilo, algo que publicitariamente se le denomina <marca propia>.

Distraídos, enajenados, reflexivos, respetuosos, amigos, compañeros, solitarios; les gustan diferentes géneros cinematográficos; algunos votaran por primera vez, quizás otros no estén interesados en el voto o en la política; y algunos más ya son militantes de algún partido.

Esa diversidad, ese compendio de rostros interculturales con los que al tomar el autobús, en la escuela, en los centros de trabajo, por las calles, en los parques, en las librerías, en los antros, en las ferias nos enfrentamos todo el tiempo, tiene un factor en común, un llamado, una vocación, un sueño, una esperanza: son jóvenes. 

Jóvenes que pueden construir un mundo que vaya más allá de su mente, que lleve a cabo las acciones de un joven comprometido, que sepa exigir a los adultos mayor responsabilidad y respeto por la vida, mejor tolerancia y aceptación; una vida digna y justa.

Porque todos esos emblemas que los definen y los caracterizan tiene ese común denominador: ser joven. De espíritu y de físico, de corazón y de mente, al mismo tiempo, de expectación. Hoy son la mayoría y merecen ser atendidos y escuchados por los demás, cada joven es un mundo diferente que unidos lograrán transformar el mundo en el que actuamos y nos desenvolvemos con la cotidianidad que le hemos dejado.