¿Hombres de mundo?

Autor: María Velázquez Dorantes 

 

 

Hace algún tiempo en que la expresión de algunas mujeres sobre “necesito un hombre de mundo” se ha estado confiriendo, como la nueva exigencia sobre la búsqueda de una pareja.

El surgimiento de esta idea se ha venido dando de forma, en la que los medios de comunicación de mayor alcance sobre las poblaciones femeninas,- tales como televisoras abiertas y editoriales de revistas no especializabas- así como el aparecimiento de libros que han proliferado sobre cuestiones neo-feministas, han elaborado la idea que el “príncipe azul”, debe tener la característica de un hombre de mundo. Sin embargo, ¿qué es lo que define a un hombre de mundo?  

De acuerdo a los intereses superfluos que persiguen este tipo de medios al vender la idea, de un hombre de mundo, no es más la idealización de un hombre musculoso, con dinero, que tenga las posibilites de viajar y gastar, así como un auto despampanante. ¿Realmente está es la figura del hombre para una mujer?, hasta dónde se ha banalizado la comercialización de las personas, que ahora existen nuevos estilos de vida, donde lo primero que figura es ser metro sexual, con  experiencias momentáneas y de diversión que no impliquen en ningún momento una responsabilidad.  

Hoy las dos figuras humanas, [hombre y mujer] se han convertido en objetos, usados por la imagen falaz de aquellos que  pretenden construir relaciones interpersonales basadas en la utilidad de las personas y la materialidad económica de éstas. Ya no sólo la mujer se sometida a los deseos de las perfección publicitaria, el hombre también  “debe” cumplir con los requisitos mínimos para ser un ser ideal y tomado en cuanta.  

Cuanta falacia existe alrededor de la figura del hombre y de la mujer, cuantos slogan´s baratos han enriquecido a sus creadores; un hombre de mundo debe ser un ser humano con valores, con sentido de responsabilidad, con características que se resuman en el respeto por sí mismo y por los demás. Un hombre de mundo, no son las exigencias que hoy proclaman los medios de comunicación poco reflexivos, un hombre no sólo se traduce en diversión, dinero y sexo.  

Es una injustita seguir permitiendo que los grupos hegemónicos que generan ideologías prolijas, continúen utilizando la imagen del ser humano como un objeto de uso y desuso  plastificadle; y es más lamentable que existan mujeres y hombres que crean que eso es la verdad y la receta de la felicidad; aquellos quienes asumen que ser hombres de mundo se resumen en músculos y cuerpos estéticamente aceptables están cegados por el poder de la comercialización humana.  

No somos productos, sino seres con la capacidad de pensar y reflexionar, ante lo que se ha venido dando y que ha ganada demasiado terreno en aquellos que se dejan guiar por mensajes tontos, la  autenticidad  del hombre de mundo no se sintetiza en una simple nota de televisión o en par de hojas de una revista o libro; el hombre de mundo va más allá de esto.