Crisis existenciales: ¿qué son?

Autor: María Velázquez Dorantes 

 

 

¿Qué son?, ¿Quién las padece y por qué? Hoy en día se ha vuelto muy común que los jóvenes expresen que sus estados de ánimo dependen de una crisis existencial, sobre todo cuando se trata de una melancolía o apatía, terminan argumentando que todo se debe una crisis que ellos esperan pasará pronto. Esa cotidianidad del tema hace que desprenda un “trivialidad” sobre el asunto, puesto que las crisis existenciales aparecen y desaparecen en los momentos de la vida menos esperados.

Las crisis existenciales se dan en todos los entornos, pero su peculiaridad es que se desbordan en el proceso de crecimiento y maduración, la etapa joven, sin embargo ello no quiere decir que un niño o un adulto se vean sorprendidos por ella. Una crisis existencial no necesariamente tiene relación con elegir una carrera, una profesión, una esposa, tener hijos, o con una enfermedad. “Las crisis existenciales implican además un cambio parcial en la identidad (me siento otro) y en la cosmovisión de la persona (pienso de manera distinta)”. Es justamente en este proceso cuando los jóvenes presentan muchos cambios emocionales, cambios en la actitud y el comportamiento que repercuten en la interacción y en la conducta expresada hacia los demás.

Qué hacen que estas crisis existenciales puedan abatir al ser humano o tal vez fortalecerlo, cómo se identifican y cuales son los “síntomas” que las exponen en la vida; primero antes que nada se parte de una pregunta interna ante el cómo llevamos la vida, el qué hago en la vida o para que me encuentro aquí hasta llegar el sentido de por qué existo, y es justamente en esta línea donde se despliega lo “existencial”. Y en las búsqueda de esa respuesta la crisis nace, no obstante su aparición también lo hace en el encuentro con la respuesta, es decir en el proyecto de vida que los jóvenes van a enfrentar. 
Ello puede desencadenar alegría y motivación, o ir a la depresión de la persona, para que ese momento no llegue la formación espiritual es la herramienta que indica el ejercicio de los valores sustanciales de la vida y es crucial, para evitar que el ánimo decaiga y exista un choque de ideas que pierden al individuo la formación familiar que se le debe dar al joven es el cimiento que va impedir que descienda. La concepción del por qué existimos no debe abatir o entristecer el alma, lo que debe proyectar esa existencia es la visión de mi vida en el futuro, un futuro que no se desarme por la drogadicción, los vicios, los miedos, las vicisitudes que conllevan al egoísmo, a la envidia, a los celos por los demás, al vivir un vida de imágenes falsas con deseos impetuosos por lo material. Que esa crisis existencial no convierta al joven en una sombrea entre lo que busca, desea y debe hacer, que la crisis existencial no sea cotidiana que interrumpa la armonía interior se maquine hacia el exterior con conductas que afecten a la familia, al grupo de amigos, a la sociedad y así mismos. 

Tomar la mano de Dios para enfrentar las dudas de la vida es la mejor opción para no caer la psicología llama crisis existenciales.